Con las tablas en la sangre
El tiempo, ya saben, huye irreparablemente. Se van yendo los grandes de nuestra escena. Amparo Soler Leal, hace unos días, María Jesús Valdés que –me recuerda Rosario Calleja–, murió hace dos años, los que se cumplen el próximo día 12. Amparo Rivelles, ayer. Las dos, Rivelles y Valdés, trabajaron en su madurez a las órdenes de Juan Carlos Pérez de la Fuente, que esta misma semana perdía a otra mujer importante en su vida, su madre. Rivelles deja abierta la página aún por terminar de escribir de la saga a la que perteneció. Aunque no se casó, tuvo una hija, María Fernanda, bautizada en honor de su madre, pero ésta no se ha dedicado a la actuación. Sin embargo, el ADN teatral sigue vivo, pues la Rivelles era parte de una saga fundamental de actores y actrices. Pocas familias han tenido tanta importancia en la historia del teatro y el cine españoles como la suya. Era hija de los actores Rafael Rivelles (1898-1971) y María Fernanda Ladrón de Guevara (1896-1974), una gran actriz que debutó con María Guerrero, y nieta por parte del primero de Jaime Rivelles y Amparo Guillén. Las raíces teatrales de su familia paterna incluso se remontan más atrás, a sus abuelos. Su madre se casó en segundas nupcias en 1933 con Pedro Larrañaga Ruiz Gómez (1887-1944), con lo que Amparo se convirtió además en hermana de madre del hijo de ambos, Carlos Larrañaga, nacido en 1925 y doce años menor que ella, otro que nos abandonó el año pasado. Así, era tía de los hijos de éste, Juan Carlos Larrañaga, Amparo Larrañaga, Luis Merlo y Pedro Larrañaga, y desde hace algunos años tía política de Maribel Verdú, casada con este último.
Los vínculos de Amparo Rivelles, más allá de los afectivos, por el cariño que le profesaba el público y buena parte de la profesión teatral, se extienden como las ramas de un árbol: fue cuñada de María Luisa Merlo, la madre de los hijos de Carlos Larrañaga, excepto de Juan Carlos, fruto de una relación anterior. Esta actriz, a su vez, procede de otro pilar familiar de la escena española, el que pasó por Ismael Merlo y María Luisa Colomina. Y, después, Carlos la convirtió de nuevo en cuñada de otro nombre importante de nuestra escena, al casarse con la dramaturga, actriz y directora Ana Diosdado.