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John Boyne se quita el pijama

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Tras el éxito mundial de «El niño con el pijama de rayas», John Boyne ha publicado siete novelas más siguiendo el modelo de diferentes géneros y demostrando que como tantos escritores, ante todo es un buen lector. En esta ocasión ha dirigido su objetivo a la novela gótica del siglo XIX y se ha fijado especialmente en dos escritores: Wilkie Collins y Henry James. La influencia de ambos se percibe desde el segundo capítulo ya que el primero es un homenaje al gran Charles Dickens, que aparece como personaje en las primeras páginas y es el causante involuntario de los acontecimientos posteriores. Eliza Caine se queda huérfana al fallecer su padre tras la asistencia a una conferencia de Dickens y debe buscar trabajo como institutriz, la manera habitual de subsistencia para las jóvenes pobres pero instruidas. Eliza acepta un puesto en una gran mansión, Gaudlin Hall, y es recibida por un niño y una niña que, al parecer, son sus únicos habitantes. El desconcierto y la inquietud de la protagonista aumentan cuando empieza a ser atacada por presencias invisibles y tendrá que luchar por sobrevivir mientras indaga en el misterio de la casa, del que nadie quiere hablar.
Los ingredientes de la novela gótica van apareciendo en el orden y características habituales: un cochero ceñudo e insolente, personas que se atisban y al momento desaparecen, fenómenos físicos inexplicables o pueblerinos que insinúan tragedias pero no hablan. El autor ha manejado estos ingredientes correctamente, dosifica la intriga adecuadamente, desvía la atención del lector para sorprenderle y sus descripciones consiguen crear esa atmósfera desoladora que transmiten las grandes escalinatas, los muros de piedra y la iluminación con velas que pueden apagarse con corrientes de aire imprevistas.
Heroína valiente
Aun así, Boyne no ha renunciado a sus temas preferidos, uno fundamental es la preocupación por los niños huérfanos o desvalidos, en esto coincide con el admirado Dickens, como también lo hace al describir la injusta sociedad británica del siglo XIX y las neblinosas y sucias calles londinenses. Otro tema querido por él es la discriminación de las mujeres; en este aspecto, ha conseguido crear una heroína valiente, generosa e inteligente, sin embargo pone en su boca declaraciones de principios religiosos poco creíbles en una mujer de la época. Las novelas de misterio tuvieron su apogeo en el XIX gracias en gran medida a las novelas por entregas y desde entonces el interés se ha mantenido, el cine ha ayudado a mantenerlo vivo. El género funciona y Boyne también consigue entretener con su nuevo libro.

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