Estreno

Crítica de “Bones and All”: matar (de un mordisco) al padre ★★★☆☆

Un fotograma de "Bones and All"
Un fotograma de "Bones and All"ImdbImdb

Director: Luca Guadagnino. Guion: David Kajganich, según la novela de Camille DeAngelis. Intérpretes: Timothée Chalamet, Taylor Russell, Mark Rylance, Michael Stuhrbarg. Italia, 2022. Duración: 131 minutos. Terror.

El canibalismo es, ay, una metáfora. Hay una pronunciada inclinación en el cine de Luca Guadagnino hacia lo oblicuo: el subtexto, el sí pero no, el mírame y no me toques. James Ivory se quejaba de que las escenas de desnudo masculino que había escrito para “Call Me By Your Name” habían desaparecido. ¿Cómo filmar, pues, a un caníbal? Pensando en lo que significa desde un punto de vista freudiano: la antropofagia es matar al padre. Ahí tenemos un tema: no se trata, pues, de enfrentarse al tabú desde el género de terror, rebañando hasta los tendones, sino de buscarle la excusa de los conflictos paternofiliales. Por eso en “Hasta los huesos” no existe la protección de los adultos, que han desaparecido del mapa, que se han vuelto locos o que resultan una amenaza. Lee y Maren (Chalamet y Russell hacen muy buena pareja, podrían haberse escapado de un editorial de moda en plan ‘dirty chic’) son huérfanos que sobreviven en los márgenes, reproduciendo el itinerario universal de los arquetípicos ‘lovers on the run’, modelo “Malas tierras”, en el fotogénico Medio Oeste americano, en ese pleistoceno sin móviles ni redes sociales, donde la identidad todavía podía ser un secreto.

Lee y Maren parecen haberse escapado de la base militar estadounidense de “We Are Who We Are”, la notable serie sobre el ‘angst’ juvenil que Guadagnino facturó para la HBO. Es la película que realmente despierta el interés del cineasta italiano: la del romance maldito, perseguido, que funciona como contradiscurso libertario al de la generación de sus mayores. Otra cosa es cómo el director de “Suspiria” se enfrenta al canibalismo. A este crítico le da la impresión de que nunca acaba de creérselo, que no abraza la causa del tabú como muestra descarnada de un devenir-animal que no conoce de metáforas filiativas. En el clímax final, cuando debe mirar a los ojos a lo que significa el canibalismo en el imaginario colectivo, prefiere cerrarlos y poner una canción ‘folk’. Privado de imagen prohibida, el canibalismo se convierte en pretexto para singularizar una propuesta que, de otro modo, habría sido solo una película ‘indie’ un tanto anacrónica, filmada con una cierta sensibilidad para acercarse al cuerpo juvenil y estetizarlo. Decíamos que el canibalismo es metáfora (también católica y apostólica: comerse el cuerpo de Cristo), pero tal vez sea maquillaje.

Lo mejor

Lo que tiene de ‘road movie’ juvenil, que romantiza la rebeldía añorando la estética del cine ‘indie’ de antaño.

Lo peor

Cuando Guadagnino quiere hacer cine de género, parece que no acaba de confiar en él.