«Profesor en Groenlandia»: Sentir la nieve

Director: Samuel Collardey. Guión: S. Collardey, C. Paillé, G. Debailly. Intérpretes: Anders Hvidegaar, Asser Boassen, Thomasine Jomathassen. Francia, 2018. Duración: 94 minutos. Drama.

Todos tenemos prejuicios porque es sumamente difícil no caer en ellos, porque los humanos necesitamos saber, o intuir, o elucubrar, que alguien está peor que nosotros mismos. Así nos sentimos menos infelices. Como le sucede al padre de Anders, que rechaza la idea de que su hijo, un profesor recién licenciado, decida dejar Dinamarca y trabajar en un pequeño pueblo perdido y helado de Groenlandia dando clases de su idioma natal aunque a los niños y los adultos les importe un bledo. El habla de los colonos. «Allí no saben qué hacer con el tiempo y por eso siembre beben», dice el hombre sin mirar al hijo, porque deseaba dejarle en herencia la granja de la familia, ocho generaciones ya, pero Anders no soporta imaginarse una vida así. Pequeño pueblo, decíamos, y tanto: los 80 habitantes (todos actores no profesionales) le dan una no menos gélida bienvenida al joven, que, pronto, nota que lo tratan igual que si fuera invisible, ni tan siquiera a un extraño lo ningunearían así. Muerto de frío y en una casa donde casi nada funciona, Anders acabará sin embargo adaptándose a las existencias de estos hombres y mujeres acuciados por el paro, que no quieren olvidar su propias tradiciones y que entierran de blanco a los seres queridos (el ataúd, la iglesa, la cruz de preside el cortejo fúnebre, todo inmaculado...), y cuestionándose ciertas ideas centroeuropeas. Con una excelente fotografía e inmersos en unos paisajes bellos y duros, Samuel Collardey sabe inyectarle verdad y realismo costumbrista a esta sucesión de escenas cotidianas. Pero, sobre todo, una íntima y cálida, aunque no deje de nevar casi nunca, emotividad que no sabe de prejuicios.