Estreno
Crítica de "La mercancía más preciosa": la animación después de Auschwitz ★★ 1/2
Dirección y guion: Michel Hazanavicius basado en la novela de Jean-Claude Grumberg. Voces originales: Dominique Blanc, Grégory Gadebois, Antonin Maurel. Música: Alexandre Desplat. Francia, 2024. Duración: 81 minutos. Animación.
Por supuesto que se puede dibujar el Holocausto. El ejemplo más célebre es “Maus”, la extraordinaria, perturbadora novela gráfica de Art Spiegelman, pero incluso en ella había una intención fabulatoria, en la que la animalización de los personajes estilizaba la realidad para que hacer visible las miserias de la Historia resultara más tolerable, y a la vez pudiera provocarse una distancia crítica en nuestra mirada. Es evidente que a Michel Hazanavicius no le conviene esa distancia, porque “La mercancía más preciosa” insiste en representar lo irrepresentable.
En esa poética del subrayado abyecto de los cadáveres amontonados y los rostros demacrados de los judíos, que ha servido para definir la imagen corporativa de los campos de concentración, el espectador debería ver el contraplano de las víctimas del pueblo palestino, pero ese no es el objetivo del director de “The Artist”. Inspirándose en el libro de Jean-Claude Grumberg, la película podría haber creado su “zona de interés”, parafraseando al magnífico filme de Jonathan Glazer, si hubiera mantenido fuera de cuadro las alambradas y los hornos crematorios, y se hubiera centrado en el drama macabro de una pareja de leñadores que decide cuidar a un bebé arrojado desde uno de los trenes que viaja hacia uno de los campos de exterminio.
Nada malo que decir sobre la animación, en algunos momentos muy hermosa, como evocando una de esos cuentos ilustrados que les leemos a los niños para que se duerman. En esa “zona de interés” en medio de un bosque, percibimos primero la entrega incondicional de la nueva madre y luego el deshielo de un padre adoptivo que se resiste violentamente a serlo, consciente de lo que significa ese gesto cuando el antisemitismo parece haber invadido todos los rincones del mundo.
Hazanavicius no se conforma con mostrarnos este lado de la historia, ha de darle la vuelta a la moneda, enseñarnos de dónde procede ese bebé, qué ocurre con su familia de camino a Auschwitz. Es el mayor error de la película, sobre todo teniendo en cuenta que el cine ha insistido en hacer memoria del periodo, que el modo en que el director de “Mal genio” trabaja con la imaginería del Holocausto acarrea con una responsabilidad moral que, en este caso, no hace más que trivializar lo que se ha dicho sobre el tema, explotarlo y sentimentalizarlo.
Lo mejor:
La calidad de la animación, que evoca la de los cuentos infantiles ilustrados.
Lo peor:
Todo lo referente a la familia judía y su odisea hacia y en los campos de exterminio.