José María Lafuente: “El poder utiliza todos los medios a su alcance, incluidas las artes, para transmitir su relato"
Con motivo de la exposición “Vanguardia y propaganda”, que reúne publicaciones y documentos sobre el realismo soviético cedidos por el Archivo Lafuente, su fundador repasa la historia de su esencial y peculiar colección y la relevancia de esta muestra en específico
Creada:
Última actualización:
Con motivo de la exposición “Vanguardia y propaganda”, que reúne publicaciones y documentos sobre el realismo soviético cedidos por el Archivo Lafuente, su fundador repasa la historia de su esencial y peculiar colección y la relevancia de esta muestra en específico
Con motivo de la exposición “Vanguardia y propaganda”, que reúne en el Círculo de Bellas Artes publicaciones y documentos sobre el realismo soviético cedidos por el Archivo Lafuente, su fundador repasa la historia de su esencial y peculiar colección y la relevancia de esta muestra en específico.
-El Archivo Lafuente cuenta con más de 1.600 piezas relacionadas con el tema central de la exposición, ¿siente especial interés por este periodo y por la relación que existió en Rusia el siglo pasado entre el arte y el poder, especialmente mientras lo ostentó Stalin?
-Mi principal interés se centra en las vanguardias y los cambios que estas supusieron en la renovación de los lenguajes artísticos a lo largo de todo el siglo XX. Lo que ocurre es que Rusia, fundamentalmente en las tres primeras décadas del siglo, se consolidó como uno de los más potentes focos de innovación artística de todo el mundo, fruto de un profundo espíritu de experimentación artística en el que se produjeron distintos movimientos, por ejemplo, el neoprimitivismo, el rayonismo, el cubofuturismo, el suprematismo, el futurismo ruso o el constructivismo. Los innovadores artistas rusos buscaron soluciones propias para afrontar los retos de su tiempo e irradiaron sus ideas al resto de Europa, influyendo en la producción artística de sus contemporáneos occidentales. Precisamente fue el régimen de Stalin el que consideró los avances en los lenguajes artísticos como una desviación elitista que no conectaba con el pueblo, y fue Stalin quien, desde el control absoluto del poder en la Unión Soviética, impuso el realismo socialista como única posibilidad de expresión en el mundo del arte.
-Hablando de autoritarismo y poder, ¿qué actualidad tiene una muestra como esta?
-A lo largo de toda la historia, el poder, de una manera u otra, siempre ha sido consciente de la importancia de las artes y las distintas formas de expresión creativa. Por eso ha intentado tenerlas bajo control. Dependiendo de las épocas y las circunstancias, dicho control se ha manifestado de formas distintas, por ejemplo, a través de la censura de contenidos y mensajes, del control de los cauces de difusión, del mecenazgo... En el caso que nos ocupa, el de la Rusia de entreguerras, el poder del estado soviético y su partido único, el comunista, aprovechó los avances expresivos de las vanguardias en dos sentidos: la construcción de un discurso exclusivo y excluyente, y la difusión de dicho relato por medio de la propaganda oficial.
-En ese sentido, ¿qué lecciones nos deja esta muestra?
-De esta exposición debemos aprender cómo el poder político y económico utiliza todos los medios a su alcance, incluidas las posibilidades expresivas que ofrecen las artes, para que la construcción de su relato llegue con eficacia a todas las personas y a todos los lugares. Evidentemente, es más sencillo aproximarse al objetivo en sociedades cerradas que en sociedades abiertas; en países sometidos a dictaduras que en países que se organizan democráticamente; en colectividades pobres, desorganizadas y sin libertades, que en sociedades en las que los individuos pueden ejercer su libertad dentro de un marco legal consensuado.
-Una de las intenciones del Archivo Lafuente es otorgar la debida importancia a disciplinas como el diseño gráfico y la tipografía, que muchas veces se ven relegadas a un segundo plano. ¿De qué manera suman estas expresiones artísticas al imaginario colectivo social e histórico y al arte en general?
-Las vanguardias desbordaron la idea tradicional de obra, y los artistas, además de pintar o hacer esculturas, escribieron y se hicieron editores, colaboraron con los poetas y los músicos, con los arquitectos y los diseñadores, con los coreógrafos y los dramaturgos. De toda esta actividad han quedado manifiestos, revistas, programas, estudios, proyectos, catálogos, fotografías y todo tipo de documentos, muchos de ellos efímeros, en los que se plasma una actividad creadora que va mucho más allá de la que reflejan los cuadros y las esculturas. A la vez, muchos poetas empezaron a transformar el lenguaje fijándose en el valor plástico de la página, los versos, las palabras y las letras, confluyendo con los artistas en las mismas revistas y libros. De esta manera, las revistas, los libros, las tarjetas postales, las invitaciones, los afiches y otros materiales aparentemente secundarios (diseñados, compuestos y editados por los propios artistas y poetas) se convierten en un género de obra en la que se muestra más fresca la creatividad.
-¿Cree que esa percepción de que son un arte menor está cambiando?
-En este terreno, el diseño gráfico y la tipografía, pero también la fotografía y el fotomontaje, son de una relevancia indiscutible. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, y a tenor del espíritu de vanguardia y de modernidad que envolvió a Europa, algunos diseñadores y profesionales de la industria de las artes gráficas llevaron a cabo una «revolución» en la tecnología de la impresión y la práctica tipográfica. Así, surgieron nuevas ideas en relación con la tipografía y la edición siempre relacionadas con los movimientos artísticos del momento: futurismo, Bauhaus, dadaísmo... Artistas y diseñadores como Paul Schuitema, Piet Zwart, Jan Tschichold o Kurt Schwitters participaron del pensamiento teórico y funcional de estas nuevas prácticas que revolucionaron no solo el mundo de la edición, sino también el de la producción de los objetos cotidianos que nos rodean y acompañan en nuestro día a día. De ahí que el diseño sea desde hace ya mucho tiempo tan relevante y ocupe un lugar destacado en el mundo de la creación. Lo que ocurre es que, probablemente, aún no seamos muy conscientes de su importancia, a pesar de las enseñanzas, por ejemplo, de la Bauhaus, que ahora cumple un siglo.
-El archivo nace como tal cuando usted adquiere los archivos personales de Miguel Logroño y Pablo Beltrán de Heredia. ¿Exactamente qué hizo «click» en usted que le decidiera a cambiar de rumbo respecto a su actividad como coleccionista?
-El Archivo Lafuente nació cuando constaté la necesidad en España de archivos que ofreciesen acceso directo a las fuentes documentales que argumentan el desarrollo del arte a lo largo del siglo XX. Así, en el año 2002 creé el Archivo con el objetivo final de reunir y difundir un mapa documental que permitiese investigar y elaborar nuevas interpretaciones historiográficas en el ámbito del arte moderno y contemporáneo. Mi idea partió de la siguiente reflexión: una pintura, una fotografía, una escultura o un dibujo, son la punta del iceberg. Sumergidas se encuentran las ideas sobre las que se construyen las obras de arte y que, desde finales del siglo XIX, los artistas han plasmado en papel: manuscritos, catálogos, revistas, manifiestos, libros, cartas, etc. Así, el Archivo no es una colección de obras de arte, sino una colección de fondos documentales sobre arte contemporáneo que abarca desde las vanguardias históricas hasta los años ochenta del pasado siglo.
Muchos de estos materiales son sencillos, efímeros y aparentemente irrelevantes. Su valor no es tanto material, como que su conjunto permite comprender la profundidad de las ideas sobre las que se sustentan las obras de arte. Hoy la historiografía necesita de estos testimonios gráficos tanto como de las propias obras para poder tejer una narración completa y coherente del periplo por el que ha atravesado la creación contemporánea. En este sentido, el Archivo Lafuente ha apostado decididamente por recuperar, catalogar, conservar y estudiar estos materiales, es decir, apuesta por el conocimiento, característica que le diferencia de las colecciones más habituales que suelen conformarse en España.