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«El resplandor»: Stephen King vuelve 36 años después

El escritor, rey del terror, sigue la pista al niño (ahora adulto) Danny Torrance, un hombre alcoholizado que padece terribles visiones
larazon

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A pesar de su fama de clásico imperecedero, a Stephen King nunca le gustó la versión que el efectista Stanley Kubrick hizo de su más famosa novela, «El resplandor». Los cambios afectaban a su misma estructura y el terror no nacía de la dislocada relación de un padre alcoholizado con su hijo pequeño, empujado por el oscuro deseo de matarlo. Es cierto que la casa encantada, aquí el hotel Overlook, vacío y aislado por la nieve durante el invierno, poseía a sus moradores, sacando de ellos lo peor de sí mismos. Con la llegada de la familia Torrance, los fantasmas que habitan el hotel tratan de poseer a Danny, un niño que tiene un don que le permite atraer a los muertos que pasean como almas en pena por el hotel con ese extraño «resplandor», que a su vez lo protege de su maléfico influjo.
Todos estos fantasmas, asesinados en extrañas circunstancias, rondan los pasillos, pero donde se encuentra el peligro es en la misteriosa habitación 217, metáfora de ese mundo paralelo tétrico que se asemeja a un agujero negro de terror ciego. Es en este punto cuando aparece el nudo de la novela de Stephen King. Si el niño del triciclo puede verlos y controlarlos con su resplandor, el maleficio que se cierne sobre el hotel Overlook se ceba en la persona más débil de la familia, Jack Torrance, su padre, un ex alcohólico que trata de rehabilitarse sin fortuna, poseyéndolo hasta sacar a flote el deseo reprimido de matar a su hijo. Lo curioso de esta novela, la que consagró a Stephen King como uno de los modernizadores de la novela gótica de terror, es hasta qué punto el filme de Kubrick desdibujaba la trama y fijaba en la memoria cinéfila sus escenas más espectaculares como hitos imperecederos, desbordando la narración original en la que se basa la película. La magia de Stanley Kubrick para crear imágenes aisladas de una potencia excepcional puede enumerarse como fotos fijas de un filme hecho de recortes geniales. La escena de las mellizas en el pasillo. La «steady cam» montada en el triciclo del niño, recorriendo los largos pasillos del hotel Overlook. La persecución del padre con el hacha que abre un tajo en la puerta del baño por el que asoma la cara enloquecido de Jack (Nicholson), diciendo: «¡Aquí está Jaaaack!», mientras Wendy, su mujer, se defiende con el cuchillo de cocina. Son escenas cuajadas, que se han superpuesto a la narración literaria borrando la novela. Hasta tal punto, que su autor produjo una serie de televisión para tratar de contrarrestarlas con escaso éxito. Kubrick tiene ese don: crear escenas impactantes, soberbias metáforas que sobresalen en medio de películas sin demasiada sustancia, es decir, lo opuesto al autor de «Carrie». Un escritor cuyo genio bascula entre la abundancia de ideas y el exceso más trivial. Porque Stephen King escribe como poseído por visiones que engarza de forma apabullante, a veces sin control alguno, con estructuras abiertas para que las piezas vayan encajando en un mundo siniestro de poderes paranormales, asesinos fantasmales, fenómenos psíquicos y niñas telequinéticas. Cuando acierta, como en «El resplandor» y «Misery», dos novelas que pueden considerarse como de «huis clos», en la que una serie de personajes se encuentran atrapados en un espacio sin salida, roza la genialidad.
¿Qué queda de «El resplandor» en «Doctor sueño», la secuela que acaba de publicar Stephen King? Sencillamente, «el resplandor». Las visiones de muertos vivientes que arrastran una vida errabunda en un mundo paralelo, aquellos que habitaban el hotel encantando Overlook, arrasado por las llamas al final de la novela. Los mismos fantasmas que asustan a los niños con «resplandor», un don mágico que hace de ellos seres dolientes, abocados al alcoholismo y a una vida interior desgarrada por su singularidad de frikies paranormales. «Mucha gente está diciendo que probablemente leerán este libro pero que no puede ser tan bueno como lo fue ''El resplandor'' pero obviamente yo soy un optimista y quiero decirles que es mejor que aquella», decía a una cadena inglesa el propio escritor antes de que saliera el libro a la venta en EE UU. Han pasado 36 años desde su publicación y King confiesa que se siente «un hombre diferente» y que «Doctor sueño» es «un libro más adulto, aunque siento cierto nerviosismo por las comparaciones que puede haber entre ambas obras», aseguraba.
Danny Torrance y su madre sobrevivieron al incendio del hotel Overlook gracias al resplandor de Danny, y gracias a él, lograron engañar a su padre, enloquecido por las fuerzas del mal, en el laberinto congelado del jardín del hotel Overlook. Años después, Danny Torrance sobrevive alcoholizado, incapaz de superar las horribles visiones que padece desde entonces. En su deriva vital, encuentra un lugar diminuto donde consigue controlar su alcoholismo y poner su don al servicio de ancianos para ayudarlos a morir en paz.

La magia del «collage»

Pero el mal nunca descansa. Seres oscuros, caminantes que sobreviven de inhalar «vapor» extraído de seres humanos con resplandor, a quienes infligen las peores torturas, supondrán, para quienes poseen ese don, un peligro mortal. Y Danny será el encargado de alertar a una adolescente con resplandor a raudales a librarse de sus acechanzas y liberar al mundo de esos «demonios vacíos que comen gritos y beben dolor». Aquí reaparece modernizada una nueva Carrie, mezcla de la adolescente acosada por su madre y sus compañeros de instituto, que proyecta sus poderes telequinéticos contra sus compañeros, y las actuales protagonistas de «Crepúsculo» y «The Host», de Stephanie Meyer.
Su nombre es Abra (Cadabra), una adolescente vitalista y aguerrida como Katniss Everdeen, de «El juego del hambre», de Suzanne Collins, y Daenerys Targaryen, de «Juego de tronos», de George R.R. Martin. La semejanza tiene su lógica. De la misma forma que King ensambló en sus novelas a clásicos como Allan Poe y Lovecraft con modernos como Shyrley Jackson para crear su propio mundo terrorífico, su influencia en los autores actuales tiene su retorno en el propio autor, que juega a fundir en «Doctor sueño» el recuerdo de sus primeras narraciones de terror psicológico, telepatía, venganza y muertos vivientes con el género épico de supervivencia, vampiros y zombis actuales. Los ecos de su imaginación desbordada se escuchan en la renovación posmoderna del mundo postapocalíptico de la saga de Justin Cronin, «Los doce», inspirada a su vez en «Apocalipsis» del mismo Stephen King. No es el eterno retorno sino la magia del collage, que diría Claude Lévi-Strauss.
No hay dos «remakes» sin tres
Pocos entendieron el anuncio de una tercera adaptación cinematográfica de «Carrie». ¿Hacía falta después de que Brian de Palma firmara una magnífica en 1976 con Sissy Spacek en el papel protagonista (en la imagen de la dcha.)? La cinta, una producción americana que llegará a España a finales de año, está dirigida por Kimberly Peirce («Boys don't cry»). Protagonizada por Chloë Grace Moretz, que encarna a Carrie White, (en la imagen de la izda.) y Julianne Moore, como su madre, Margaret White, las primeras críticas, aunque no son malas, coinciden en que este «remake» no supera el nivel de la película original. La historia trata de una adolescente tímida que sufre malos tratos por parte de su madre en casa y, además, es humillada en el colegio. Es bajo esta presión cuando descubre que posee poderes psíquicos, que salen a la luz cuando no soporta más las vejaciones. La ira acumulada acabará saliendo en forma de violencia el día del baile de graduación. Ese día, Carrie sembrará el auténtico terror entre sus compañeros y las consecuencias serán trágicas.