Borja Sémper, entre la política y la poética
Superado «el pudor inicial», publica versos libres donde refleja sentimientos y sensaciones humanas que empezó subiendo a Instagram hasta que una editorial se interesó por él.
«Si hubiera más políticos que supieran poesía y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él». Así traducía John F. Kennedy la magia de sus discursos. Decían que con ellos tenía la capacidad de conmover el alma... A la poesía se le atribuye ser el corazón del mundo, «un arma cargada de futuro», transformadora del mundo.
Borja Sémper, presidente del PP de Guipúzcoa, entró a los 17 años en la política también para cambiar el futuro, el de su tierra, el País Vasco. Azote de la izquierda abertzale, directo, no acepta la mentira venga de donde venga, y siempre da la cara. No soporta los clichés. Cree que en la política hay demasiado corsé y demasiado argumentario. Siempre leal a sus siglas, se le ha llegado a tildar alguna vez de verso suelto del PP. ¿Por eso escribe ahora poesía? «No, porque no soy ningún verso suelto», asegura, y de tener que ser alguno le gustaría ser «un buen verso».
Sémper no sólo es ese joven político vasco combativo. También le gusta la arquitectura, le apasiona la fotografía y Madrid es su lugar de escape porque le sabe a «libertad». Tiene un hijo de ocho años, Pablo, por el que se apuntó a clases de surf, con quien cocina en equipo y con el que comparte tardes de fútbol y lectura. Siempre ha escrito, no sólo discursos, también pensamientos a vuela pluma con los que rubrica inquietudes, esas que no se exponen en la tribuna de oradores, esas que le convierten en una persona normal, que se alejan del político prefabricado que siempre trata de evitar.
La persona tras el personaje público
Ahora, y «superado el pudor inicial», traduce en palabras lo que los sentimientos callan y recoge, en algo más de 60 páginas, su prosa poética bajo el título de «Maldito (des)amor», editado por Lapsus Calami, donde «sotto voce» deja ver que en la vida hay algo más que el político: la persona. Traspasa la barrera de lo público, de la palabra hueca electoral, de las promesas incumplidas y muestra y demuestra que en el ejercicio de esa profesión también hay alma. Escribe cosas «como las que puede escribir cualquier otro ciudadano», asegura. Ya tiene un primer libro publicado, «Sin complejos» (Planeta), un ensayo político que se convirtió en un alegato crítico del ejercicio de la política como servicio. Tiene una novela en marcha, a medias, pero prefiere no adelantar más mientras irrumpe con un poemario que surgió por casualidad. Son poemas modernos, encuadrados dentro de la poesía contemporánea que sin métrica hablan de lo humano. Sus versos no tenían como destino final un libro, pero comenzó a compartirlos en Instagram, su cuenta «cerrada» con cientos de seguidores donde deja entrever al otro Sémper más cotidiano. Bajo el título de «tonterías y ñoñerías», pulsó la opinión en las redes. «Una cosa es que uno escriba para sí mismo y te guste, otra que tenga acogida», destaca. Sus versos aparecían y desaparecían de su cuenta. La gente comentaba, y él los borraba después. Fue una amiga, editora de Planeta, quien le animó a publicarlos. «Me dijo que le habían gustado mucho y que lo intentara». Lapsus Calami, una editorial joven, es quien más interés mostró. «Me moló la idea y tiré para adelante, tras superar el pudor», reitera. Sabe que dedicándose al servicio público va a ser objeto de un especial morbo, pero quiere separar esta faceta de la de escritor, de hombre con otras inquietudes. «La gente tiene que saber que aunque uno se dedique a la política no se es un marciano, y que también tenemos intereses culturales, deportivos...».
Una vez más el presidente del PP de Guipúzcoa tira de naturalidad y libertad, la misma que aplica en todo lo que hace en su vida. Que un político escriba versos en España, dice, puede hacerle vulnerable a la crítica, y utilizarse como arma contra él. Pero no tiene miedo a mostrarse humano, como tampoco tuvo miedo cuando, adolescente, buscaba esa libertad para su tierra, cuando durante años vivió escoltado desde al cine hasta la facultad, o cuando le dijeron que ETA había intentado asesinarle.
Admira la prosa de Murakami y Philip Roth, la poesía de Gil de Biedma o Iribarren. En su primera incursión en el mundo de la poesía, tiene como tema preferido el amor en sus múltiples facetas. Con ellos, trata de transmitir sentimientos, sensaciones, esas que todo el mundo ha tenido alguna vez. Dice que no piensa en una sola persona, cada verso corresponde a un momento determinado que se entienden mejor en el libro en su conjunto que narra una historia en sí. Escribe para remover algún sentimiento, para hacer pensar. «No todos son reflejo de lo que siento, algunos son provocación». Una mezcla de poesía protesta.
Diálogo con el amor
Sémper parafrasea al cantante Sabina para definir el amor: «Es el juego en el que un par de tontos juegan a hacerse daño». Sus versos entablan una especie de diálogo con el amor. Alguien se dará por aludida, o no, porque asegura que el amor de su vida siempre «es el último». «Voy a inventar por ti» es uno de sus poemas, donde promete inventar un lenguaje sin palabras, con te quieros diferentes, que no se hayan escuchado antes. Pasa a la melancolía de ese no llegar nunca a tiempo como si la vida se encontrara «sin conexión». Pregunta en «A ver cómo se hace sin ti» para hallar la forma de llenar huecos vacíos devastados por un adiós. O «Convicciones», donde reprocha que alguien no crea en la resurrección del amor. ¿Existe un poema para enamorar al votante? Pues no. El político vasco dice que «al votante sólo se le puede enamorar con sensantez y con buenas ideas, no con poesía». Y no teme que se sepa lo que siente porque asegura que su corazón late igual que el de todo el mundo. Cree que a la política, más que poesía, le falta «autenticidad y naturalidad». «Son malos tiempos para la lírica, pero son tiempos necesarios para soñar». Y quiere que «el PP invite a la gente a soñar en un futuro mejor o en una vida mejor». Destaca que Podemos no es el voto de la «ilusión» sino del «cabreo», sin esperanza, pero «sólo ofrece ruptura».
A veces le preocupa que el cliché de sus cualidades tapen su compromiso político acreditado durante años, defendiendo al PP, en el sitio más difícil de España y no cree que ser joven o tener una estética determinada o saber escribir sean un «valor» en la política. El libro tiene ya fecha de presentación, el 6 de marzo, en un castizo barrio de Madrid. «Y dará que hablar»...
Algunos de sus poemas
Voy a inventar por ti
Lo peor de todo es decirte
cosas que ya has oído antes,
que suenan a viejo,
a efímera verdad:
te quiero,
te echo de menos,
nunca te dejaré...
Toda esa basura que cualquiera puede decirte,
y otros te han dicho ya.
Voy a inventar un nuevo idioma,
con suspiros y mentiras de verdad.
Uno que cueste comprender
y que sea imposible de olvidar.
Que se estudie con noches en vela
y con sueños de día,
con eternas caricias y profundos lamentos.
Uno que se aprenda lentamente
y que no entienda la gente.
Voy a inventar un nuevo idioma por ti,
que no tendrá palabras, eso ya te lo he dicho,
pero tampoco mentiras
y ninguna verdad.
Y a ver qué pasa
Un día de estos no voy a poder más
y voy a pedirte
que no vuelvas a tu casa,
que no te vistas y salgas de la cama,
que te quedes a oír mis tonterías,
que me abraces aún más,
que nos volvamos a tocar,
que volvamos a temblar,
que me dejes hacer café por la mañana.
Lo veo venir,
un día de estos me vuelvo loco
y te digo que te quiero,
así, sin avisar.
Y a ver qué pasa.