Álvaro Mateos: «Ávila es tierra de santos y de cantos»
Presenta un libro sobre los misterios y leyendas de esa ciudad y sus grandes protagonistas: Santa Teresa, Isabel la Católica y Adolfo Suárez
Presenta un libro sobre los misterios y leyendas de esa ciudad y sus grandes protagonistas: Santa Teresa, Isabel la Católica y Adolfo Suárez.
Tras su experiencia en radio y Prensa, Álvaro Mateos (Las Navas del Marqués, 1977), doctor en Ciencias de la Comunicación, cofrade, «runner» y embajador de su tierra –distinción que le concedió el Ayuntamiento de Ávila–, se mudó a Toledo para trabajar en el gabinete de Prensa de Dolores de Cospedal. Tras un paréntesis, Mateos retornó a la cosa pública en la Secretaría de Estado de Educación. Acaba de publicar «Enigmas y misterios de Ávila» (Editorial Almuzara).
–Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Isabel la Católica, Suárez... Eso es una carta de presentación en toda regla.
–La verdad es que sí... será por personajes históricos y emblemáticos que ha dado para este país. Ávila, que lleva el título entre otros del Rey, ha sabido ser tierra que ha inspirado el buen gobierno.
–¿Es la de Suárez una de las grandes hazañas patrias?
– Es el mayor ejemplo de diálogo y apertura de miras que ha dado esta tierra. Son muchas las figuras de la transición ligadas a Ávila. De hecho, el parador de Gredos sirvió de lugar de encuentro para los ponentes de nuestra Constitución.
–¿Cuál es el enigma de Ávila más exportable?
–La mayor parte de los que contiene el libro son tradiciones y leyendas a las que busco un lugar en la historia. Si he de quedarme con una figura enigmática, debo mencionar al obispo hereje, Prisciliano, que ocupó la sede de Ávila y cuyos restos algunos han querido identificar con los del apóstol Santiago.
–En 1979 los suspiros en un convento llevaron a los amantes de lo oculto a Las Navas del Marqués, su pueblo.
–Un convento del siglo XVI de origen dominico, fundado por el marqués de Las Navas y con la leyenda de la existencia de un pasadizo oculto que comunicaba con su castillo-palacio, despertó la curiosidad de toda España por escucharse unos lamentos, unas voces que parecían del más allá. Pero se trataba de una lechuza que había elegido el viejo templo como morada.
–¿Es Ávila devota hasta en el formato de sus misterios?
–Es tierra de santos y de cantos; es mística desde su origen ligado a la cultura de los vetones.
–Como periodista, ¿se ve la política distinta al otro lado?
–Sin duda. Los que nos dedicamos a la comunicación somos una pieza clave en ambos lados, porque políticos y periodistas se necesitan mutuamente. El periodista que trabaja en un gabinete ha de motivar la actividad noticiosa del político y, cuando conoces las herramientas, los horarios y las exigencias con las que se trabaja en el oficio, es más fácil poder ofrecerlo desde el ámbito de la comunicación política.
–¿Y qué enseña esa orilla si uno vuelve a la Redacción?
–La vuelta a la realidad de una Redacción después de haber pasado por el mundo de los gabinetes me parece algo necesario porque nos devuelve al origen. Creo que todos los periodistas deberíamos haber probado los dos lados.
–Es complicado, pero, ¿aspira a emular a El Tostado?
–Es una utopía. Dicen que fue la persona que más escribió en su época, con obras y pensamientos tan sumamente ricos que le permitieron debatir de tú a tú con el Papa. Pero podría resultar un ejemplo para los periodistas si, en vez de escribir al peso, nos planteásemos volver a la ética de argumentar, contrastar y ser veraces.
–Pablo Casado, que prologa el libro, y García Hernández, son la cuota abulense para las primarias del PP.
–He trabajado con políticos, pero soy periodista y no tengo ningún carnet ni afiliación, aunque son dos buenos amigos con quienes he tenido la oportunidad de trabajar intensamente. Pablo es fuerza, pasión, juventud y un elemento clave para la cohesión y unidad del partido. Siempre supe que en él había madera de líder y lo está demostrando. El caso de Joserra es distinto. Su liderazgo está más orientado a los principios, a los fundamentos de la política. Es un lujo tenerlos en Ávila y para Ávila.
–Conoce bien a Cospedal. ¿Una presidenta en Génova?
–También he tenido la suerte de trabajar con María Dolores. Es una política segura e incansable, con una labor no siempre reconocida, especialmente, cuando le ha tocado actuar en momentos críticos, tanto en su partido como al frente de un Gobierno, como hizo en Castilla-La Mancha. Podría ser presidenta, sí.
–No faltan ingredientes de amor en su libro, ni intrigas palaciegas, ¿de qué hay más en esta carrera sucesoria?
–En esta ocasión, creo que los candidatos por los que me ha preguntado son conscientes de la necesidad de los partidos de reencontrarse con la sociedad. Hace falta más participación en política y se debe dar desde la vida interna de las organizaciones. Los procedimientos de elección de los candidatos carecen aún de la transparencia y la participación de las bases, algo que deben ir subsanando si de verdad quieren que la política sea democrática en el amplio sentido de la palabra desde su origen. Todas las intrigas palaciegas que no hagan posible tomar la palabra a los que forman parte de una organización serán negativas para su carácter democrático y abierto a la sociedad española.