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Creatividad no subvencionada

La Razón
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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A nadie se le escapa que, en la actualidad, si existe un espacio en el que España destaca por su innovación y creatividad, éste no es otro que el de la gastronomía. Difícilmente podremos encontrar en otros ámbitos de la cultura un nivel de excelencia y de reconocimiento como el que cosechan los cocineros españoles. A diferencia de la discreción con que el resto de nuestros productos culturales se desenvuelven en los exigentes marcados internacionales, la gastronomía española ha conseguido que, por primera vez en mucho tiempo, los creadores autóctonos actúen como auténtica e induscutible vanguardia de un proceso de transformación a escala mundial. Pero lo más significativo de este fenómeno es que toda la estructura de innovación que lo soporta se ha desarrollado sin la fatal dependencia de la subvención pública.
En unos momentos en que la mayor parte del tejido cultural se halla paralizado por la desaparición de las partidas presupuestarias ministeriales, autonómicas y municipales, la gastronomía se ha revelado como un modelo alternativo capaz no solamente de garantizar la supervivencia del sector, sino, además, de encaramarlo a la posición de referente internacional incontestable. Pero entiéndase bien: cuando se habla aquí de «modelo» no es para enunciar meramente una situación creativa, sino para subrayar sobre todo un proyecto económico que, desde el principio, ha interiorizado la idea irrenunciable de que no hay creatividad sin industria, ni industria sin tecnología. Todo lo que deseamos para el conjunto de la cultura española es lo que hoy representa la gastronomía. El tiempo ha demostrado que, por más que resulte generosa la inversión pública en cultura, jamás será suficiente para consolidar una industria competitiva. Sin subvenciones ni leyes de mecenazgo, la gastronomía se ha mostrado capaz de convertir la radicalidad de su impulso innovador en un proyecto empresarial factible y estimulante. Allí donde el público rechaza la expresión vanguardista y transgresora en otros lenguajes artísticos, la cocina ha inoculado en la ciudadanía la necesidad de la sorpresa, de la transgresión. Cuando se gestionan bien, los códigos contemporáneos no solamente no son rechazados sino que aseguran el éxito social y económico. Aprendamos, pues.