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Óscar Jaenada: «Al final fue Cantinflas quien jugó con Mario Moreno»

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Actor. Después de dar vida a Camarón, el intérprete se enfrentó a una prueba de riesgo: dar vida al cómico mexicano. La película llega a España con dos años de retraso
No llevaba ni tres días en México DF y ya acaparaba los titulares. ¡Un gachupín se atrevía a «robar» un emblema nacional! El hombre que se definía como «México» iba a transformarse en un señor de Esplugas de Llobregat. Un insulto para unos y un reto para Óscar Jaenada: «Eso te encierra y te hace trabajar más. Saber que tu respuesta es el cine». Y no estaba allí para hablar de Mario Moreno Cantinflas, sino de Mario Moreno y Cantinflas. Artista y personaje. Pausa frente a verborrea. Uno rápido e intuitivo, otro calmado y casi desconocido.

Con la cara roja

Lo cuenta con el buen rollo que transmite un tipo así, pero no olvida la «vergüenza» que le ha supuesto llegar a España, su país, con dos años de retraso: «Todavía voy con la cara roja». Antes del enfado, todo empezó cuando leyó que se iba a rodar el largo. Tenía que enviar una cinta para el casting, pero nada que ver con que fuera Camarón en 2005. Como diría el propio Cantinflas, «hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos». Había que lanzarse e ir. «El cine son sensaciones, piel. Hice la prueba y supe que iba a ser mía». Era una figura que le llamaba especialmente la atención por el Mario Moreno Cantinflas, de corrido. Dos seres en uno. «Un actor unido a un personaje no es un actor. Se necesita empatizar con 27. Ese aprendizaje que te da convertirte en otra persona. Uno se lleva países enteros y con esta película siento que he estado viviendo en México veinte años».
Y es que el camino de Jaenada para convertirse en estos dos personajes ha rozado la enfermedad. O la profesionalidad. «Estamos hechos para esto. Pedí todas sus actuaciones en teatro, corridas de toros, películas... Ver, ver y ver. Contraté una profesora de baile, amiga de Mario, para que me enseñara ese “flow”, al mejor imitador que hay en televisión, a un foniatra para que me enseñara a respirar como un mexicano, más lento debido a la altitud, y a poner el fonema de la “s” en su punto exacto...». Para Mario Moreno fue muy distinto, tuvo que hacer calle y buscar a un desconocido –«fue muy difícil llegar a él»– para llegar a una conclusión: «Fue un grandísimo empresario que culturalmente se dejó capar por su personaje, al que decidió vender. Jugó con Cantinflas y al final Cantinflas jugó con él».