Escritores
Un té con mucha clase
Se ha venido reivindicando el protagonismo de las mujeres cultas y emancipadas que, en la España de los pasados años veinte y treinta, se destacaron como escritoras o artistas al servicio de una mentalidad liberal y progresista. Resultan familiares ya los apelativos de «las sinsombrero» (simbólica rebeldía frente al vestuario convencional) y «las modernas de Madrid», para referirse a un grupo generacional defensor de la condición femenina y sus entonces anhelados derechos civiles. Dentro de la narrativa y el periodismo social, junto a los reconocidos nombres de María Teresa León, Josefina Carabias o Matilde Ras, cabe situar la obra militante y autodidacta de Luisa Carnés (Madrid, 1905 - México, D.F., 1964), de quien acaba de publicarse su más destacada novela: «Tea Room. Mujeres obreras (1934)».
Ambientada en la convulsa y también esperanzada realidad colectiva de la II República, la acción se desarrolla en un madrileño salón de té, donde la concurrencia y los empleados representan un conflictivo magma social de evidentes desigualdades y algún que otro drama sentimental. Con una cierta crudeza naturalista, referentes ideológicos procedentes de la revolución rusa, la influencia de Dostoievski, Tolstói o Victor Hugo, y una clara conciencia reivindicativa –«Diez horas, cansancio, tres pesetas–» , la novelista, que también fue camarera-dependienta en un establecimiento similar, defiende la emancipación de la mujer a través de un trabajo dignamente remunerado. Destacan en esta estimable novela, sin excesos panfletarios ni posturas maniqueas, los logrados caracteres de los personajes, un acertado contrapunto humorístico y la sordidez de un mezquino ambiente laboral. El epílogo a esta edición, a cargo de Antonio Plaza, destacado especialista en la materia, contribuye a la recuperación de esta postergada novelista, exiliada republicana, decidida activista cultural, teórica de la concienciación social y verdadera escritora de raza.
Jesús FERRER
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