Sección patrocinada por sección patrocinada

historia

Margery Kempe: mística, libre e inventora

La búsqueda de la identidad espiritual de una mujer (cuando muchos eran encarcelados o quemados vivos por herejía) dio lugar a la primera autobiografía en lengua inglesa

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Inglaterra, siglo XIV. En una bulliciosa ciudad mercantil a orillas del gran río Ouse, las campanas de la iglesia tronaban mientras el olor del aire salado y el pescado llegaba desde los muelles. Barriles de vino de Gascuña, especias de Venecia y pieles del Báltico eran arrastrados desde los barcos a los mercados. En medio del caos, una niña acompañaba a su padre mientras éste negociaba los precios con mercaderes procedentes de toda Europa. Entre telas y especies exóticas, Margery Kempe describiría su infancia como mundana y vanidosa, recordando que esa niña se enamoró del oro, «del orgullo y la pomposidad». Pero también sintió una temprana atracción por las campanas que sonaban a lo lejos. Su ciudad, Bishop’s Lynn (actual King’s Lynn, Norfolk), era próspera, pero también piadosa, ya que la peste negra seguía siendo un aterrador recuerdo vivo. 

Kempe (de soltera, Brunham) nació hacia 1373. Su padre, John Burnham, era un próspero comerciante y político. Aunque su familia era acomodada y ella era curiosa y brillante, y recitaba versículos bíblicos de memoria, nunca aprendió a leer y escribir. El matrimonio era obligatorio para las mujeres de su estatus y también era fundamentalmente ineludible, ya que privaba a las mujeres de autonomía legal. Con veinte años se casó con John Kempe, y durante las décadas siguientes tuvo al menos catorce hijos, cumpliendo las expectativas de una esposa y madre medieval.

Un giro dramático

Sin embargo, su vida dio un giro dramático tras un último parto traumático y peligroso. Kempe empezó a tener visiones vívidas y a menudo aterradoras, que describe en el comienzo de su biografía. Sintió la llamada a un tipo de vida diferente, que no era común en las mujeres. Se dirigió a su marido y le pidió un cambio radical e inaudito: un matrimonio casto, que la liberaría de su obligación legal de tener hijos. Tuvo que insistir e incluso se ofreció a pagar las deudas de su marido trabajando. Con el tiempo, su marido cedió y Kempe salió de casa a peregrinar. Viajó a lugares como Canterbury, Roma, Santiago de Compostela, e incluso llegó a Jerusalén. A lo largo de su vida, conoció a otras famosas mujeres místicas, como Santa Juliana de Norwich.

Kempe volvió a experimentar visiones sensoriales y táctiles de unión mística con Cristo, que se dirigió a ella como «mi amado esposo» y le dio las gracias por abrirle su corazón. Rodeada de una multitud que acallaba cuando ella mostraba sus lágrimas y su emoción profundamente sincera, sin saberlo, empezó a llamar la atención. Las multitudes que se reunían en torno a una mujer inspirada parecían peligrosas, y predicar en público estaba prohibido para las mujeres, sobre todo si no se era monja. Kempe fue acusada de herejía y llegó a ser interrogada por el propio arzobispo de Canterbury. Ella respondió: «No soy hereje, ni me lo demostraréis», y añadió: «No predico, señor, no subo al púlpito, sólo uso la comunicación y las buenas palabras, y eso haré mientras viva».

Kempe salió indemne de aquel interrogatorio, pero comprendió que debía encontrar otro medio para compartir sus experiencias sin exponerse a más acusaciones. Fue entonces cuando ideó una solución creativa y sin precedentes: dictó su autobiografía en su lengua materna. Así nació «El libro de Margery Kempe», la primera autobiografía escrita en inglés. Como ella no sabía escribir, recurrió a dos escribas que plasmaron su relato. Sabemos, gracias a anotaciones, que su obra fue leída y discutida con atención por al menos cuatro personas, aunque algunas de sus ideas más atrevidas fueron suprimidas en ediciones posteriores.

La historia de Kempe es reflejo de un fenómeno más amplio en la Europa medieval: el auge del misticismo religioso como una vía para que las mujeres urbanas accedieran a cierta independencia. Mientras la autobiografía inglesa evolucionaría y daría lugar a textos más influyentes, el propio testimonio de Kempe estuvo a punto de desaparecer. Sus palabras habrían caído en el olvido si no fuera por otra mujer, la medievalista Hope Emily Allen, quien en 1934, descubrió el manuscrito que hoy se conserva en la Biblioteca Británica.

A través de sus visiones, viajes y desafíos a la autoridad, Margery Kempe dejó un testimonio único sobre la experiencia de las mujeres no clérigas de clase media en la Edad Media. Su voz resuena con la fuerza de alguien que se negó a ser silenciada. Como ella misma escuchó en la voz de Dios: «Nunca te abandonaré; aunque todo el mundo esté contra ti, yo estoy contigo» (todas las citas han sido extraídas de su autobiografía).