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Cervantes, no todo es blanco o negro

Jordi Gracia publica una exhaustiva biografía del escritor, un recorrido por su vida que ilumina la evolución de su pensamiento y mentalidad.
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Jordi Gracia publica una exhaustiva biografía del escritor, un recorrido por su vida que ilumina la evolución de su pensamiento y mentalidad.
Jordi Gracia ha modelado a su Miguel de Cervantes con una abundante documentación, dando así al novelista una pátina histórica que lo aleja de los tópicos y los lugares comunes, que es por lo que se escriben precisamente las biografías. A la suya la ha subtitulado «La conquista de la ironía», porque, aparte del hecho histórico, también le interesa dar la dimensión humana, o sea, su intelectualidad, las trigonometrías varias de su mentalidad. El hombre crece, pero el pensamiento evoluciona y Gracia muestra cómo Cervantes partió de la idealización del soldado/poeta, que contaba con referencias claras, como eran Garcilaso de la Vega o Diego Hurtado de Mendoza, para después ir alcanzando cuotas morales más altas. «Para él, ser hombre de armas y escritor forma parte de la más alta ambición posible. A pesar de la formación que recibe de López de Hoyos, no renuncia a las armas. Nunca lo hará y, hasta el final de sus días, evocará a los soldados que aún estaban cautivos en Argel», comenta el filólogo. En su minuciosa semblanza, Gracia va dando cuartel de los diferentes episodios novelescos, crueles, fatídicos o gloriosos que compusieron su vida, y recuerda que el Cervantes del primer teatro «es un militante de la causa católica. La comprensión de las virtudes de un musulmán resultó para él un aprendizaje más lento, que es el que expresa en “El Quijote”».
Este Cervantes no es el mismo al principio de su biografía que en los capítulos finales. No es que envejezca el personaje, es que su pensamiento va trasladándose de un punto a otro, y es justo esto lo que va dándole su interés. «Con “El Quijote” –apostilla Gracia– intenta romper el esquema mental de Occidente, el esquema de lo blanco y lo negro, y construir una figura modélica que es a la vez ridícula, pero conmovedora; que es un chiste ambulante y la vez nos sorprende al sacarnos una risa sarcástica. Es una vía para la comprensión más cabal de la condición humana, de sus virtudes más admirables y, también, de lo más ridículo que tiene».

Valor icónico

Gracia, que considera el número de los «huesos de Cervantes» puro «marketing político de Ana Botella. Se hizo a mayor gloria de ella», admite estar sorprendido por la escasa relevancia que tienen los actos en memoria de Cervantes en comparación con los de Shakespeare. Luego subraya que «el valor icónico de Don Quijote lo ha convertido en un instrumento para defender lo esencial del hombre. Los que se identifican con él, reconocen la modernidad de su planteamiento para defender la alegría, la jovialidad y el humor como parte de la condición más honda del ser humano».
Nadie, sin embargo, reparó en que «El Quijote» se convertiría en una de las grandes cimas de nuestra literatura hasta que lo hicieron los ingleses. «Ni nosotros ni nadie lo valoraron en un principio. Este libro no desaparece del consumo literario, pero no entra en la literatura respetable en su época ni tampoco después. Resultó tan revolucionario que Occidente sólo supo apreciarlo cuando se le reivindicó más tarde, como, por ejemplo, con “Tristram Shandy”. Era tan moderno, que esta novela tuvo que esperar a que el tiempo pasara y llegara a él para que nosotros fuéramos capaces de apreciarla», concluye.