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José Luis Gil : «No me gustan los malos, sino los "equivocados"»

larazon

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Para los devotos de la pequeña pantalla es el Sr. Cuesta de «Aquí no hay quien viva» y Enrique Pastor de «La que se avecina», pero detrás está la voz que ha doblado a Hugh Grant o Tom Hanks. Actor infantil de los míticos «Estudio Uno» e intérprete que nunca deja de pisar las tablas, acaba de estrenar «El gran favor» en el madrileño Teatro Reina Victoria junto a Mauro Muñiz. Un delirio valleinclanesco sobre la amistad. No se la pierdan.
-Leía la sinopsis, y me acordaba de la canción de Víctor Manuel sobre los cómicos.
-«Vale más morir de pie que ser el bufón de un rey». El oficio es jorobado pero vocacional. Disfrutamos y sufrimos a partes iguales.
-Va usted y pone a escribir este texto a Mauro Muñiz y Carolina Noriega, ¿se han desquitado de cuándo trabajó con él y a ella la dirigió en «Entre cartones»?
-Son dos grandes monologuistas. Y sí (risas), les puse a currar en el guión por «egoísmo».
-Y, en medio, rechazó otros proyectos...
-Lo cuenta Mauro aunque exagera. Estaba un poco saturado de trabajo y necesitaba un corte para disfrutar de mi nieta. Pero a Mauro, frente a un gin-tonic, ya le dije: «Escribe una comedia chula para los dos».
-Un par de personajes se encuentran de madrugada en Semana Santa. Uno sale de casa a comprar pan para torrijjas; el otro vuelve de procesión, con hábito de nazareno... ¡Esto es Mihura!
-Tiene mucho de él y los autores han bebido de ese surrealismo español. Dominan los diálogos y no son cuentachistes, sino cuenta historias. Yo quería una obra que versara sobre la amistad.
-Y como sólo puede ocurrir en los bares, uno le pide al otro un gran favor. Imposible situar esta comedia en un país nórdico.
-(Risas) Si es por cerrar un bar, vale. Somos expertos. Pero cuando surge la petición de favor, ahí sólo vale el tinte de amistad, que no tiene fronteras.
-¿Se refleja mejor la realidad con la comedia que con otro género?
-Es más permisivo. Algo que te hace reír, aunque sea la crítica más descarnada, se asume mejor.
-¿Y lo llaman amistad cuando quieren decir otra cosa?
-¡Pues sí! Ni la rutina, ni el sexo, ni dejar pasar los años. La amistad es lo más profundo del ser humano.
-¿Qué le pasa a su cara para que todos sus personajes sean perdedores, engañados?
-Son los que más carne y vida interior tienen. Todo el mundo quiere hacer de malo, pero a mí me gustan los «equivocados».
-N o más de dos actores y con un solo decorado, ¿teatro «winzip» para crisis?
-Quizá. Aunque sólo queríamos plantear un mano a mano. Evidentemente, la crisis hace más difícil poner en escena «Fuenteovejuna» que un monólogo.
-En «La fuga» se metía en la piel de un ministro corrupto, ¿se ha duchado para quitarse «el mal pelo»?
-Era otro pobre hombre al que todos le engañaban. Estaba basado en un personaje que surgió en el gobierno catalán y luego resultó no ser tan culpable...
-¿Cuándo empieza la nueva temporada de «La que se avecina», que mi sobrino está harto de ver reposiciones?
-Dile que para ya, porque está grabada. Qué tirón ha tenido entre los niños, ¿verdad?
-Actor infantil, referente del doblaje. ¿No da rabia ser sobre todo el Sr. Cuesta o Enrique Pastor?
-¡Nada! No me han dado más que alegrías. Participar en «Aquí no hay quien viva» ya fue un privilegio, y «La que se avecina» ha seguido conectando con el público igual.
-Y en ambos casos... ¿no es una especie de «13 Rue del Percebe»?
-La esencia, seguro. Pero poseen códigos actuales y casos recogidos de problemas de vecinos reales. Es un fenómeno sociológico. Porque audiencias de ese tipo no son normales en la televisión actual. ¡Y las reposiciones funcionan de miedo!
-¿Se podría meter en la piel de un corrupto, un espía o un postulante a primarias del PSOE?
-No todo se puede hacer en clave de risa, pero sí es posible aderezarlo con unos ingredientes de comedia que pueden desdramatizarlo. Buena parte de lo que nos pasa, como la corrupción, parte de la extrema cutrez. Del aquí no pasa nada. Llevado a la comedia, sale algo esperpéntico.
-Tras debutar como director con «Entre cartones», ¿volverá a ponerse detrás de la cámara?
-No tengo aspiración. Pero cuando hay una historia que me ronda la cabeza quiero sacarla del ordenador. Tengo un guión que me ha «tocado el hígado» de un perdedor. Estaba previsto hacerla en octubre y en cuanto tenga un hueco, iré a rodarla a Oliva.
-Entre las miles de películas que ha doblado, estuvo en «La vida de Brian».
-¡Yo era Brian! Fue inolvidable.
-¿Y los Monty Python estaban encima del rodaje, como dicen que hacía Kubrick?
-Ese filme se dobló cuando ya la había visto mucha gente en versión original. Fue delicado, porque ya era de culto, pero se hizo con mucho respeto. Estoy orgulloso.
-También ha estado en doblajes como «Sandokán» o «La abeja Maya»...
-Empecé en «Sandokán». Se trataba de una faceta más de mi trabajo como actor. Allí era un cazador indio y a partir de ahí no paré porque tenía a mi madre y mi hermano a mi cargo y me daba seguridad. En «La abeja Maya» fui el ratoncito. Luego vinieron «Los Fraggle», «Los pequeñecos»...
-Yo no le olvidaré en «El cuervo» por buena película, mejor actor y lo doloroso del desenlace.
-Tuve el privilegio de ser Brandon Lee. En EE UU, sólo en la última remesa de voces iba la mía y me seleccionaron. Es una película muy especial, un cómic brutal y poético.
-¿Y mejor doblar a Tom Hanks que a Hugh Grant por sus frases inacabadas?
-Pobre Hugh... Aquello viene de «Nueve meses», que fue tremenda, pero en las primeras películas era un placer, como «Remando al viento» o «Lunas de hiel».Y con Hanks, meterme en su garganta es un honor.
-Por cerrar el círculo de la obra: ¿qué gran favor no se le puede pedir a José Luis Gil?
-Únicamente odio las verdades absolutas. En la duda y la incertidumbre, uno crece y se crece. Salvo matar o dañar a nadie, que es innegociable, soy el amigo que he asumido ser. Y no quiero cambiar.