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José Luis Garci: "¿Cómo puede una ley regular la memoria histórica? Cada cual tiene la suya"

Hablamos la tarde antes del estreno de «El crack cero», que llega hoy a las salas. La promoción ha sido agotadora, pero el director se muestra ya más relajado. Ha devuelto a Areta a la vida. Y eso merece un dry martini
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Hablamos la tarde antes del estreno de «El crack cero», que llega hoy a las salas. La promoción ha sido agotadora, pero el director se muestra ya más relajado. Ha devuelto a Areta a la vida. Y eso merece un dry martini.
Garci dejó de fumar en 2006. De un minuto para otro. Y no lo ha echado en falta. «Puedo fumarme un pitillo o un canuto de manera puntual y no volver», dice. Hoy estrena «El crack cero», la vuelta de Germán Areta al cine, una película en blanco y negro que habla de los inicios del detective que actualmente encarna Carlos Santos y ayer fue Alfredo Landa. Para la película ha utilizado parte de su oficina como decorado. Hasta las dos copas de dry martini con que brindan Germán y Adela son suyas. «Tengo ganas de ver ya cómo funciona en taquilla. En la premiere había muchos amigos y es difícil calibrar si ha gustado o no».
–Usted ha dejado de fumar, pero en «El crack cero» Areta enlaza casi un pitilllo con otro... El suyo es otro cine.
–Yo empecé con el tabaco a los 15 años. Era lo que daba la época. Veías a las mujeres fumar en el cine y te producían cierta fascinación, porque antes en las películas ellas fumaban. Y hoy se vive un repunte. La película se sitúa en el 75. El tabaco mandaba. Mira, «Qué bello es el cine» fue el último programa en que se permitió fumar en la televisión. Menudo humazo había...
–Le decía que el suyo es otro cine, quizá porque el suyo sea otro mundo.
–Es que no soy de este mundo. Mi cine, esta película son analógicos, lo mismo que yo, y refleja una época concreta, el año 1975. Ahora la vida es bastante mejor.
–¿Por eso la ha rodado en blanco y negro?
–Porque recoge perfectamente tanto los tejidos como la ropa y la luz de la época, sobre todo, las de las lamparitas de las mesillas, por ejemplo. Luego está la música de Jesús Gluck, el saxo , y ese Madrid de la época para el que no hemos tirado de archivo, sino que son planos filmados de otras películas acoplados al formato. El lenguaje de los personajes tampoco es el de hoy, como no lo son las costumbres. Es un mundo en el que hay comunicación y en el que no hay más teléfono que el de fichas. Y ese mundo ha desaparecido.
–¿Cree que va a gustar al público de hoy?
–He buscado un filme que hiciera sentirse cómodo al espectador, que le echara los brazos al cuello, que le protegiera. Y he tratado de que ese confort traspase la pantalla. El equipo formado por los jóvenes, que sería como decir el mes de mayo, y yo, ya en la senectud, el equivalente a diciembre, ha funcionado. No necesito drones, sino filmar como Howard Hughes, con la cámara a la altura de la mirada.
–Y después está la nostalgia de Garci.
–Si los planos no fueran otoñales me preocuparía. Tengo la edad que tengo. Si hubiera nacido en esta época quizá llevaría tatuado el nombre de Billy Wilder, el pelo como Jesucristo y me pasaría las horas mirando películas en el teléfono. Pero estoy en mi tiempo, aunque sin móvil, sin redes, sin correo electrónico ni nada. No lo critico pero se abusa de ello.
–¿Habrá otra película después de ésta?
–No me atrevo a decir que no, aunque me parece que no voy a hacer más cine.
–Lo dijo también hace siete años y aquí está «El crack cero».
-Sí, pero no lo echaba de menos. Tenía el boxeo, el fútbol, los cócteles, mis dry martini, las charlas con amigos, ver cine..., un estrés. Me ha dado tiempo a escribir libros, a escuchar la «Heroica» de Beethoven, a pasear por El Retiro. Hay tantas pasiones en la vida que renunciar a una... Tenemos que estar abiertos a todo porque los placeres son muchos. Vivir es irrepetible. Lo que no hagas aquí parece que va a ser difícil que lo puedas volver a hacer en otro sitio.
–Estrena al mismo tiempo que «Joker», que no es mala competencia.
–Iré a verla, tengo mucho interés. La maniobra para venderla es estupenda, con toda esa campaña avisando de los peligros, de que no la vean los niños. Me quito el sombrero. Es el lado oscuro de los superhéroes, aunque me hubiera gustado estrenar con Woody Allen.
–Pone el dedo en la llaga.
–En su caso se pone de manifiesto el tema de la falta de libertad a la hora de expresarse hoy. Mia Farrow tenía 17 años cuando se casó con Sinatra, pero eso no se puede recordar porque hoy hay que ser políticamente correcto. Yo he visto cómo actuaba Harvey Weinstein en Hollywood. Puede que las acusaciones sean ciertas, pero también había autobuses cargados de chicas que llegaban a los despachos, aunque decirlo no están bien visto.
–¿Y si traemos el tema de los abusos a España, los ha habido?
–Aquí se ha hecho un cine fantástico y siempre ha habido ligues en los rodajes. Que en 70 años solo haya salido Conchita Velasco diciendo que un productor le tocó el culo habla muy bien de nuestra industria. Además, es un asunto de poder, no de machismo. El rey del cine es aquel que hace más dinero en taquilla. Greta Garbo era la reina y cobraba diez veces más que Robert Taylor. ¿Y qué? Hoy lo es Brad Pitt.
–Es la dictadura de la corrección.
–Hoy se tiene miedo a decir estas cosas en alto, pero yo lo hago porque ya estoy al otro lado del viento. A mí me decían que por qué iba a empezar la película con la escena en que un hombre pega a una mujer en un bar, que no se iba a ver bien que quienes estaban allí no levantaran la vista, pero era lo que se hacía en ese momento, se miraba hacia otro lado.
–La de la película es la España en que Franco acaba de morir y casi 45 años después vuelve a estar vivo. ¿Qué opina de la exhumación?
–Nunca he ido al Valle de los. Ahora, con la cantidad de temas importantes que hay...
–¿Y si le ofrecieran militar en un partido político?
–No lo haría porque dedicarse a la política exige anular tu personalidad y yo no valgo para eso. Cuando empezamos una conversación con el «nosotros somos», mal vamos. En eso se parece mucho al fútbol. Uno del Madrid jamás reconocerá que Messi es un gran futbolista, Y al contrario.
–¿Qué cree que va a pasar el 10 de noviembre?
–Puede que suceda lo mismo y volvamos de nuevo a empezar. Si estos políticos, los de hoy, hubieran estado en el 78 jamás se habrían puesto de acuerdo, quizá porque a los de antes les importaba España. Y estamos hablando de que se sentaron en la misma mesa Carrillo y Fraga. Por eso nuestra Transición fue ejemplar.
–¿Y a los dirigentes de ahora no les importa España?
–Hoy las heridas se reabren. ¿Cómo puede una Ley regular la memoria histórica? Yo tengo la mía y tú tienes la tuya. Los rencores han vuelto a surgir y estamos cada vez más encabronados. Lo único que nos une son las catástrofes, ahí lo damos todo. Yo soy un chico de la posguerra que ha vivido las cartillas de racionamiento y que no es ni de un lado ni de otro, sino de esa tercera España de Marañón.
–¿Orgulloso de ser español?
–Siempr. España es un país maravilloso y de primerísima línea que hemos hecho entre todos. El problema es que no nos queremos nada. No entiendo por qué se habla de un «Gobierno central» para hablar del Gobierno de España. ¿No es éste el único que hay? Como tampoco entiendo por qué no hay un único libro de Historia de España para estudiar. O el lema del PSOE: «Ahora España». ¿Y antes no?
–¿Ve solución al tema de Cataluña?
–No. No lo pudieron solucionar ni Rajoy ni el Gobierno socialista. Los independentistas tienen una vía, que voten, pero que no hagan nada por encima de la ley. La actuación del juez Marchena ha sido impecable. Ahora han de aceptar el resultado aunque no guste. Esa es la verdadera educación democrática.