Historia

La garra de Arquímedes, o el asalto decisivo contra los romanos

Esta máquina militar fue clave durante la Segunda Guerra Púnica, cuando la República romana asedió Siracusa, entre los años 213 y 211 a.C.

Ilustración de la garra de Arquímedes
Ilustración de la garra de Arquímedesarchivo

Pocos detalles sobre la vida de Arquímedes se conocen, y son suficientes para que sea considerado uno de los científicos más importantes de la Antigüedad. Sus inventos, útiles en disciplinas de toda índole, permitieron grandes avances en términos matemáticos e incluso bélicos. Y es que el griego fue figura fundamental en el diseño de innovadoras máquinas y armas de asedio, desde los espejos ustorios -curiosa técnica también conocida como “el rayo de la muerte”, con la que se podía quemar toda una flota a través del reflejo del sol en unos espejos-, hasta la conocida como garra de Arquímedes. Esta última fue un arma de asedio que se diseñó para defender la ciudad de Siracusa del ataque romano, especialmente en la parte de la muralla que desembocaba en el mar.

Si bien el científico diseñó el llamado tornillo de Arquímedes, que afianzaba las medidas de seguridad de los barcos, en su caso la garra hacía una labor totalmente contraria. Se trataba de una máquina militar que, según han descrito escritores y expertos, respondía a una especie de mecanismo similar a una grúa con un gancho de acero suspendido. Seguramente a través de una palanca gigante se activaba dicha garra, pudiendo levantar un barco y, posteriormente, derribándolo y hundiéndolo. Según las interpretaciones visuales que se han hecho del invento durante la historia, esta temible maquinaria habría sido como un gran brazo de acero, suspendido desde la muralla del lugar asediado, que se levantaba sobre toda nave para darle una siniestra bienvenida.

Representación de la temible invención militar: la garra de Arquímedes
Representación de la temible invención militar: la garra de Arquímedesarchivo

En sus “Historias”, el historiador griego Polibio describió el funcionamiento de la garra de Arquímedes: “Dejaba caer una mano de hierro que se balanceaba sobre una cadena, con la cual el hombre que guiaba la grúa, habiendo sujetado alguna parte de la proa en la que podía agarrarse, presionaba hacia abajo la palanca de la máquina; y cuando había levantado la proa y hecho que el barco descansara erguido sobre su popa, sujetaba la palanca de su máquina para que no pudiera moverse; y luego aflojaba de repente la mano y la cadena por medio de una cuerda y una polea”.

Ilustración del retrato de Arquímedes perteneciente al libro "El mundo físico: gravedad, gravitación, luz, calor, electricidad, magnetismo, de A. Guillemin | Fuente: Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla
Ilustración del retrato de Arquímedes perteneciente al libro "El mundo físico: gravedad, gravitación, luz, calor, electricidad, magnetismo, de A. Guillemin | Fuente: Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de SevillaLa Razón

Navíos sumergidos en el mar

Ello desembocaba en todo tipo de catástrofes para los buques romanos enemigos: “Muchos de los barcos se escoraron y cayeron sobre sus costados, algunos volcaron completamente, mientras que el mayor número, al descender sus proas repentinamente desde una altura, se sumergieron en el mar, embarcaron gran cantidad de agua y se convirtieron en una escena de la mayor confusión”, relata Polibio.

Estas máquinas, también conocidas como manos de hierro, fueron bastante utilizadas durante la Segunda Guerra Púnica, cuando la República romana asedió Siracusa, entre los años 213 y 211 a.C., bajo el mando de Marco Claudio Marcelo. A medida que la flota romana se acercaba a la ciudad, la garra de Arquímedes servía como asalto decisivo contra el enemigo incluso antes de que pudieran pisar tierra firme, de manera que Tito Livio también apuntaba, al igual que Polibio, que muchas de las bajas romanas se debieron a estas armas militares, así como a catapultas diseñadas por Arquímedes.