Historia de la Lotería: cuando el juego era pecado
Se trata del juego de azar por excelencia: en España, tiene más de 250 años de historia y fue avalado por los sucesivos monarcas como manera de recaudación para modernizar el Estado
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La lotería es el juego de azar por excelencia que anima las fiestas navideñas, con dos sorteos, el primero el 22 de Diciembre, en el que muchos depositan sus esperanzas de cambiar de vida y el segundo el del 5 de Enero, como parte de una tradición que cuenta con más de 250 años de historia. El 30 de septiembre de 1763, Carlos III promulgó un decreto por el que prohibía juegos de banca o faraón hoy desaparecidos como la baceta, la carteta, la banca fallida, el sacanete o las treinta y una envidadas, así como los juegos de naipes y de azar que no fuesen «la lotería Real» y cuyos beneficios contribuían al mantenimiento de Hospitales, Hospicios y otras Obras Pías en las que se consumía el erario del reino. Con esta medida, el monarca se anticipaba a las posibles críticas de enriquecimiento ilícito que pudiese conllevar este juego de azar importado de Nápoles donde el Borbón había sido regente (1734-1759) y donde la «lotto» había sido criticada por la Iglesia prohibiendo el papa Benedicto XIII el juego bajo pena de excomunión en 1728 , aunque tres años más tarde una lotería papal. Así, la lotería pasó a ser el único juego de azar apoyado por la monarquía borbónica y que era acorde a la política de incremento de tasas y creación de monopolios reales como fue también el tabaco.
El juego fue puesto en marcha por José Peya, el director de la lotería napolitana, y de Italia llegaron los vendedores oficiales, los «posteros», dueños de puestos que vendían los billetes reglamentarios para evitar el fraude. El juego era una especie de Lotería Primitiva en la que había que escoger cuantos números se quisiera entre el 1 y el 90. Un niño con los ojos vendados sacaba 5 bolas de una bolsa que contenía las 90 bolas y las posibilidades de ganar eran proporcionales al tipo de apuesta realizada, el «extracto», pudiendo ser este una puesta única a un número que debía corresponder a una de las bolas sacadas. Otro tipo de extracto más complejo era acertar el número y la posición en la que la bola salía, y la más preciada era el terno en la que se debían acertar tres números. La lotería alcanzó gran popularidad hasta el punto de crearse pequeñas obras musicales de carácter cómico, como el el sainete del conocido Sebastian Vázquez (1791), «El día de la lotería», donde refleja personajes del Madrid popular, cesteros, bordadoras, cuchilleros, tejedores y un sin fin de oficios artesanos que hoy no existen.
También refleja la picaresca existente alrededor al juego, a través de una figura estable en casi todas sus obras, el estudiante pícaro quien trata de convencer a los vecinos de un barrio popular sobre la conveniencia de apostar por los números, 6,15, 90, 1 y 86 ya que según sus sueños vaticinadores estos serían premiados. Muchos apuestan y pierden resignándose a su suerte hay algunas mujeres que se confunden creyendo que les ha tocado “el terno”, hasta el punto de arrojar sus enseres viejos por la ventana con el propósito de comprar otros nuevos generándose la expresión “tirar la casa por la ventana” concluyendo su sueño con un desmayo al anunciarle el marido la funesta noticia.
El complejo sistema de apuesta se modifica a principios del siglo XIX, cuando las estrecheces fiscales provocadas por la Guerra de Independencia contra los ejércitos napoleónicos exigían nuevos modelos de recaudación pública, naciendo la lotería moderna como la conocemos en Cádiz en 1811 a propuesta de Ciriaco González Carvajal, ideada como un medio para aumentar los ingresos del erario público sin quebranto para los contribuyentes. La Real Lotería Nacional de España fue creada por instrucción de 25 de noviembre de 1811 y el primer sorteo tuvo lugar en Cádiz el 4 de marzo de 1812, poco antes de la proclamación de la primera constitución liberal que afectaba a todos los territorios del mermado Imperio español, “la Pepa”.
La principal novedad de este sorteo fue la fragmentación de los billetes en décimos como mínima participación, siguiendo el modelo holandés. Meses más tarde se celebraba el primer sorteo de Navidad un 18 de diciembre de 1812, el primer décimo costó 40 reales y el Gordo repartió 8.000 pesos al número 03604. En un principio la lotería estuvo circunscrita a Cádiz y San Fernando, pasando después a Andalucía tras la retirada del ejército napoleónico . El 28 de febrero de 1814 se celebra el primer sorteo en Madrid desde entonces sede de la Lotería Nacional de Billetes, ya no era el rey, sino la nación el sujeto pagador de los premios, produciéndose cada año el sorteo de Navidad denominándose la lotería moderna si estaban los absolutistas en el poder o nacional si estaban los liberales, y múltiples sorteos anuales. A principios de año se realizaban también rifas y sorteos pero no fue hasta 1941 cuando el entonces director general de Timbre y Monopolios, general F. Roldán, y a raíz del rotundo éxito que supuso el primer sorteo celebrado antes de la celebración de la Epifanía del Señor, se decidió al año siguiente, 1942, transformarlo en sorteo extraordinario, configurándose así en un sorteo con personalidad y denominación propias, instaurándose a partir de 1966 la denominación de “El Niño”, para muchos esperanza de Año Nuevo, para la gran mayoría trabajo y economía son la mejor lotería.