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Testimonio desde el gulag

Testimonio desde el gulag
Testimonio desde el gulaglarazon

Es éste un texto poco convencional en tanto que se trata de una declaración que la autora realizó a los servicios secretos soviéticos poco antes de ser fusilada en 1931, en las islas Solovkí. Se trata de un viaje a la oscuridad en primera persona, a través de unas cuartillas mojadas en tinta de sangre. Este testimonio fue descubierto en 1996 en los archivos del Servicio Federal de Seguridad de la región de Arjánguelsk por Irina Fliege, directora de la Asociación memorial de San Petersburgo. «Que no os sorprenda ni os avergüence mi sinceridad». Así arranca una declaración escrita cuatro meses antes de que su autora fuera fusilada. Nos avisa de la franqueza con la que relatará su vida como revolucionaria y su muerte como contrarrevolucionaria. Recordemos que los servicios secretos obligaban a los presos a ofrecer un relato pormenorizado de sus andanzas para demostrar sus inclinaciones contra la Revolución. Yevguenia lo hizo de manera compulsiva, sabiendo el trágico destino que la esperaba. En su confesión no ahorra ninguna crítica contra el régimen.

Eterna viajera

Estamos ante una «autonecrológica» escrita con un oportuno distanciamiento de sí misma: «Ahora ya lo sabéis todo de mi vida: la de una estudiante de liceo revolucionaria, llena de sueños, la compañera de un gran hombre y poeta, una eterna viajera, una antirreligiosa itinerante, periodista de Rul, vendedora callejera de periódicos, ladrona reincidente, adivina, vagabunda...». Yevguenia nació en 1902 en Moscú en el seno de una familia de la burguesía intelectual judía. Se sumó de manera entusiasta a los ideales de la revolución, sin embargo, pronto se decepcionó con el rumbo del país. En 1922 conoció a Aleksandr Yaroslavski, poeta que militó en los círculos futuristas y estuvo ligado a la Revolución. Se casaron y recorrieron la URSS impartiendo conferencias y charlas. Después de viajar a Berlín y París, a su regreso a la URSS, el poeta fue acusado de «desacreditar a la Unión Soviética en el extranjero mediante la calumnia en la prensa». Detenido en Leningrado, lo llevaron prisionero a Moscú.

Cuando detienen a su marido la autora decide cambiar radicalmente de vida y convivir con los delincuentes y prostitutas, a los que considera la vanguardia de la auténtica revolución. Después de sucesivas detenciones fue llevada al destierro a la ciudad de Ustivzhna. Al final, fue enviada a Solovkí, donde su marido ya había sido ejecutado, aunque ella no lo sabía. Acusada de terrorista y de propagandista antirrevolucionaria, fue finalmente ejecutada en 1931, cuatro meses después de terminar este escrito.