«Hijo»: ¿Quieres saber la verdad, padre?
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Jaime, ese hombre de la foto (Jose Coronado, sin él, otro gallo cantaría en más de una película española), es cirujano, opera durante toda la noche y, luego, cuando llega a casa, come algo solo en la cocina, siempre caliente del horno, y se acuesta.
Director: Miguel Ángel Vivas. Guión: M. Á. Vivas y Albetro Marini. Intérpretes: José Coronado, Pol Montañés, Ana Wagener, Sergio Castellanos. España, 2018. Duración: 103 minutos. «Thriller».
Jaime, ese hombre de la foto (Jose Coronado, sin él, otro gallo cantaría en más de una película española), es cirujano, opera durante toda la noche y, luego, cuando llega a casa, come algo solo en la cocina, siempre caliente del horno, y se acuesta. Así cada día, todos los días. Y siempre duerme junto a su mujer, apenas unas sombras difusas entre las sábanas, con la que suponemos que habla poco por esas vidas paralelas presentidas. En la imagen está mirando a uno de los dos hijos que tiene el matrimonio, el todavía adolescente y encantador Marcos, con el que en sus escasos ratos libres se marcha temprano a correr mientras el joven le recrimina que no haya dejado aún el tabaco. Eso era antes, claro, porque hoy el joven vegeta con el rostro reventado y enganchado a una máquina en el hospital tras haber recibido una brutal paliza a las puertas de una sucia y atestada discoteca. La justicia parece atada de pies y manos para actuar, de ahí que un absolutamente desesperado protagonista decida encontrar él mismo a los culpables. Comienza la bajada a los infiernos, esa tan americana de un hombre que busca ciego de ira la venganza por sus propios medios cuando el sistema no responde, sino que solo comunica. En una lluviosa, oscura y casi en ruinas Sevilla (aunque de acento haya poco) con una radio que solo escupe noticias sobre violaciones, sobre el paro, el racismo y la corrupción, las que oye en el coche Jaime cada vez que conduce hasta el trabajo como un autómata y que huele a soledad y tedio, aunque el guión no haga hincapié en dichas derivas, y entre garitos de polígonos donde los jóvenes enganchados al móvil se transforman en gente peligrosa y extraña, transcurre el violento, duro y pesimista thriller realizado por Miguel Ángel Vivas en el que un personaje llevado al límite debe terminar aceptando la verdad, aunque ello signifique muy probablemente que jamás vuelva a sentir las manos limpias. Por mucho que, cada madrugada, sea las mismas que enjabona de manera escrupulosa para intentar devolverle a otro la vida.