De un momento malísimo, a crear una muestra única
La botellas vacías de Giorgio Morandi se exhiben en Roma y si no hubiera llegado el Covid no hubiera sido así.
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Se dicen mil cosas sobre este artista nacido en Bolonia el 20 de Julio de 1890. A Giorgio Morandi lo han calificado de solitario, misterioso, extraño o “scorbutico”, o sea, todo menos accesible, y todo esto por haberse dedicado toda su vida a pintar siempre lo mismo: botellas vacías. Morandi había vivido dos guerras mundiales y conocía bien el sentimiento de pérdida y de las desilusiones y quiso de esta manera invadir su espíritu silencioso. Su obra, sin embargo, fue creada durante años convulsos pero refleja una perfecta armonía invadida por lo general de luz y eso sí, siempre dejando algo en suspenso. Es un encuentro permanente de objetos domésticos y de aquellas cosas que para él fueron lo más importante en su vida. Son botellas, frascos y jarrones que fueron sus modelos para la mayor parte de sus obras. Se necesita ser poseedor de un gran arte para utilizar siempre los mismos elementos, irlos cambiando de sitio y volverlos a pintar consiguiendo que cada uno de esos frascos, jarrones y botellas, vayan viviendo siempre junto a él. Sus obras con objetos tan mundanos que al final evocan cierto misterio. Sus naturalezas muertas están bañadas de una tenue pero blanca luz. Seguramente Morandi utilizaba esta técnica lentisima para pasar lo mejor posible aquellos terribles años de la guerra.
Si no hubiera sido por el Covid
Las piezas de este artista seguramente no se hubieran expuesto, al menos en estos dias en Roma, si no nos hubieran encerrado por la llegada de la pandemia. La historia es esta: Mattia De Luca que es diplomado en composición musical y propietario de la galería que lleva su nombre, la Galería Mattia De Luca que está ubicada entre el Campidoglio y la Bocca della Verita, vivió de pequeño delante de la Galleria Nazionale d’ Arte Moderna, cerca de la Villa Borghese y pasó parte de su infancia visitando este museo. Entre visita y visita, se enamoró de un pequeño cuadro de Giorgio Morandi. Desde ese momento, cuenta que “gracias a esto, me acerqué al mundo del arte”. Confiesa que desde entonces, tenía un sueño, y era organizar una muestra del artista bolognese. Gracias a lo mal que lo pasó durante el encierro obligado por la pandemia, se pueden en estos días admirar algunos de los cuadros del pintor italiano realizados entre los años 20′s y hasta el inicio de los 60′s, pero solo estarán expuestas hasta el 2 de Julio porque de aquí viajarán a New York en donde expondrán una colección más amplia.
Pero tuvo que pasar algo radical para que este, también artista, se pusiera a trabajar en aquel sueño, llegó la pandemia hace dos años y como él mismo reconoce: “con este desastre del Covid, lo pasé verdaderamente mal pero muy mal, entiendo que hay personas que lo han pasado mejor, pero yo, soy de los que lo pasé fatal, emocionalmente estaba mal, con un stress enorme porque yo sufro de la “malaltia del controlo”, me habían encerrado en casa, me parecía muy violento. Mattia no vive solo: “mi compañero estaba muy bien, feliz y tranquilo, pero yo estaba hecho un desastre, y en ese estado tan malo, me venía continuamente a la mente Morandi entonces me puse a estudiar sobre él y seguí pensando en crear algo único de este artista y: aquí estamos” afirma muy satisfecho.
El descubrimiento de otro Morandi
Mattia, durante el periodo más duro de la pandemia, vivió intensamente el arte de Morandi, pero fue de otra manera: “me hizo descubrir en sus obras algo que nunca había notado, el sentido de la suspensión, cuando se analiza un cuadro de este artista, es como si el tiempo se hubiera detenido, por eso el nombre de la muestra: “Il tempo sospeso”. Comenta que si se analiza la obra del artista de Bolonia, es como si tuvieras que detener la respiración, que era lo que él sentía en el momento del lockdown porque desconocía lo que iba a suceder después de la esta locura que hemos vivido, él sentía como si el tiempo se hubiera detenido: “me hacía tantas preguntas, como me las hago cada vez que analizo la obra de este artista”.
El tema no lo soltó, y se puso en contacto con Marilena Pasquali, fundadora y directora del Centro de Estudios Giorgio Morandi de Boloña y comisaria de esta exposición, gran conocedora del artista y de su obra, que como ella dice, por muchos es amado y por otro tantos rechazado. El que desee conocer a este artista nacido en Bologna, debe de hablar con Marilena, que asegura que: “Morandi siempre jugó con el límite, nunca hizo las cosas perfectas, los objetos en sus cuadros parecen que están suspendidos o que están a punto de caer al vacío ...la estructura, la arquitectura Moraniana es fortísima” comenta la curadora. Mattia de Luca agrega que “las pinturas de Morandi siempre provocan algo particular, que te hacen “como detener la respiración”. Marilena Pasquali comenta que este pintor vivió en la época de las dos Guerras Mundiales y es por eso que en sus cuadros así transmite todas sus incertezas, no era un hombre del pasado con las certezas apoyadas por ideología, estaba lleno de dudas y su mundo interior lo transportaba siempre pintado estos objetos, muchos “casi” suspendidos o a punto de caer.
Marilena comenta que Morandi solo reconoció como su artista “maestro” a Cezanne. Su obra traspasó las fronteras y el New York Times le dedicó este artículo. Marilena Pasquali no está de acuerdo con muchas de las leyendas creadas en torno al artista, “no era un hombre solitario” él trabajaba mucho para sí mismo y según la curadora de la exposición, el concepto de la obra de Morandi era como meter el mundo entre paréntesis.
Cuando llegó la guerra, Morandi empieza a crear pinturas oscuras, muy oscuras, la luz desapareció de sus lienzos, evocando el poco espacio que dejaba la situación del momento y cuando finalizó, volvió a dar luz a sus pinturas en el inicio del ‘46., cuadros con mucha vida a través de los colores.
A Morandi se le conoce como el artista que solo pintaba botellas, en muchas de sus obras aparece la misma botella, decían los expertos que esto es aburrido, soso, sin gracia, pero los seguidores de este artista tan peculiar aseguran que este es arte puro.
Mattia de Luca cumplió su sueño, lo lleva en la sangre porque su bisabuelo era coleccionista y eso se hereda y como él mismo asegura, mi sueño era crear una exposición que no fuera comercial tanto es así que de las 40 obras expuestas de Giorgio Morandi son de coleccionistas privados y de algunas instituciones. Mattia quiere ofrecer a los artistas de su generación este magnífico espacio porque no quiere convertirse en el típico galerista” .