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Literatura

Lorca

El poeta que era sincero

Recopiladas en un libro todas las entrevistas del Nobel

La Razón
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Entre los numerosos proyectos que, a lo largo de su vida, Juan Ramón Jiménez no pudo materializar en forma de libro se encontraba la posibilidad de recoger en un volumen la práctica totalidad de las entrevistas que le habían realizado durante su carrera literaria. Incluso tenía títulos provisionales para esa obra: «Preguntario» o «Entrevistas y cuestionarios». Ha sido Soledad González Ródenas, especialista en el poeta de Moguer, quien ha podido recopilar ese material en un libro que ya es una estupenda herramienta para conocer a Juan Ramón. Se titula «Por obra del instante. Entrevistas», y acaba de ser publicado por la Fundación José Manuel Lara. En este volumen se reúnen por primera vez todas las entrevistas al autor de «Platero y yo», casi 90, que van desde 1901 a 1958, además de las realizadas a su esposa Zenobia Camprubí.

Para la responsable de la edición, Juan Ramón «era oro para cualquier periodista, porque siempre estaba dispuesto a hablar». Precisamente en estas entrevistas podemos ver al autor a quien no se le caen los anillos por opinar de los más diversos temas, aunque eso le suponga críticas feroces de otros compañeros de armas literarias. A este respecto, González Ródenas apuntó que el poeta siempre tuvo un problema: «No sabía mentir. Tenía la necesidad de expresar lo que sentía. Por eso, su máxima era "yo, si me preguntan, respondo"».

La autora ha localizado estos textos periodísticos entre las carpetas de Juan Ramón, en muchas ocasiones con anotaciones manuscritas del propio escritor. Por ejemplo, no duda en escribir juntos a sus declaraciones unas palabras dedicadas a su entrevistador: «¡Qué léxico, Pérez Ferrero! ¡Cómo traduce usted el español!». A un reportero de «Cromos» de Bogotá lo llama directamente «Burro» y a la periodista Annemarie Bachosen-Meyer la califica de «¡Mujer idiota!».

La charla con Alberto Guillén es un buen ejemplo de la sinceridad del poeta cuando habla de otros autores. A Machado lo califica de «retórico», a Valle-Inclán de «arcaico», apelativo que también dedica a Gabriel Miró. También hay palabras de afecto cuando recuerda ante los periodistas a Lorca o a Falla.

A la editora de «Por obra del instante. Entrevistas» le gustaría que el lector se quedara con la impresión de que Juan Ramón Jiménez, «además de gran poeta, era una buena persona, ética y recta. Parte de los tópicos están aún vigentes, pero por encima de todo fue un ser admirable e independiente».