Oído con Olivier Messiaen
Es conocida la fricción, cuando no enfrentamiento, que se ha dado secularmente entre la creación artística y los vaivenes históricos de signo totalitario. En el mundo de la música clásica, en el siglo XX europeo, destacan casos como los de Serguei Prókofiev, Dimitri Shostakóvich, Pau Casals, Arnold Schönberg o Salvador Bacarisse. Un avezado narrador como Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), que cuenta ya con celebradas novelas como «Boxeo sobre hielo» (2007), historia de contumaces perdedores; «El ladrón de morfina» (2010), visionaria incursión en los horrores de la guerra; y «Los hemisferios» (2014), crónica de una perturbada obsesión amorosa, aborda ahora en «El don de la fiebre» la vida del compositor Olivier Messiaen (Aviñón, 1908-Clichy, Île-de-France, 1992). Avanza el relato en dos planos narrativos: el del pasado, que arranca en la Francia de principios de siglo, con un niño de prodigiosas condiciones musicales que ostenta el don del «oído absoluto», la capacidad de percibir todos los tonos del sonido;, y la mirada actual del anciano terminal, aquel niño, que hace balance de su existencia.
Con cuatro instrumentos
Messiaen, prisionero en un campo nazi de la Silesia polaca, compondrá en el invierno de 1941 su prodigioso «Cuarteto para el fin del tiempo» a partir de los cuatro instrumentos de que, menguadamente, disponía en tan penosas circunstancias: piano, violín, violonchelo y clarinete. Llegará a esta y otras emblemáticas piezas de la música contemporánea a través de una minuciosa contemplación de la naturaleza, atento a sus sonidos y silencios, y concentrado en el mundo de los pájaros, la gracilidad de su vuelo, su instintiva atenta mirada, el ritmo de su aleteo y el simbolismo de su colorido plumaje. Estos referentes componen, junto a un acendrado misticismo trascendente, una visión sinfónica de la realidad, una singular iconografía melódica metafórica imagen de la armonía del universo.
Cuenca Sandoval medita acertadamente, a través de esta documentada novela biográfica, en las duras condiciones que puede conocer la creación estética, la libertad del artista frente a las coacciones de los avatares históricos, la búsqueda de la belleza como ideal de vida, el factor espiritual rigiendo la sensibilidad imaginativa, el valor emancipador de la cultura y la valentía transgresora del experimentalismo creativo. El otro protagonista del libro es el propio siglo XX, con su sobrecogedor legado de dos guerras mundiales, holocaustos y gulags, apocalípticos jinetes de una desatada locura colectiva, que en estas conseguidas páginas acompañan a la inigualable obra de Messiaen.