Bernard-Henri Lévy: «Las elecciones europeas son una forma de combatir el populismo»
El francés recorrerá todo el continente haciendo campaña por la recuperación de los valores europeos con su monólogo «Looking for Europe». En España tendrá tres citas durante la segunda quincena de marzo: Valencia, Barcelona y Madrid.
Creada:
Última actualización:
El francés recorrerá todo el continente haciendo campaña por la recuperación de los valores europeos con su monólogo «Looking for Europe». En España tendrá tres citas durante la segunda quincena de marzo: Valencia, Barcelona y Madrid.
Puede que usted todavía piense que queda mucho para unas elecciones europeas a las que, por norma, el censo acude –si acude– por la simple inercia democrática y sin convencimiento alguno. Menos de cuatro meses –un mundo, viendo los vaivenes nacionales de las encuestas en los últimos tiempos– para ese 26 de mayo en el que el grueso de la población introduce su papeleta con la vaga idea de que «poco o nada nos jugamos». Sin embargo, para Bernard-Henri Lévy (Beni Saf, Argelia, 1948), como para cualquier europeísta convencido, es todo lo contrario. Ya vamos «justos» para una cita «crucial», dice. Ni rastro en sus palabras de estar ante unos comicios insignificantes, por lo que este filósofo y escritor francés se ha echado a la carretera para comenzar la campaña del «patriota europeo». La defensa de unos valores que cotizan a la baja ante el impulso de populistas y extremistas. «Falsos profetas borrachos de resentimiento» por lo que Lévy –autor de «La regla del juego» y de «El tiempo de Europa»– se hace cargo de los menesteres reservados hasta ahora a los políticos.
«Atacada desde dentro por quienes creen que su hora ha llegado, abandonada desde fuera por los dos grandes aliados que en el siglo XX la salvaron en dos ocasiones del suicidio y presa de las maniobras cada vez menos disimuladas del señor del Kremlin, Europa, como idea, voluntad y representación, está desintegrándose ante nuestros ojos», firma Lévy en una carta abierta en la que contó con el apoyo de intelectuales de toda la región: Svetlana Alexievitch, Milan Kundera, Fernando Savater, Roberto Saviano, Mario Vargas Llosa, Adam Zagajewski...
Un ambiente pre electoral que el pensador traslada ahora a un monólogo, «Looking for Europe» –escrito e interpretado por él–, en el que en hora y media tratará de «despertar conciencias». «Imposible», afirma, solucionar Europa en tan poco tiempo, «pero sí podemos entender muchas de las cuestiones que nos han traído hasta aquí». A medio camino entre la gira de una estrella de rock y la campaña electoral al Parlamento Europeo, este «showman» del pensamiento pretende recorrer el continente en 24 citas –tres de ellas en España: Valencia (20 de marzo), Barcelona (25) y Madrid (26)– para contar las bondades de una Unión Europea que «nos hace más fuertes»: «Mostraré la bella Europa y advertiré de que si colapsamos será una catástrofe total».
–Parece una labor propia de un político.
–Deberían, porque esto es una campaña electoral. La diferencia es que yo no soy candidato de nada. Lo único que tengo claro es a quién no se debe votar: ni a Putin, ni a Trump, ni a Erdogan, ni a Salvini, ni a Le Pen, ni a Vox, ni al independentismo catalán, ni a Podemos... Después, que cada uno elija lo que más le interese, me da igual derecha que izquierda. A todo lo que vaya en contra de los titiriteros (Trump, Putin y Erdogan) que han alimentado las formas antieuropeas.
–A la gente le cuesta ir a votar en unas europeas, ¿cómo se les convence?
–Aquí solo se ha tomado partida para castigar a los dirigentes y no se dan cuenta de que la Europa que conocemos hoy puede morir. Bruselas se destruirá y se llenará de populismo. Ya no es una batalla de socialistas contra conservadores, sino de todos contra el populismo.
–¿Se ha infravalorado el voto de castigo?
–«¡Voilà!». Ha sido como un martillazo. Hay que votar con el corazón y la cabeza. Dejar a un lado los populismos que están dañando de muerte la democracia.
Fue este uno de los principales motivos que llevó a los británicos, entre otros, al «escándalo», define, del Brexit. Tema que Lévy abordó en junio con otra representación sobre las tablas, «Last Exit Before Brexit». Fueron las dudas que observó en los partidarios de la salida lo que le llevó a la nueva pieza. «Eso fue la victoria de la derecha dura sobre la derecha blanda y de la izquierda radical sobre la izquierda liberal; la venganza de la Gran Bretaña enojada sobre la Gran Bretaña abierta; el triunfo de la ignorancia sobre el conocimiento, de lo que no tiene sentido sobre lo que tiene conciencia, de la mezquindad sobre la grandeza...», apunta Lévy de un «caso similar» al de Cataluña: «Todo parece lleno de demagogia. Torra y Puigdemont llegaron para hacerse con el mando y tres años después todo está fuera de ese control, las instituciones, la economía... Esa es la verdad. Es ridículo, irresponsable y criminal. ¿Y quién es la víctima? ¿Bruselas o el capitalismo? No. Lo es el pueblo catalán, como el inglés, en el caso del Brexit».
Ciudadanos entre los que el francés encuentra una «toma de conciencia real»: «Se han dado cuenta de que unos irresponsables se han burlado de ellos y, encima, se han escapado al extranjero». Una «torpeza» por parte de los independentistas a la que suma las palabras de Torra de adherirse a una posible vía eslovena: «Se equivocó por completo al tratar una guerra de ese tipo. Por cosas como esta creo que irán perdiendo fuerza en los próximos meses». Allí, en la Ciudad Condal, estuvo Lévy el martes. En el mismo lugar al que acudió su padre alistado en las Brigadas Internacionales «para combatir el fascismo».
–¿Cómo vio el ambiente en Barcelona?
–Triste, muy triste. Es una de mis ciudades preferidas de España porque siempre la había conocido abierta, cosmopolita.
–¿Todo eso quedó atrás?
–Fue como entrar en una atmósfera plomiza. Pienso que el catalán hará bien rebelándose contra todo esto que les han impuesto en los últimos años.
Porque BHL niega que, como al resto de nacionalismos europeos, en Cataluña se les haya privado de su identidad. «De hecho, diré que es uno de los pueblos más sabios», añade en consonancia con su manifiesto, en el que escribía que «acabar con la construcción europea, reencontrar el “alma de las naciones”, reconectar con una “identidad perdida” que no existe, muchas veces, más que en la imaginación de los demagogos, es el programa común de las fuerzas populistas que están inundando el continente».
–¿Qué explicación tiene que hace 30 años se hablara del fin de las fronteras y ahora sea todo lo contrario?
–Fácil: cosa de los populismos y los reaccionarios.
–En el primer grupo usted engloba tanto a Podemos como a Vox, dos fuerzas que aquí parecen antagónicas.
–Guardan muchas similitudes y, por ello, los tres partidos constitucionales deberían pactar ente sí. Podemos es víctima de la caída de un modelo como Venezuela y de sus luchas internas, mientras que Vox es un mellizo invertido del independentismo catalán. Se alimentan el uno del otro. A más barbaridades de Torra, mejor para ellos y viceversa. Pugnan por el mismo paradigma
–¿Qué parte de culpa tiene la propia Europa en todo esto?
–Ha tenido ciertos incumplimientos y ha sido cobarde en determinados momentos. También se ha creído que la democracia se iba a sostener sola y eso no es así.
–Parece un sacrilegio decirlo, pero, ¿hay que buscar otra forma de gobierno?
–No, la democracia representativa es un buen modelo. Fue la tumba del fascismo.
–Sobre el fascismo, le fastidia que la gente lo use como una palabrota...
–Porque no es eso, sino un tipo de régimen como cualquier otro, con sus particularidades, claro.
Hace más de 70 años que la Europa de los Aliados acabó, precisamente, con el fascismo y 30 de que cayera el Muro que separaba Berlín –y, por extensión, el continente– en dos mitades, y Lévy quiere acercar el ayer al hoy, al menos, en importancia. Dos hitos que el filósofo usa como comparación para llamar «a la movilización en vísperas de unas elecciones que se niegan a quedar en manos de los enterradores». Para escapar de populismos y para ser «la segunda patria de todas la personas libres del mundo», también de unos venezolanos a los que invita a seguir con su apoyo a Guaidó, al que debe dar legitimidad Europa: «Maduro que se vaya a otra parte». Mientras, Europa continuará buscando su alma del mismo modo que Europa, la princesa, fue perseguida en los relatos mitológicos.