Maupassant necesita una mujer
Un funcionario parisino, siempre partidario del gobierno que mande en Francia, sea la monarquía o la república, cae en la cuenta de que necesita una mujer, y aprovecha la decisión que ha tomado de salir todos los domingos al campo para invitar al viaje a una cabaretera: al final gastará el dinero y se reirán de él, la dama incluida. Este es el argumento de uno de los relatos de este libro de Maupassant. «Los domingos de un burgués en París», que son diez cuentos cortos escritos en 1880 y publicados en la Prensa, aunque no fueron editados en forma de libro hasta ocho años después de la muerte de su autor, en 1901. Maupassant, discípulo de Flaubert y amigo de Zola, añade al realismo y naturalismo de éstos, su especial humor y crueldad. El personaje central, Patissot, es una curiosa mezcla de Tati y patético «flâneur» rural, donde, de igual manera que en una época los pintores colocaban un mono sobre las pieles blancas de las modelos, así Maupassant nos muestra la realidad rural encaramada sobre las «buenas intenciones» burguesas y oficinescas.
Pero, atención, como suele suceder con los grandes, Maupassant puede ser leído como algo divertido y burlón sobre una concepción decimonónica de la sociedad y de los bienpensantes, pero también como ese cúmulo de buenas intenciones que llenan la vida hasta el momento en que se rompen los espejos y muestran el azogue venenoso que se esconde tras todos nuestros sueños, fácilmente transformables en pesadillas.