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El Cid cabalga de nuevo... modernizado

larazon

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Era la guinda que faltaba para adornar un apetitoso pastel. La figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, ha dado para una abundante imaginería, sobre todo, literaria. Hasta una serie de animación en los 80 que hablaba de la infancia del campeador, un niño que ya apuntaba maneras batalladoras, por no hablar de su personificación en la piel de Charlton Heston, que marcó con su rostro anguloso y afilado al Cid. Corría 1961 y en los estudios Bronston, una fábrica cinematográfica de altura que se levantaba a las afueras de Madrid, se rodó el filme dirigido por Anthony Mann, por aquella época dorada, sí, dorada, recién divorciado de una bellísima Sara Montiel. Se rodó en España y a lomos de un equino se paseó por campos polvorientos. Y ganó, como dicta la tradición popular, una batalla después de muerto a lomos del citado equino. Amazon Prime Video, que no da puntada sin hilo, acaba de anunciar que llevará a la televisión la vida de Díaz de Vivar. Luis Arranz y Adolfo Martínez están al frente de esta nueva versión que contará «desde una perspectiva contemporánea la vida del español más famoso de la historia, un hombre atrapado entre dos mundos y dos culturas. Un noble, un héroe, un mercenario, un vasallo... pero también un hombre que podría haber sido rey», adelantan con cuentagotas. «Perspectiva contemporánea», escriben. ¿Qué versión del guerrero veremos? No nos adelantemos, que empezará a rodarse este año y se lanzará en más de 200 países. Parece como si les hubieran soplado al oído, bajito pero con el brío suficiente, que las producciones históricas gozan de un público fiel, que nuestros héroes (con «perspectiva contemporánea» o sin ella) nuestros son, al fin y al cabo, un orgullo patrio. Y que montar una ficción que no sea de medio pelo necesita el respaldo detrás de una plataforma como la que se ha embarcado en el proyecto. El camino lo abre el campeador, esto es, experto en batallas campales, y quién sabe si la senda será transitada en el futuro por Blas de Lezo, al margen de la ficción que quiere poner en pie Enrique Cerezo. Quizá todo se reduzca a algo tan simple y sencillo como que andamos faltos, huérfanos o necesitados de héroes. Esperemos que a estas alturas al Cid no le vayan a colgar el sambenito –aunque alguien haya caído ya en la tentación– de que era un guerrero de derechas, que nació, vivió y murió en pleno siglo XI, no seamos chuscos. Sea como fuere, vuelve a cabalgar de nuevo y no podemos por menos que felicitarnos por ello. Y por nuestra Historia.

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