Historia

Gregorio Marañón

El Toledo que no vio El Greco

Una de las pinturas del maestro griego que retrata la ciudad
Una de las pinturas del maestro griego que retrata la ciudadlarazon

Con vértigo. Así define Paloma Acuña (coordinadora general del Año Greco), clara y directa, las horas previas a que el Año Greco levante el telón. O mejor dicho a que suenen las campanas de 15 iglesias de Toledo que darán fe de que los trescientos sesenta y tantos días dedicados a celebrar el IV Centenario de la muerte de El Greco han empezado. La efeméride, cuyos organizadores pretenden que no se quede únicamente en 2014, sino que sirva para dar un empujón a la ciudad, no se inaugurará con la gran exposición de El Prado. No. Para ésa, una de las citas ineludibles, habrá que esperar hasta finales de junio. El día 18, el mismo que sonará la ciudad entera desde quince campanarios, se abrirá «Toledo Contemporánea», en el Centro Cultural San Marcos hasta el 14 de junio, una muestra singular con la urbe como centro.

Una mirada emocionada

«Cuando pensamos en celebrar al personaje y al artista lo hicimos con la idea de no olvidar que estuvo marcado por una ciudad en la que pasa la mitad de su vida, en la que se va a hacer y en la que muere. Por qué no, entonces, hacer protagonista a Toledo. Habíamos visto el trabajo que hace unos años, en 2011, llevó Elena Ochoa a la Bienal de Venecia, un montaje de fotografías que nos dio pie a pensar que algo similar, también con imágenes, era posible hacerlo aquí, en una capital tan fotogénica y al tiempo tan fotografiada y con una imagen que en muchas ocasiones se ha quedado en el tópico», asegura Acuña. Esa Toledo de postal en la que invariablemente se repiten los edificios, los más señeros, los cuadros más vistos del pintor. Y poco más. La galerista se puso manos a la obra y seleccionó una nómina de trece artistas, una Torre de Babel con creadores provenientes de diferentes partes del globo (Massimo Vitali, de Italia, Shirin Neshat, de Irán, Philip-Lorca diCorcia y David Maisel, de Estados Unidos, Rinko Kawauchi, de Japón, Michal Rovner de Israel, Dionisio González y José Manuel Ballester de España..., y así hasta trece primeras figuras): «Queríamos que fuera una ciudad en los ojos de los fotógrafos para abrir así este año con la otra gran protagonista de este acontecimiento», añade. Hubo varias reuniones y una serie de visitas. Algunos de los creadores necesitaron apenas una vez, otros prácticamente se instalaron durante días: «Hubo quien no pudo contener las lágrimas y lloró al ver lo que tenía delante de la emoción. Vitali, por ejemplo, se adentró en el Corpus, en plena celebración, ya que siempre le han atraído los lugares repletos de gente, como las playas o las pistas de esquí a reventar. Instaló una grada y la gente no sabía si mirar la celebración de la fiesta o el andamio montado por él para captar esa imagen que quería atrapar. Estoy deseando ver cuál es el resultado de todas las obras reunidas», dice Paloma Acuña. Durante días deambuló por sus calles, escudriñó sus rincones y abrió mucho los ojos. Una vez que supo cuál sería el recorrido procesional instaló sus cámaras y la plataforma de cinco metros desde donde las disparó frente a la Catedral de Toledo para poder captar el momento justo en el que la custodia salió del templo ante la mirada del público que se agolpaba fuera.

Cuando se le pregunta a Elena Ochoa el por qué elegir la fotografía para recordar a El Greco responde sin titubeos: «Porque es uno de los instrumentos de expresión creativos y artísticos más contemporáneos, aunque esta muestra no sólo integra la fotografía sino también técnicas de collage con la obra de Vik Muñiz, vídeo y otras de computación artística avanzada con el trabajo monumental de Michal Rovner. Cada artista tiene su propia trayectoria y procede de culturas dispares. Lo único en común en todos ellos es su admiración por la obra de El Greco y la atracción intelectual y emocional por la ciudad de Toledo y su historia». Para montar las celebraciones de este año (que mañana presentan en El Prado María Dolores de Cospedal y Gregorio Marañón, presidente de la Fundación El Greco 2014) se han tardado tres, muy poco tiempo teniendo en cuenta que para los préstamos de gran cantidad de las obras que vienen prestadas por los museos más importantes del mundo se necesitaba un tiempo de gestión. ¿Cómo seleccionar a estos trece artistas? «La tarea fue difícil. La procedencia debía ser diversa, la evolución y carrera excelentes, la integración de artistas ya establecidos con aquellos que aunque jóvenes ya contaban con una trayectoria coherente y de gran altura. Son doce artistas, con la colaboración especial, además, de Michal Rovner y del compositor alemán Heiner Goebbels que, por separado y en su conjunto, han logrado una mirada contemporánea y global de la ciudad. De una manera o de otra, la figura del Greco fue la inspiración en todos ellos». Ochoa coincide en definir también el acercamiento de todos ellos a la capital como «un impacto que les dejó tan abrumados como emocionados. En cada imagen está su manera de expresar y sentir la ciudad. José Manuel Ballester, que es uno de los seleccionados, ha conseguido plasmar una mirada pictórica, compleja y abstracta, contemporánea e histórica de Toledo, de sus cielos y de sus sombras, teniendo en su elección personal como punto de referencia al pintor. El resultado es una obra espiritual llena de sutilezas y sugerencias y abierta a múltiples interpretaciones», apostilla. Como su recreación de la vista toledana tan en nuestra retina gracias al creador griego, en verdes, grises y azules, que en las manos de Ballester sobrecoge. ¿Una interpretación atrevida? «Yo la definiría como audaz. Son los visitantes quienes deben juzgar», comenta Ochoa de una exposición que dice que es necesario ver en su conjunto. Los cielos, el asfalto de Maisel, el homenaje en forma de cruz de Lorca DiCorcia, el interior de la catedral distorsionada de Ballester, la imagen nocturna y silenciosa, moderna de Gafsou, la panorámica imposible de Dionisio González. Todas esas imágenes son Toledo. Irrepetibles, como las logradas tanto del interior como de la parte alta de la catedral, imposibles de conseguir sin la ayuda del deán Juan Sánchez Rodríguez.

Una celebración a campanazos

Artista sonoro, teórico de la música, compositor y musicólogo (en 1970 conoció a John Cage, entró en contacto con el grupo ZAJ y trabajó junto al desaparecido compositor Ramón Barce), acaba de aterrizar de México. No viene con la maleta llena de campanas pero las trae todas en la cabeza. El día 18 estará al frente del concierto que se ofrecerá desde 15 campanarios de la ciudad, mezclado con un espectáculo pirotécnico (desde tres puntos distintos: el Ayuntamiento, los Jardines del Tránsito y el Miradero de Toledo) y que será un espectáculo único . Llorenç Barber nos da unos consejos: «Crear un espacio de atención para captar el sonido de los bronces. Deje las prisas y los motores apagados. Hay que buscar lugares abiertos y altos. Guíese por el oído pero tenga en cuenta que cualquiera de las soluciones que escoja esconderá otras que serán igualmente válidas». Y añade que «no es un concierto de estruendos, sino de sutilezas, ecos y melancolías». Quien espere escuchar una melodía facilona se ha equivocado, ya que advierte de que «es tan sÓlo un sonar de viejas campanas al aire». Los campanarios que harán repicar sus campanas son los de la Catedral, Santo Tomé, el Salvador, San Andrés, San Cipriano, San Ildefonso, Santos Justo y Pastor, Convento de las Comendadoras de Santiago, San Miguel, San Román, Conventos de San Clemente, Carmelitas Descalzas, Jerónimas de San Pablo, Convento de Santo Domingo el Antiguo y de San Antonio.