Álex Clavero: «Los pobres se ríen más que los ricos»

Si el mundo va muy deprisa, Álex Clavero nos detiene para troncharnos de la risa. Estará cada jueves, hasta el 22 de diciembre, en el Palacio de la Prensa ironizando sobre lo mucho que ha cambiado todo en tan poco tiempo. Capaz de convertir a su madre en «Trending Topic» sin hacer ningún clic y de quedarse en gayumbos para cambiarse de ropa tras su espectáculo delante del que le entrevista, es un cómico con mucha vista que se ríe de las «tonterías y modas pasajeras que hacemos sin pensar».

–Sí, y sin pensar. Se inventan un teléfono cada dos años y muere, aunque lo cuides. Hay una necesidad de consumo exagerada. O a lo mejor es que yo voy muy lento...

–Como decían los mayas: que se acabe el mundo. Y reiniciemos.

–Pues te quedas atrás, que es lo que me ha pasado a mí con el tema tecnológico.

–La mía, por ejemplo. Es muy divertida. De ahí saco bastante tajada, porque se dan situaciones graciosas.

–Ya no sé qué significa la modernidad. Pretendemos que sea todo tan moderno que llegaremos a un punto en el que los smartphones tengan personas.

–Me hacen mucha gracia.

–Sólo les pasa eso a las buenas modas.

–Es que, si no estás en las redes sociales, no existes. Ellos molan, pero yo no. Soy un tío aburrido.

–Me gusta ser gracioso como soy yo. En internet prefiero no opinar. Veo mucha crispación en Twitter.

–Muy poco. A mí me encanta el bar, pero las redes sociales no me gustan. En los bares siempre se han visto cosas graciosas, mientras que en internet cuesta buscarlas y no se oyen las risas. Hay quienes detrás del anonimato son muy valientes y dicen barbaridades que no dirían a la cara.

–Por supuesto.

–Estoy seguro. El buen rollo después de unas buenas risas te da años.

–Totalmente. Si enseñáramos a través de la risa habría menos conflictos. El humor permite a los educadores llevar a los chavales donde quieran. Nos acordamos de lo que nos enseñan mediante la risa, y no del castigo. La risa sirve como terapia. Es un tema fisiológico. Cuando te vota el diafragma y te falta el aliento de reír... Si pusiéramos un poco de humor a la vida nos iría mucho mejor.

–Los pobres se ríen más que los ricos. Y esta reflexión me tiene loco. La sociedad nos exige siempre más, mayor poder adquisitivo, progreso... Pero no por ello nos reímos más. Nos estamos confundiendo con el objetivo de la vida. ¿Qué es triunfar? ¿Qué es fracasar? Esto me lleva a un callejón sin salida.

–El trabajo que más me fascina es el de monitor de tiempo libre. Me gusta hacer el payaso y que los chavales disfruten.

–Soy más «pringao» que sinvergüenza. Me da vergüenza ser el centro de atención cuando no estoy sobre el escenario.

–¡Qué va! No soy soso, ni cascarrabias. Pero tampoco muy positivista. Me suelo comer la cabeza por las cosas.

–Intento serlo.

–Se hace músculo. Con el cerebro pasa lo mismo que cuando vas al gimnasio.

–Te aseguro que soy mucho más gracioso (risas).

–Si piensan ya es bastante (risas). El que crea que yo soy gracioso no conoce a mis amigos. Nunca he tenido la sensación de ser el más cachondo de mi grupo.

–De las desgracias inmediatas. Parece que con las redes sociales hay que hacer humor de todo, pero no. Sólo me gusta hacerlo de lo que considero gracioso.

–Un tropezón que se dé alguien por la calle. No sé... Me hacen gracia las cosas simples. Soy sencillo, cotidiano.

–No cuento chistes populares, ni de otros. Son todos míos, creados por mí.

–Fíjate si teníamos poco dinero que mi padre me llevó a hacer la comunión con un impermeable. Y cuando le dije que los demás iban de marinero me contestó que yo de pescador gallego.

–No me gusta nada incomodar a la gente. Mi objetivo es caer bien. En el escenario hay que hacer un personaje auténtico. No me meto en líos.

–No quiero aburrir con más actualidad política, que estamos sobresaturados. Pero la situación nos obliga a hacer chistes. Si tenemos políticos de chiste, ¿cómo no vas a hacer humor de ello? España es un chiste, una parodia.

–También. ¿Por qué no? A veces es un chiste bueno. Otras, uno malo...

–Que son cojonudos. Pertenezco a una generación de jóvenes que hemos peleado mucho para tener un escenario en el que actuar.

–Hay que levantar piedras para buscarse la vida, en general. No hay ninguna profesión fácil.

–Cuando me cabreo.