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Don Winslow: «Ponerse una camiseta de Pablo Escobar es estúpido»

Asegura que rechazó ser asesor de la serie «Narcos» porque «me parece perverso convertir a estos personajes en famosos».

Don Winslow: «Ponerse una camiseta de Pablo Escobar es estúpido»
Don Winslow: «Ponerse una camiseta de Pablo Escobar es estúpido»larazon

Asegura que rechazó ser asesor de la serie «Narcos» porque «me parece perverso convertir a estos personajes en famosos».

Con «El poder del perro» su nombre se convirtió en sinónimo de autor de género negro. Y no cualquiera. Él se ha trasladado a la frontera entre México y EE UU, y ha sabido leer como nadie el pulso con el narcotráfico. El escritor visitó Barcelona para explicar su obra y sus proyectos.

–¿Con novelas como «El cártel» o «Corrupción policial» intenta llevar el género negro al siglo XXI?

–Espero que sí porque procuro ser muy actual. La mayor parte de mi trabajo la inspiran los titulares de los periódicos, así que me considero un autor muy contemporáneo.

–Ellroy dice que no le interesa el presente.

–Lo conozco bien y ha sido una inspiración para mí. A veces también escribo sobre el pasado, pero con el presente trato de ser muy contemporáneo. En el género negro siempre hay algo de visión nostálgica. Intentamos ser conscientes de nuestras raíces. Aunque seamos modernos, desde un punto de vista estilístico vamos siempre hasta el pasado.

–¿Qué es más difícil para un escritor como usted: moverse entre los cárteles de la droga o entre policías corruptos de Nueva York?

–(Risas) Aunque no lo crea, es más fácil que hablen los traficantes de drogas. Muchos ya están en la cárcel, así que no tienen nada que esconder, además de querer que se cuenten sus historias. Los policías, por naturaleza, tienden al silencio. Vivimos en un mundo en el que la información es dinero, sobre todo en el periodismo. La información para la policía se administra de manera muy cautelosa porque puede ser peligrosa. En el terreno de la droga es difícil penetrar al cien por cien, pero una vez dentro ya estás. Con la Policía es todo o nada.

–Pero en «Corrupción policial» ha tenido la ayuda de algunos agentes de policía.

–El proceso duró años. Quería escribir un libro policial en Nueva York. Mi padrino fue policía. He trabajado como investigador privado tanto a favor de la Policía como en contra. Así que siempre he estado en este mundo. Para este libro fue una especie de trabajo en red: yo hablaba con alguien que me ponía en contacto con un compañero que, a su vez, me aconsejaba hablar con otro.

–Hay un momento en el que se refeire a Nueva York como una ciudad en la que en una calle se escuchan cinco idiomas y se huelen seis culturas para concluir que es el mundo. Cuando escribió eso, Trump no era presidente y hoy parece una declaración de intenciones.

–Cuando me pongo a escribir no pienso en política, no intento hacer declaraciones políticas, al menos casi nunca. Sí que hay veces que hago esto a través de un personaje. Nueva York no votó por Trump, a pesar de que él es de ahí. El trabajo de Trump es muy parecido al que yo realizo. Lo que hace impacta en lo que escribo. Pero no olvide una cosa: la mayoría de los americanos no votó por Trump, aunque el sistema electoral hizo que ganara. Cada vez hay más americanos que tienen un punto de vista más multicultural y existe otra mayoría que no lo tiene. Eso es un problema.

–Su personaje Denny Malone se mueve entre el bien y el mal. ¿Le sigue fascinando el mal como tema?

–Nos fascina. Hay gente que tiende a definir el mundo en blancos y negros, pero hay muchos matices grises. Los personajes de mis libros deben tomar decisiones que a veces son el menor de los males.

–Hablamos del mal y del narcotráfico. ¿Qué le parece la gente que lleva camisetas con el rostro de Escobar?

–No he visto «Narcos». No quiero que me influya y estar sujeto a una posible acusación de plagio. Me pidieron que fuera asesor de la serie, pero rechacé participar, aunque me han dicho que es muy buena. Evidentemente, estamos fascinados por el mal y la literatura no existiría sin eso. Intento ser realista sin imponer juicios de valor cuando escribo. Pero convertir a estos personajes en famosos me parece perverso. Nunca, jamás me pondría una camiseta de Pablo Escobar: no es divertido, sino estúpido.