Omar Sharif: se va el Doctor Zhivago
El célebre actor egipcio, de 83 años, falleció en El Cairo debido a un infarto. El mundo lo descubrió en «Lawrence de Arabia», pero todos lo recordaban por su romance con Lara en la mítica película de David Lean
Fueron sus ojos oscuros, enmarcados por unas cejas espesas y negras y unas profundas ojeras, los que dotaban a su rostro de una turbadora belleza mediterránea. Nacido en Alejandría, de padre libanés y madre siria, Omar Sharif era el hijo de una relevante familia que alternaba con la alta sociedad de Egipto. Estudió en el Victorian College y tuvo como compañeros de clase al director Youssef Cha-hine y el crítico del post-colonialismo Edward W. Said, autor de «Orientalismo». Antes de la revolución egipcia de 1952, el príncipe Faruk frecuentaba la casa familiar de los padres de Sharif y era compañero de cartas de su madre. No es extraña su afición al juego de naipes, especialmente al bridge, del que fue un experto, ni la elegancia con la que actuaba, y por la que acabó orientando su vida al cine. Su apostura varonil y sus maneras suaves y aristocráticas acabaron convirtiéndolo en el actor romántico de moda del cine egipcio en los años 50.
De Arabia a Rusia
Después de doctorar en Alejandría en Matemáticas y Física, estudió en la Royal Academy of Dramatic Art en Londres. En los años 50 debutó como pareja romántica de la actriz más famosa de Egipto y del mundo árabe, Faten Hamana, con la que formaría la pareja romántica del cine árabe por antonomasia y también en la vida real. Se casaron en 1955 y el matrimonio permaneció unido hasta 1973. La intérprete, una leyenda viva del cine, considerada como «Lady of the Arabic Screen», murió este mismo año, meses antes de que el hijo de Omar Sharif reconociera que su padre padecía alzhéimer. Además de su incuestionable belleza, Omar Sharif era un magnífico actor que había comenzado su carrera con uno de los mejores directores egipcios, iniciador en los años 50 del realismo en el cine, Youssef Chahine.
Tras una popular carrera como galán, fue seleccionado en un casting para el papel de Sherif Alí por David Lean en 1960. La pareja formada por Omar Sharif y Peter O´Toole fue una de las grandes bazas de «Lawrence de Arabia» (1962). La lenta aparición de Omar Sharif en «Lawrence de Arabia» en la escena del pozo en medio del desierto, montado en un camello y con el rostro cubierto, es aún recordada como un momento crucial del cine moderno, y una espectacular forma de mostrar a uno de los protagonistas, aún desconocido.
La primera parte del filme es un cara a cara interpretativo de altura entre los dos magníficos actores por cuyo trabajo Peter O’Toole consiguió el Oscar al mejor actor y Omar Sharif fue nominado al mejor actor secundario y lo consagró como una estrella internacional del cine en todo el mundo. Pero la película que le otorgó la fama absoluta fue «Doctor Zhivago» (1965), interpretando el papel del poeta y médico Yuri, junto a Julie Christie. La pareja vive una apasionada historia de amor y desencuentros atrapados en medio de la Revolución rusa. De nuevo un filme épico de David Lean, pero que esta vez le daba a Omar Sharif el rol protagonista, privilegiando la visión romántica de la novela de Boris Pasternak.
Definitivamente, Omar Sharif entraba en la estela de los grandes amantes épicos como un nuevo tipo de sex-symbol. En esta nueva etapa internacional, volvía a los orígenes de su reputación de conquistador de formas suaves, mirada turbadora y una elegancia que no perdía en medio de la sanguinaria Revolución de Octubre. Su mirada profunda y conmovedora contrastaba con la belleza inasible de Julie Christie en el papel de Lara. Una fascinante historia de amor que potenciaba la música enternecedora de Maurice Jarre.
El actor egipcio representaba un nuevo tipo de símbolo sexual, alejado del Rodolfo Valentino disfrazado de Sheik árabe. A su lado, él era auténtico, verosímil, justo cuando en los años 60 cambiaba la forma de ver el mundo colonial y el cine comenzaba a reconocer que el realismo y la naturalidad estaban reñidas con los estereotipos étnicos que hasta entonces había establecido el cine de Hollywood.
A partir de ese momento, Omar Sharif tendrá dos papeles en el cine: el del actor marcado por su físico del mediterráneo oriental, asimilado a papeles exóticos, y el galán romántico que interpreta en las dos versiones de la vida de Fanny Brice, «Funny Girl» y «Funny Lady», junto a Barbra Streisand. Al encarnar el papel de un jugador judío tuvo problemas con el Gobierno egipcio. Al comentarlo con Streisand ésta le dijo: «¿Tu crees que El Cairo está preocupado? ¡Espera a leer la carta de mi tía Rose!».
Bien mirado, ambos roles acabaron por ser el mismo. El rostro de Sharif condicionaba el tipo de historias románticas que interpretaba. Junto a Sophia Loren era el Príncipe español Rodrigo Ferrante y Dávalos en «Siempre hay una mujer» (1967), y en «Mayerling» (1968) era el Príncipe Rodolfo de Austria y su amante la Baronesa Mary Vetsera, que interpreta Catherine Deneuve. El estereotipo del héroe romántico volvía a imponerse en fantasías de época, alternado con galanes actuales emparejados con bellas actrices internacionales.
Blake Edwards lo escogerá para que protagonice junto a su mujer, Julie Andrews, el filme romántico «La semilla del tamarindo» (1974), mientras que recurrirán los clásicos directores de Hollywood como Richard Fleischer para dar vida a figuras históricas como «Genghis Khan» (1965) y el revolucionario comunista Ernesto Che Guevara en «Che» (1969). Le seguirían los biopics de San Pedro y Pedro el Grande y papeles exóticos como el afgano Uraz en «Orgullo de estirpe» (1971) o el príncipe Hasan en «Ashanti» (1979). En los últimos años,Sharif interpretó telemovies y un papel que consiguió colocarlo de nuevo frente a una interpretación conmovedora y de gran envergadura dramática: «El señor Ibrahim y las flores del Corán» (2003), de François Dupeyron, por el que ganó el César al mejor actor y el León de Oro en el Festival de Venecia.