Inari resalta la fusión Japón-Perú en Madrid
Incorpora siete nuevos platos con sorprendentes sabores. Buscan sacar al cliente de los clásicos de la cocina nipona
Japón y Perú tiene más en común que la oscura figura del que fuera presidente del país andino, Alberto Fujimori. Por ejemplo, el plato estrella de ambas naciones tiene como base el pescado crudo. El japonés Inari, la gran apuesta de Nacho Fernández Picón, en La Moraleja y en el Barrio de Salamanca de Madrid, ha sumado siete platos a su carta, dos de ellos con inspiración peruana en un ejercicio de fusión que es de agradecer. Casi siempre, cuando un cliente va a un japonés y sabe que va a gastarse una nada despreciable cantidad de dinero le cuesta arriesgar y va a lo que sabe que le gustará,
En el caso de Inari, el tartar de atún es el plato estrella. Pero probar cosas nuevas puede ser un acierto total si nos referimos a los nuevos platos del restaurante madrileño. Para empezar, el ceviche es muy bueno, sazonado con leche de tigre (zumo natural de lima, pescado, jengibre, cilantro y cebolla). Destaca su toque picante de la guindilla y la cebolla que cruje en la boca. Pero quizá la opción más sorprendente de las nuevas apuestas sea el Hotate Kimuchi: versión japonesa del tiradito peruano, en este caso con vieiras cortadas como sashimi, zumo de lima natural y salsa Kimuchi aderezada para este plato con tabasco, lima y sal.
Otra opción que se incorpora a la carta con un toque que despierta el paladar es el Ebi spicy maki, que fusiona el maki japonés (hosomaki), en este caso relleno de langostinos plancha y rúcula, cortado en 8 piezas y con una salsa de anticucho (peruana con ají panca, ají amarillo y hierbabuena), terminado con una salsa suave de aguacate que rebaja la potente salsa de anticucho. Son creaciones bajo influencia Nikkei, un género con identidad propia, resultado de la adaptación de la alimentación de los inmigrantes japoneses a los ingredientes locales que encontraron en Perú en los años 80. En esta línea también encontramos un plato que permite probar la exclusiva aceituna botija peruana, con un sabor que recuerda al de las alcaparras. Se trata del Inari crunchy, maki japonés (hosomaki) relleno de atún y cebolla crujiente, cortado también en 8 piezas y recubierto de una salsa de mayonesa casera de aceitunas botija con un color morado y con un toque amargo.
Ya sólo la presentación de alguno de estos platos sugiere frescura, innovación y creatividad en tiempos de crisis. Buscan sacar de su letargo al comensal, con ingredientes de calidad y salsas elaboradas con mimo en el restaurante. Requieren de habilidad para equilibrar ingredientes tan potentes. Con todo, ¿quién se resiste a su fabuloso tartar de atún?