LA RAZÓN casa de encuentro

Vivimos un mundo paradójico. Todo está permitido y la libertad, al menos en apariencia, no tiene límites. Y aun así, en este mundo tan abierto cada vez monologamos más. Nos encerramos en grupos estancos, los algoritmos nos remiten a nuestros propios gustos, vemos sólo a quienes comparten nuestras opiniones y sólo nos relacionamos con quienes son como nosotros. La libertad nos ha plantado frente a un espejo y, al parecer, estamos encantados con la imagen que nos presenta. El peligro de esta nueva situación, es, además del narcisismo, la radicalización. Sin contrate con las de los demás, nuestras opiniones pasan a ser nuestra vida misma, irrenunciable por tanto. Desde el primero momento, LA RAZÓN se propuso evitar esta deriva, en apariencia nueva y tan vieja, en realidad. La moderación, la tolerancia, el gusto por el intercambio parten de un esfuerzo para abrir un espacio de encuentro. Teniendo claros nuestros principios, aquí no cabe el monólogo, ni la radicalidad ni, claro está, la mala educación que son consecuencia del primero. Para pensar, en LA RAZÓN necesitamos del otro y, a la hora de escribir, lo hacemos para lectores independientes, con criterio propio y dispuestos a contrastar lo que aquí les exponemos.