El mediático Dudamel
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Obras de Schubert y Mahler. Golda Schultz. Mahler Chamber Orchestra. Director: Gustavo Dudamel. Auditorio Nacional. Madrid, 20-IX- 2018.
La Fundación Scherzo tiró la casa por la ventana añadiendo a su reconocido ciclo de lied un concierto extraordinario con la Mahler Chamber Orchestra con Gustavo Dudamel al frente, logrando un éxito de público total.
Tuve la suerte de estar presente en el concierto de presentación de esta orquesta en Salzburgo con Claudio Abbado en 1997 y en la cena posterior. La formaban entonces músicos muy jóvenes, tan entusiastas de su oficio como maleducados en la mesa. Ahora bastantes de sus casi cincuenta profesores ya peinan canas, aunque siguen tocando muy bien.
La tarde empezó con la «Tercera» de Schubert y, al acabar, escuché a un espectador comentar que «Schubert no es lo suyo». Comparto su opinión, sobre todo recordando la grabación del ciclo completo de sinfonías del compositor con esta misma agrupación en el Palau de la Música valenciano. Fue una verdadera suerte y experiencia estar allí. Con Dudamel sonó insulso, aunque mejoró en el «presto vivace» conclusivo y, en cualquier caso, fuera admirable el trabajo de solistas como los de madera.
La «Cuarta» malheriana resultó harina de otro costal. Dudamel, sin partitura en ambas obras, supo ver los árboles y también el bosque, lo que no siempre sucede y la orquesta le respondió a la perfección, no en balde llevan la partitura en gira y la tienen trabajada. Los contrastes dinámicos fueron una exhibición, con pianos casi inaudibles y fortes, como el primero del primer tiempo, deslumbrantes. En el adagio del tercer tiempo se consiguió la emoción y contó en el final con la excelente participación de la soprano Golda Schultz, en carrera ascendente. Ello no impide que en ciertos momentos resultase más epidérmica que profunda, motivo por el cual quizá tuvo un nivel superior la «Cuarta» de Adam Fischer con la Orquesta de Budapest en Santander y San Sebastián. El público, que venía preparado mediáticamente, vibró y se prolongaron los vítores muchos minutos tras el largo silencio al que obligó el maestro tras la última nota.