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Cine
Queridos amores perros
En "Black Dog", su nuevo trabajo premiado en Cannes, el prestigioso cineasta chino Guan Hu transita por los parajes del desierto del Gobi para narrar el vínculo entre un expresidiario y un perro callejero

En una humilde y anestesiada región enclavada en las dilatadas extensiones del oeste de China invadida por perros callejeros, donde el desierto del Gobi se extiende imponente como la enorme boca de un muerto, transcurre poética y misteriosa la última propuesta cinematográfica del cineasta chino Guan Hu. A diferencia de la novela de Vargas Llosa, los perros y la ciudad son elementos que pertenecen a la literalidad de su significado, a la dimensión real de lo que prometen, mediadores de un vínculo profundo, protagonistas absolutos de una historia que sucede sin palabras; pero algo o mucho de esas dinámicas complejas de dominio y sumisión entre los animales –en la novela del escritor peruano identificados con los cadetes de una violenta institución militar y en la cinta en cuestión con una multitud de chuchos– y los hombres, entre los integrantes de la naturaleza viva y la domesticación del entorno, está presente en "Black Dog".
Tras un exitoso paso por la pasada edición del Festival de Cannes, donde se alzó con el premio Una Cierta Mirada, y por la Seminci, donde consiguió el de Mejor Dirección y Mejor Fotografía por el trabajo visual extremadamente estetizado y lírico que lleva a cabo Weizhe Gao, aterriza en salas españolas esta película nacida de la observación autoral de Guan Hu hacia los cambios que han ocurrido en China los últimos veinte años y sus repercusiones sobre el individuo con el propósito de reflexionar sobre la conexión entre dos almas marginadas que se acompañan para sobrevivir: Lang, un exconvicto introspectivo y solitario necesitado de redención interpretado por un magnético Eddie Peng, y un precioso y escuálido galgo callejero negro inicialmente violento.
Considerado uno de los pioneros de la sexta generación de directores chinos y experto en destacar el enfoque humanista de personas ordinarias y sencillas que perciben y sufren las transformaciones de su país, no es de extrañar que en esta ocasión Hu vuelva a optar por un enfoque profundamente intimista en el tratamiento del contexto en el que se desarrollan los personajes a través de la simplificación de la puesta en escena, pese a la belleza trágica que encierra.
Preguntado en entrevista por la habitual aparición de los animales en varios de sus anteriores filmes –desde caballos, vacas o avestruces como ocurría en "Mr. Six" hasta perros, como es el caso de esta cinta–, el director reconocía que "si hay animales en mis películas es ante todo porque creo que todos tenemos una parte animal que duerme en nuestro interior. Una animalidad que puede manifestarse cuando necesitamos mostrar coraje o desafiar a la autoridad, como una especie de naturaleza primitiva que a menudo elegimos dejar dormida. Lo cual me parece lamentable".
Comportamientos erráticos
Esa mencionada animalidad se transparenta en algunos de los comportamientos erráticos –incluso gestos atribuidos a su propia rotundidad física– de Lang, quien muestra a veces durante ese proceso de búsqueda por la carretera, de acoplamiento y reintegración en la sociedad tras su salida de prisión, instintos similares a los de su acompañante perruno, que primero le muerde la misma mano que después terminará lamiendo como muestra de amor inagotable, purísimo, limpio,desinteresado, como prueba física de una fidelidad insustituible por el afecto de cualquier humano. Existe una antigua leyenda china que cuenta la historia de Erlang, dios de la mitología china representado a menudo con un perro esbelto y famélico a su lado, que alivia su soledad mientras recorre los cielos. El director reconoce que se inspiró en esta figura para otorgarle el nombre a su particular antihéroe.
Al parecer, el vínculo entre Lang y el perro negro, Xin –esa hermosa y sensible escena de necesidad de resguardo durante el granizo queda automáticamente asociada a la bondad compartida de ambos– ha sido tan fuerte dentro y fuera de la pantalla que Peng lo adoptó junto a otros dos cachorros nacidos en el set. Juntos hasta el final divisorio del recorrido del cielo. Juntos hasta contemplar la última línea de carretera que delimite un horizonte lleno de futuro. Tenga la forma que tenga.
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