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El dramaturgo que apresaron los piratas

La compañía Nao d'Amores invadida por el espíritu de Arcimboldo, rescata a Bartolomé Torres Naharro, protagonista de una vida aventurera y el autor español con mayor difusión del siglo XVI
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La compañía Nao d'Amores invadida por el espíritu de Arcimboldo, rescata a Bartolomé Torres Naharro, protagonista de una vida aventurera y el autor español con mayor difusión del siglo XVI.
Que el nombre de Bartolomé Torres Naharro (1485-1530) sea hoy desconocido por la inmensa mayoría de mortales no es indicativo de la escasa aportación del buen hombre a la historia de nuestro país, sino más bien un ejemplo del habitual vilipendio que nos hemos acostumbrado a ejercer sobre los más cercanos. Solo así se explica el destierro de uno de los autores fundamentales del teatro español y el dramaturgo cuyas obras consiguieron mayor difusión a lo largo del siglo XVI. Fecha en la que, por cierto, nacieron un tal Cervantes y un tal Lope. Batalla, la de la recuperación del «maestro extremeño» –poco se sabe del que fuera una figura en su tiempo, ni siquiera las fechas de nacimiento y muerte son exactas–, que no da por perdida, ni mucho menos, Nao d’Amores, la compañía segoviana que desde 2001 centra sus esfuerzos en «una época singular y que nos ofrece la posibilidad de conocer algo que ha estado en la oscuridad durante años y, encima, darle brillo», dice Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es en la sede de esta última, la Comedia, donde presentan –en coproducción con la propia CNTC– «Comedia Aquilana», «una deliciosa comedia ''a fantasía'' que, girando en torno a los amores del caballero Aquilano y la princesa Felicina, hija del rey Bermudo, ha sido considerada la primera obra romántica del teatro español», presenta Ana Zamora, responsable de la versión y la dirección del montaje –como ya hiciera en marzo de 2012 con la que era hasta ahora la última colaboración entre ambas entidades «Farsas y églogas», de Lucas Fernández–.
El carácter viajero del de Torre de Miguel Sesmero (Badajoz), que desarrolló su carrera entre Roma y Nápoles, ha obligado a Nao d’Amores a mirar más allá de la Península en esta ocasión: «Si nuestros procesos de búsqueda de aquellos materiales que pueden hoy hacernos entender en su globalidad los textos históricos son siempre apasionantes, ahora nos encontrábamos ante un reto mayor. Adentrarnos en el mundo de Torres Naharro suponía ampliar nuestro ámbito geográfico de trabajo, saltando nuestras fronteras, para ubicarlo en el contexto italiano en el que desarrolló su propia identidad artística y ser así capaces de encontrar una vía escénica propia, suya y nuestra, que nos hiciera comprender su teatro con nuevos ojos, libres de prejuicios», explica Zamora de un trabajo desarrollado a través de a una beca artística de residencia en la Real Academia Española de Roma.
Fue solo una parada del «encierro monástico» –como lo denomina la directora– que llevaría a Zamora y a su equipo a Segovia y a Sorihuela (Salamanca) para resucitar una de las nueve obras dramáticas de Torres Naharro y a su verso, asesorados por Vicente Fuentes. «No hemos querido alargar la pieza más de 60 minutos porque requiere un nivel de atención muy importante por parte de los espectadores y de los actores –comenta Zamora de la fonética del siglo XVI, conservada en la función–. En cuanto al texto, lo hemos modificado un poco para ser rigurosos y mantener el significado que le quiso dar Torres Naharro en su época». Sí han conservado la estructura y los personajes originales.
Estudios completados
De esta manera, los segovianos completan los estudios filológicos que habían demostrado la influencia italiana en el nacimiento de la comedia española, ahora desde una perspectiva multidisciplinar. Pero «sin buscar un trabajo de carácter academicista», apuntan, sino establecer los puntos de partida sobre los que fundamentar la posterior fase práctica que les ha llevado a encontrar en el autor «los derroteros que tomaría posteriormente nuestro teatro clásico» y la comedia barroca en particular: la incorporación del tema del honor a la trama, las escenas de enredos y lances amorosos, la presencia de los criados envueltos en una acción segunda, reflejo y contrapunto de la acción principal y la utilización sistemática del verso que queda reconocido como principal marca artística... Todo ello ya aparecía en el «Lope imperfecto» que sentó las bases de lo que vendría después, «aunque su teatro ya tiene valor en sí mismo», puntualiza Zamora.
Trabajo que, como es norma en la compañía, se completa con la música en directo dirigida por Alicia Lázaro, quien dice no haber encontrado anotaciones rítmicas en el texto, pero que «seguro que tenía», sentencia: «Sería muy extraño que careciera de música si pensamos en los entornos festivos en los que debió representarse». Aún así, afirma la compositora que ha sido «sencillo» hacer que la «Comedia Aquilana» suene a la Italia y a la España del Renacimiento. «Aquí hasta las calabazas y las viñas aparecen cantadas», puntualiza Lázaro. Y es que la naturaleza, ya presente en el texto primigenio, es una de las notas llamativas de una escenografía y un vestuario invadidos por el espíritu de los cuadros de Giuseppe Arcimboldo.