«Dantza»: cómo hacer música con una azada
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La cartelera navideña esconde, a veces, pequeñas joyas, auténticas «rara avis» como ésta. «Dantza» es un musical que recorre músicas y bailes del País Vasco, un viaje a las raíces ancestrales de la danza. Al igual que sucede con el euskera, explica Telmo Esnal, director de la cinta, «no es posible rastrear el origen de los bailes vascos». Buena parte de la cinta se centra en ese mismo atavismo y en el concepto de tierra, en el ciclo de las estaciones y en los oficios ligados a la naturaleza. «Dantza» se abre, de hecho, con una coreografía a partir de las azadas de los labriegos.
Juan Antonio Ubeltz ha realizado las coreografías del filme, que cuenta con un imput de investigación etnográfica importante. Pero, a diferencia de los musicales de Saura, que han sido en parte referentes de esta película, Esnal, que fue «dantzari» en su juventud, ha querido recrear una historia plagada de simbolismos en vez de una sucesión de espectáculos: «Hay distintas etapas del hombre y de la naturaleza. Queríamos contar una historia cícilica, un año completo, de invierno a invierno, y dentro de ello el paso del tiempo cronológico». Desde las sociedades primitivas a las cortes.
Asegura Esnal que el folclore vasco, «un mundo campesino y rural, con un baile muy singular», está conectado a pesar de su excepcionalidad con conceptos universales y que se encuentran en otros lugares de Europa. No obstante, lamenta, el resto de España y el País Vasco en lo que a este filme respecta, viven de espaldas a este riquísimo patrimonio. «A la gente le suena a una cosa pasada», asegura. Su filme aspira a mantener viva la memoria de las tradiciones.