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Brianda Fitz-James Stuart: «Un libro es como definirte a ti misma»

Publica «Bri anda dibujando», una recopilación de sus dibujos que suponen un glosario de su imaginario cultural y pictórico.
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Publica «Bri anda dibujando», una recopilación de sus dibujos que suponen un glosario de su imaginario cultural y pictórico.
Brianda Fitz-James Stuart creció entre las leyendas y los bestiarios de la editorial Siruela, que fue moldeando ese magma creativo que es la imaginación con unas tendencias, una estética y unas preocupaciones que han ido emergiendo en sus trabajos artísticos. La diseñadora viene llena de ideas, que son como influencias, tentaciones, bifurcaciones que va explorando. Parte de estas incursiones las ha glosado en «Bri anda dibujando» (Paripé Books), un libro que comienza con una frase de Paul Klee: «Un dibujo no es más que una línea que ha salido a pasear».
–¿Qué le inspira?
–Los animales, las plantas y lo que veo alrededor. Me gusta fijarme en los seres mitológicos, los cuentos, la literatura fantástica y las películas de ciencia ficción o de época... Estoy muy atenta a lo que ocurre en mi entorno. Si veo una combinación de colores que me atrae hago una foto. Recurro a fuentes muy diversas. Y, por supuesto, también está la influencia de la pintura del Renacimiento.
–Qué pesa más en sus obras: ¿la cultura clásica o la pop?
–Lo que me hace vibrar es la pintura clásica, pero al pintar o dibujar soy más pop. Aunque hay una mezcla. La contemporánea no me influye tanto porque es en la que he profundizado menos. Pero yo vengo del mundo del diseño, la moda y los estampados. Siempre que me pongo a dibujar me sale un estampado. De todas maneras, suelo practicar muchas técnicas distintas y recursos diferentes.
–¿Dentro de usted hay varias artistas?
–Hago cosas, pero la gente no duda en decir que es mío. A veces las miro y pienso: no parece mío. Pero las personas sí son capaces de diferenciar mi estilo. Hay veces que estoy algo más experimental y abstracta y otras, no. Lo que no me gusta es hacer siempre lo mismo. Por eso, practico varios soportes en los que intento diversificarme. Pero es verdad que, a pesar de esas diferencias, cuando miro los dibujos de este libro me veo. Un libro es como definirte a ti misma.
–¿Le ha dejado huella la colección de literatura medieval de Siruela?
–Por supuesto. Recuerdo especialmente uno de ellos: «Melusina». Estaba loca con esa historia y esos dibujos. De hecho, fue la fuente de inspiración del reloj de Swatch que diseñé. Todo lo que ves y lees de pequeño te deja una huella.
–A quién prefiere: ¿William Morris o Rembrandt?
–William Morris, porque lo admiro mucho. Es uno de mis referentes por su apuesta para recuperar lo artesanal, el diseño y su intento por buscar la belleza. Hacer objetos y que sean funcionales es una de las cosas en las que más disfruto.
Él puso el arte al servicio de la gente.
–Esa idea me gusta, pero depende de cómo se ejecute. Hay que tener cuidado con ella hoy, porque todo lo que sean grandes producciones quiere decir que hay explotación en el Tercer Mundo y otras cosas que no comparto. Prefiero la idea de un artesano que hace su pequeña obra que, aunque es más cara, te va a durar. Y que tiene alma, más que las cosas que se hacen en grandes producciones y que se desvirtúa un poco.
–Tiene una faceta de DJ.
–Y la llevo bien. Empecé por casualidad. La música siempre me ha gustado. Quise tocar un instrumento. Me puse a aprender el ukelele, di clases de guitarra y me di cuenta de las horas que necesitas para tocar bien (risas). De hecho, coleccionaba instrumentos raros. Fue una amiga quien me dijo que pinchara con ella. Así me inicié, como en un juego y, de repente, se convirtió en un trabajo. Ahí dejé de coleccionar instrumentos y tocarlos. Llenó un vacío (risas). Nunca lo tomé en serio. Creía que era una moda pasajera, pero sigo pinchando.
–¿Cómo le influye la moda?
–En los estampados, sobre todo. De la moda me interesaba la parte artesanal, trabajar con las manos y la parte creativa. Quiero hacer estampados, pero en todo. Cuando hago ilustraciones pienso en estampaciones.
–¿Cómo lleva que la llamen bohemia?
–A saber lo que entienden por eso. Bohemia... Me dedico a hacer cosas creativas, pintar, diseñar, voy a exposiciones, conciertos. Si es eso... Siempre supe que quería hacer algo artístico, pero no sabía el qué. Me gustaba hacer trabajos con las manos y disfrutaba mucho. Yo no quería ir a la playa y me quedaba en casa haciendo manualidades.
–¿Le repercutió el ambiente cultural en la formación?
–Sí, porque tenía intereses artísticos. Pero hoy todo el mundo que tiene una vocación cultural puede acceder a la cultura. En Madrid tienes el Prado, el Thyssen... puedes ir a ellos. Además, la información está disponible. Me siento privilegiada, pero hoy no existen excusas para que alguien se introduzca en el arte.

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