Alicia Giménez Bartlett: «Gracias a la novela negra supimos cómo vivían los suecos»
La gran dama de la novela policíaca regresa con Petra Delicado protagonizando «La mujer fugitiva»
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La inspectora Petra Delicado, uno de los nombres más icónicos de la literatura negra de nuestro país, ha vuelto. Y lo hace en «La mujer fugitiva» (Destino), obra en la que, acompañada de su fiel escudero Fermín Garzón, trata de resolver un asesinato, el del propietario de una furgoneta gastronómica ambulante, que aparece asesinado en su interior. Alicia Giménez Bartlett, la madre de Petra Delicado, habló ayer en Barcelona con este diario rodeada de «food trucks» como las de su nuevo libro.
Hace unos meses usted sorprendió con unos nuevos personajes policíacos en otro sello. ¿Qué ha pasado para que pueda regresar Petra Delicado?
Lo que pasa es que Petra estaba viva y en activo. Se estaba tomando un descanso que creo es algo que ha ido bien para todos. Sobre lo que me preguntaba, no ha sido traumático ni el cambio sello, ni el descanso para la autora ni para los personajes. Sobre los otros personajes creo que volverán las Miralles porque son muy jovenzuelas todavía.
En «La mujer fugitiva», uno de los casos más complejos a los que se somete Petra Delicado, hay un momento que ella misma duda si seguir adelante y dimitir. ¿Son dudas que también se plantea la escritora sobre si seguir escribiendo?
Le mato si piensa eso. (Risas) Estoy bromeando. Por fortuna para mí la literatura el escribir y el leer también son muy sanadores . No digo que me lo pase bien como dicen muchos autores, pero una vez metida en el trabajo, me relaja, me hace sentirme bien y útil. Con la escritura dejo de pensar en cosas malas. Esto es una parte muy positiva en mi vida, muy enriquecedora y yo creo que de momento me voy a aferrar a ella. Como soy crítica y autocrítica, si alguna vez veo que digo «ostras, de aquí ya no sale nada, ni puedes escurrir la toalla porque no hay gotas dentro», en ese momento sí que la tiraré. Será entonces cuando diga que hasta aquí hemos llegado, voy a continuar leyendo que me apasiona cada vez más.
¿Por qué ha querido ambientar la novela en un mundo como el de los «food trucks»?
Primero porque me daba la sensación de que era original meter un crimen en un lugar tan poco habitual en la novela negra donde o son callejones o son carreteras de mala muerte o son bosques oscuros, pero nunca es una cosa popular, vitalista y al aire libre. Esta costumbre de los «food trucks» se ha extendido mucho, algo que primero ha sido americano, luego europeo y que finalmente ha llegado a España, yo diría que con cierta fuerza. Me gustaba la capacidad de movilidad que te dan para la trama y para que Petra y Garzón al investigar se tengan que mover continuamente por Cataluña. Eso da muchas posibilidades en una trama. Aparte hablamos de un mundo que es un círculo bastante cerrado porque se conocen todos los propietarios, pero al mismo tiempo es variable: está al aire libre, acuden clientes... Era un movimiento continuo que me daba una sensación de vitalidad. Fue por eso que lo escogí.
Es un mundo también que de alguna manera ya había aparecido en su obra. Pienso en su novela «Vida sentimental de un camionero».
Me encanta que me diga eso. Sí, era un tema que venía de ahí. ¿Por qué? Porque son gente que están dentro de la sociedad, que tienen familia, pagan impuestos, pero que al mismo tiempo están un poco al margen. No tienen que entrar a una hora y fichar, no tienen unos compañeros de trabajo fijos. Tanto en la pequeña encuesta que hice para esa novela con camionero como en la pequeña que he hecho ahora en propietarios de furgonetas, en todas te dicen lo mismo. Eso es que hay un cierto orgullo de decir yo soy más libre porque yo no tengo que estar ahí como un esclavo viendo al jefe cada día. Ostras, eso me llamó la atención. Me parece un caldo de cultivo bueno para explorar esos personajes.
La entrevista la estamos realizando en un lugar con varios «food trucks» a nuestro alrededor.
Déjeme contarle una cosa. He hablado con los chicos que trabajan en este sitio mientras me hacían las fotografías de las entrevistas. Les he preguntado qué tal se trabaja aquí. «Mírenos, aquí estamos bien, tomando el sol», me han contestado. Hay como un sentimiento de superioridad porque ven a los demás sometidos a una esclavitud que ellos no tienen.
¿Sigue creyendo que un género como el de la novela negra es la mejor manera de contar como es nuestra sociedad?
La realidad social puede que sí. Ya no se hace apenas novela social y además exige un estilo muy tradicional. Sin embargo, la novela negra permite muchas licencias y es un espejo muy claro de lo que está pasando todos. Nos enteramos un poco al leer a Larsson de cómo vivían los malditos suecos y que no eran tan tan perfectos como parecían.