Leica, cien años de revolución fotográfica
«Con los ojos bien abiertos» muestra en la Fundación Telefónica la efeméride de la cámara que cambió el concepto de las instantáneas.
«Con los ojos bien abiertos» muestra en la Fundación Telefónica la efeméride de la cámara que cambió el concepto de las instantáneas.
Llegó siendo la más guapa. Más ligera (400 gramos, todo un hito para lo que había), más pequeña, más discreta, más compacta y tan precisa como un reloj. Siempre lista. De un tirón se podían tomar hasta 36 fotografías. Sin necesidad de recargar el flash de magnesio ni transportar otros engorrosos menesteres. Todo ello le permitió estar donde ninguna otra hubiera llegado: vio la «Muerte de un miliciano» a la que solo su verdugo y Robert Capa asistieron, y «El beso» que tuvo ante sí Alfred Eisenstaedt en Times Square. También ayudó a Korda a retratar al Che Guevara e hizo de Grace Kelly y Brigitte Bardot algunas de sus icónicas modelos. Pero Leica no llegó a este mundo para tratar solo con la «jet set»; Oskar Barnack había «parido» un arma con la que acercar la fotografía a todos los públicos. Las instantáneas iban a dejar de ser algo exclusivamente de profesionales para abrir a los «amateurs» un nuevo mundo y dar a los artistas una herramienta más con la que juguetear con esta pieza fetiche: «Cualquier cosa que he probado me ha devuelto a ella. Por lo que a mí respecta, ésta es la cámara», dijo rendido Henri Carter-Bresson –«el ojo del siglo», lo bautizó Pierre Assouline–.
Revolución que desde hoy y hasta el 10 de septiembre cuenta la exposición, comisariada por Hans-Michael Koetzle, «Con los ojos bien abiertos. Cien años de fotografía Leica» en el Espacio Fundación Telefónica y dentro de la programación del XX aniversario de PHotoEspaña. Un homenaje al siglo de vida de la cámara y a los acontecimientos que ésta capturó a través de 400 imágenes de 100 autores diferentes –Cartier-Bresson, F. C. Gundlach, Fred Herzog, Elisabeth Hase, Robert Capa...–, documentos, entrevistas y objetos procedentes de colecciones particulares y de museos. Además de material conservado por el Archivo Leica, que visita por primera vez España, y réplicas de la cámara primitiva de 1913-1914 y la primera que se puso a la venta más de una década después (1925). «Se muestran imágenes de los grandes maestros, lo cual es significativo y bueno ahora que estamos en una época en la que todo el mundo es fotógrafo. Todavía hoy existen elementos de aquello y por eso hacemos esta exposición», comentó durante la presentación Andreas Kaufmann, presidente de la Junta de Leica Camera AG.
La muestra se adentra en los diferentes periodos de la ahora herramienta de culto: «Leica y la “Neues Sehen” (Nueva Visión)», donde documentan que la pieza inventada por Barnack fue clave en el desarrollo de un nuevo lenguaje; «Fotoperiodismo», su lanzamiento al mercado coincidió con el etapa dorada de los reporteros y cómo estos supieron aprovecharlo; «Fotografía subjetiva», con la que todo el mundo podía aportar su punto de vista; «Fotografía humanista», que plasma su fácil manejo y traslado, que la convirtió el día a día en el centro de la imagen; «La nueva fotografía en color»; «La fotografía de moda y la cámara Leica», otro mundo que explotó su versatilidad; y «Fotografía de autor», en el que cada artista pudo jugar con la cámara como le vino en gana.
El ingeniero visionario
Leitz no era más que una empresa de microscopios hasta que a uno de sus ingenieros, Oskar Barnack, se le antojó hacer una cámara de fotos «pequeña y ligera, que permitiera tomar imágenes en serie de forma sencilla y rápida usando una película de cine, disponible en el mercado y comparativamente más barata». Y de ahí surgió Leica (LEItz + CAmera) para darle una vuelta a la fotografía bajo el lema «Negativos pequeños, imágenes grandes».