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José Antonio Marina: «La irritación no produce soluciones»

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En un momento en el que la creatividad se ha convertido en un don casi imprescindible para gozar de prestigio social, el filósofo José Antonio Marina publica un ensayo destinado a padres y docentes en el que expone las razones y los métodos de enseñar a los niños a usar su imaginación. No es, sin embargo, el triunfo social el objetivo de esta enseñanza; tampoco convertir a los más pequeños en potenciales artistas. En «El aprendizaje de la creatividad» (Ariel), Marina plantea esta actitud como «una estrategia de supervivencia humana, un componente básico de la felicidad».
-La capacidad de aprender disminuye con los años. ¿Pueden aprender los adultos a ser creativos?
-Sí. De hecho, pueden y deben. Uno de los descubrimientos actuales de la neurología es que la creatividad es un hábito y se puede aprender. Además, hemos redefinido su significado: no es sólo pintar un cuadro o escribir un poema, es saber resolver problemas nuevos para los que no tenemos solución. Ese tipo de problemas suceden en todos los niveles de la vida. Debería formar parte del equipaje intelectual de todo el mundo.
-En un momento de crisis, ¿tiene sentido invertir esfuerzo y tiempo en la imaginación en lugar de en cuestiones más pragmáticas?
-Necesitaríamos fomentar un tipo especial de creatividad: crear puestos de trabajo, ya que no va a suceder por inercia. Hay que exigírselo a los políticos y a los empresarios. Uno de los problemas es qué hacer con la función pública. La solución más fácil es despedirlos, lo que supone transferir el problema a otras esferas. Los funcionarios de un ayuntamiento, por ejemplo, pueden ayudar a las empresas pequeñas o a reducir el fracaso escolar.
-¿Qué tipo de estímulo tenemos en la actualidad para adoptar esta actitud?
-No todos los premios son cuestión de dinero. El del reconocimiento, el de sentir que progresamos, de entusiasmarnos porque tenemos el respeto público, son también importantes. Pero a los españoles nos cuesta mucho aplaudir y reconocer el mérito ajeno. Además, la creatividad no es infalible, sino arriesgada. Las personas verdaderamente creativas aprenden de su fracaso y siguen adelante. Aquí no se perdona. El 80 por ciento de los estudiantes españoles, incluidos los de Empresariales, quieren ser funcionarios. Esto es un decaimiento creativo: prefieren la seguridad aunque eso signifique no estar satisfecho.
-¿Cuál diría que es el nivel de creatividad de nuestra sociedad?
-Se trata de una cuestión bastante sectorial. Estamos en un momento muy bajo de creatividad económica: no sabemos cómo resolver los problemas. También política. Nos hemos empantanado en dificultades de hace dos siglos. Todo el mundo está muy irritado, pero la irritación no produce soluciones. El hecho de que en las encuestas del CIS los políticos, que deben ser los creadores de soluciones, aparezcan como el problema, es señal de que la creatividad política está por los suelos. La artística se ha mantenido siempre en un buen nivel, aunque no especialmente brillante en este momento. Es lo que se denomina el «efecto Médici». Justo lo que nosotros hacemos con el fútbol, ellos lo hicieron con otras cosas. Nosotros estamos produciendo una desertización; no cuidamos a la gente con talento y se van. La llamada de este libro es que no existe otra solución. Se pide a la gente que se reinvente; si no se dice cómo, se aumenta su sentimiento de culpabilidad.
-¿Son los niños actuales más creativos?
-Tienen otro tipo de creatividad porque están en contacto con formas más sofisticadas en comparación con el medio rural, donde tenía pocos estímulos cognitivos. Poseen más materiales sobre los que ejercer la creatividad. Resulta muy importante el entorno lingüístico. Si es más intenso e interactivo, la favorece. Una parte importante del sistema educativo no acaba de integrar estas posturas porque está obsesionado con que hay que aprender las cosas de siempre. Es verdad, aunque se trata de la función antigua y conservadora de la escuela. Una debe ser la transimisión del conocimiento consolidado, pero hay otra que tiene que ser la preparación para un mundo incierto, donde tiene que desarrollarse la creatividad.
-¿Qué debe hacer un padre para fomentar esta actitud?
-Los niños son muy inventivos. Al contestar a sus preguntas en serio, los estás animando a hacer más. Muchas veces, se les frustra en este sentido. También animarlos a que busquen soluciones a las cosas.
-Uno de los miedos de los padres es el uso que sus hijos hacen de internet y las redes sociales.
-Es un medio con unas enormes posiblidades, pero unas fatales realidades. Las redes sociales son gigantescos consumidores de tiempo, e internet está produciendo alteraciones educativas porque se cree que no es necesario aprender si ahí se puede encontrar la información. Es una especia de descrédito de la memoria, y la creatividad depende de ella. A partir de ahí podrás ampliarla. Un burro conectado a internet sigue siendo un burro. Pero, para una persona instruida, internet puede suponer una maravillosa herramienta.

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