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El largo viaje de Tusquets

Beatriz de Moura evoca los inicios de la editorial en la celebración de los 50 años de la misma, una conmemoración que reunió a escritores, editores, agentes literarios y libreros de toda España.
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Beatriz de Moura evoca los inicios de la editorial en la celebración de los 50 años de la misma, una conmemoración que reunió a escritores, editores, agentes literarios y libreros de toda España.
El aniversario de una editorial no es únicamente la conmemoración de una empresa entendida como aventura intelectual. También es la celebración de aquellos libros y autores que han acompañado a los lectores a lo largo de sus singladuras vitales y que, desde el reducido espacio de una mesilla o los anaqueles pandeados de una biblioteca, nos han interpelado durante los capítulos más o menos venturosos, amargos, dichosos o tormentosos que jalonan nuestra existencia. Un texto jamás permanece aislado. Siempre pervive en la memoria ligado al recuerdo de un instante, una emoción, una época o un lugar de nuestro pasado. El catálogo de un sello es el sueño idealista, utópico o comercial de una vocación pero, también, por deriva, el cúmulo de narraciones que han forjado la imaginación de miles de personas.
Tusquets nació en un pequeño piso en 1969, hace cincuenta años, dejándonos en estas décadas lejanas historias de amantes, patrias violentas, perdedores exiliados y jóvenes Lulús que han ensanchado el camino de la literatura y ampliado la colección de personajes que alimentan nuestra cultura. Y ayer, parte de los escritores que sacaron de la chistera de su fantasía estas narraciones quisieron homenajear a la editorial que les permitió llegar al público. Rafael Reig, Luis Landero, Fernando Aramburu, Almudena Grandes, Antonio Orejudo, Cristina Fernández Cubas, Leonardo Padura, Petros Markaris, Luis García Montero, Rosa Ribas, David Trueba, Eduardo Mendoza, José Corredor-Matheos, Jordi Amat, Javier Pérez Andújar, Pere Gimferrer, Javier Padilla, Eduardo Mendoza y Enrique Vila-Matas arroparon en Barcelona medio siglo de libros.
Desde sus inicios, cuando aún hacía equilibrios entre el triunfo y el fracaso («Relato de un náufrago», de Gabriel García Márquez, resultó capital para decantar el platillo de la balanza hacia el éxito), Tusquets encomendó su destino a textos marcados por la calidad, pero que no renunciaran al lector, y a unos títulos de carácter combativo, que animaban a entablar debates en la sociedad, que era lo esencial en aquellos epílogos de la dictadura, y abrirla hacia horizontes europeos. Beatriz de Moura, la impulsora de Tusquets, una editorial que no se ha restringido a los senderos de la novela sino que ha abierto espacios nuevos para la poesía, el teatro, la historia y el ensayo, recordó que «hoy celebramos 50 años de Tusquets y 80 míos. La distancia me permite comprobar que empecé a vivir a los 30. Entonces entendí que quería seguir rodeada de libros. Esther Tusquets fue mi guía. Mi convivencia en Lumen terminó cinco años después como el rosario de la aurora. Pero siempre le deberé entrar en este mundo». De Moura subrayó, bromeando, que aquel año «el hombre llegó la Luna y Copito estaba en el zoo de Barcelona. Dos sucesos disparatados pero que alimentaron mi fantasía y me animaron a convertirme en editora». Rodeada de amigos, escritores y otros editores, evocó que «empecé dos colecciones y un catálogo con muy pocas posibilidades de pervivencia en una librería». Y explicó: «A veces, la imperiosa llamada de una vocación resulta tan milagrosa y a la larga tan exitosa... Ahora, desde el otro lado de esta vida editorial plena, veo a Tusquets debatirse exitosamente en un mundo radicalmente distinto, pero conducida por mis colaboradores más cercanos». En su intervención mencionó a Óscar Tusquets, «que me contagió su fortaleza y entusiasmo por las cosas bien hechas y que sigue siendo un amigo, lo que es pedir mucho a un primer marido». Tampoco se olvidó de Toni López, «a quien tantos recordamos. Cuánto le debo en mi trayectoria. Y, por supuesto, a José Manuel Bosch, quien me convenció de que si vendía la editorial acudiera a él primero. Hoy lo estamos celebrando. No me queda otra que referirme a Planeta, porque nos brindó un generoso hueco, sobre todo, en un grupo con publicación en muchos países del mundo».
En la cocina de su casa
Juan Cerezo quiso subrayar un aspecto relevante, si no esencial: «Estamos aquí porque una mujer tuvo el coraje de fundar una editorial en pleno franquismo en un momento en que las cosas interesantes siempre pasaban fuera. Así como los empresarios americanos presumen de que su empresa se fundó en un garaje, Beatriz de Moura lo hizo en la cocina de tu casa, que compartía con Óscar Tusquets. Ella tuvo la disciplina de tener ahí una oficina editorial». Cerezo, en un acto en el que estuvieron asimismo Jorge Herralde, Elena Ramírez, Miguel Aguilar, Malcolm Otero, Silvia Sesé, Silvia Querini, Ignacio Martínez de Pisón, Rodrigo Fresán y Sònia Hernández.
Señaló también algunas de la cualidades para que este proyecto haya llegado tan lejos: «Tenacidad, intuición y tener aliados como Toni López, que nos regaló un catálogo envidiable. Hace 40 años que publicamos a Cristina Fernández Cubas y de “El amante” de Duras; 34 de la “Insoportable levedad del ser” y de John Irving; 30 de Landero y de Almudena Grandes; 25 años de “El primer hombre”; 22 de Fernando Aramburu; 18 de Murakami y podríamos seguir». El pasado no es el futuro, y Cerezo dijo cuál va a ser el plan para los próximos años: «Buscar autores con voces propias que cuenten historias de maneras nuevas y que no acudan a argumentos tópicos. Y si alguien pregunta cómo estamos en Planeta, ya les digo: nos va muy bien en Planeta».