Aramburu: «A las víctimas no se las puede barrer como el polvo»
El escritor vasco gana el Premio de la Crítica con su fenómeno editorial «Patria» y asegura escribir «contra quienes quieren blanquear la historia» de ETA
El escritor vasco gana el Premio de la Crítica con su fenómeno editorial «Patria» y asegura escribir «contra quienes quieren blanquear la historia» de ETA
Todo apunta a que éste de 2017 será el Sant Jordi de «Patria». Para empezar, ayer mismo, un Fernando Aramburu recién llegado a Barcelona para celebrar una charla previa al evento literario, se desayunaba (literalmente, en un bar) con la noticia de que su novela, la más vendida en lo que va de año y todo un fenómeno, acababa de alzarse con el Premio de la Crítica que otorga la Asociación Española de Críticos Literarios. A «Patria» (Tusquets), que suma ya 260.000 ejemplares vendidos, va para la 16º edición y será adaptada a televisión –clara muestra del enorme favor del público con el que ha contado desde su lanzamiento–, no le falta tampoco ahora ese sello de excelencia literaria que hace de un fenómeno editorial una obra técnicamente plausible, llamada a perdurar.
Apuesta ganadora
Durante un encuentro en la librería La Central, minutos después de conocerse la noticia, Aramburu aseguró sentirse «honrado porque se trata de un premio que conceden expertos en la lectura de libros», con lo cual, añadió, tampoco «ha fallado la apuesta literaria» de «Patria», una novela polifónica de 600 páginas que abarca cuatro décadas de terrorismo en el País Vasco y que enfrenta la mirada de víctimas y verdugos mediante ágiles saltos del punto de vista y una prosa dinámica, tan coloquial a ratos como cuidada siempre. Para el autor, el galardón «alentará una lectura fuera de la política» de una obra que arranca con el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA y que analiza la herida abierta en una sociedad polarizada por décadas de conflicto y las posibilidades de la redención y el perdón después de la sangre vertida de casi 1.000 asesinados.
Aramburu, a sus 58 años y con una sólida y larga trayectoria literaria a sus espaldas, es consciente de que con esta novela se ha producido «un fenómeno que nada tiene que ver con la literatura. Tenía ciertas expectativas por el contenido del libro, pero nunca pensé que dejara de ser eso, una novela. Jamás me había ocurrido algo así, es algo que pasa solo una vez en la vida. Yo soy una persona hogareña que trabaja en soledad; mi oficio es escribir y mandar el texto al editor, así que no me es habitual estar en la foto». Ahora, en cambio, la imagen de este donostiarra que reside habitualmente en Alemania ha pasado a ser de «dominio público». En su última visita a Madrid lo paraban por la calle para pedirle fotos, «y me pareció extraño, porque yo no soy un futbolista. Mi actividad es en soledad», repite. En cierta manera, el fenómeno le sabe a ajeno: «Mi relación con el libro no es de lector sino de cocinero».
Entre los ingredientes fundamentales de «Patria» se encuentra la coralidad. Pero dar voz a todos (víctimas, etarras, familiares de uno y otro bando, vecinos que pasaban por ahí, ciudadanos hastiados o ansiosos de escapar del chantaje y el silencio...) no es estar de acuerdo con cada uno de ellos. «Yo sí tomo partido en el libro. No soy objetivo. En mi tierra no soy grato porque estoy cerca de las víctimas. Pero no he escrito como un juez que busca una tesis ni he juzgado, como hacía Baroja».
«Patria» tiene tanto de indagación en la memoria colectiva del sufrimiento como de construcción del relato de futuro de un País Vasco en el que, asegura Aramburu, hay cineastas, escritores y otros artistas reformulando la historia. «Ahora vivimos esa posibilidad de crear el relato. Mi obra es una aportación que se suma a la de otros». Aunque, admite, «la situación de allí es infinitimamente mejor que hace diez años», el mensaje proetarra, su aparato de propaganda, siguen instalados en la sociedad y el engranaje de glorificación se pone en marcha con cada regreso de los terroristas a casa. Los actos de recepción, la música, el baile, las banderas arman «una cobertura que los convierte en héroes». Contra eso va también «Patria» y, más concretamente, la actividad de su autor: «Escribo contra los que quieren blanquear la historia», sentencia. Y eso supone, añade, «estar con el dolor de las víctimas, no barrerlas como si fuesen un polvo molesto».
Su activismo, si es que se puede hablar de eso, está, señala, «en la literatura». Y esa combinación entre honestidad y compromiso, sin dejar de entender que los intereses literarios no son siempre los que dicta la mera actualidad, el contexto político, ha hecho que «Patria» se sitúe en lo más alto de las listas de ventas de libros, incluso (o especialmente) en su tierra: «Allí ha sido leído y digerido», asegura, quizá porque, añade, «no es una novela de buenos y malos, porque el ser humano puede hacer una monstruosidad por la mañana y besar a su madre por la noche. No he querido verter mi mirada con un solo ojo, sino con los dos».
Hasta el punto de que lo presuntamente local (la «aldea» tolstoiana) se ha convertido en universal. Aramburu contó que recientemente había visitado Colombia para la promoción del libro y se preguntó si el lector de aquel país entendería, empatizaría, con esta historia: «Me di cuenta de que esta novela era más universal de lo que creía. ‘‘Patria’’ no es localista».
MÁS AUTORES EXTRANJEROS EN SANT JORDI
Escritores de renombre mundial como Petros Márkaris, Donna Leon, Siri Hustvedt, Federico Moccia y Yasmina Reza participan hoy en un Sant Jordi al que no faltará el flamante premio Cervantes Eduardo Mendoza, durante el tradicional ritual de encuentro con los lectores. Los últimos años la presencia de autores extranjeros ha sido creciente. Este se acercarán a Barcelona también los hispanistas Paul Preston e Ian Gibson, el italiano Valerio Massimo Manfredi, la irlandesa Marian Keyes, el francés Olivier Bourdeaut, el músico James Rhodes y la neoyorquina Raquel Palacio, entre otros.