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Un thriller de intenciones filosóficas

larazon

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Definitivamente, el «thriller», la novela de intriga y suspense, se ha convertido en algo más que una moda literaria, solapándose a la novela negra hasta crear una confusión de los géneros típicamente posmoderna. Y lo es porque se ha saltado a la torera las divisiones y categorías establecidas para diferenciar la intriga policiaca con crimen incluido de la novela de misterio y suspense y acción trepidante. Vivimos una época de eclosión literaria, de autores populares españoles que quieren homologarse con los extranjeros que triunfan escribiendo «best-sellers» y no dudan en componer sus novelas con retazos de subgéneros embutidos a mata caballo. Por la cuenta de resultados, la solución parece óptima.
Un urdido rompecabezas
La primera novela de Joaquín Camps, «La última confidencia del escritor Hugo Mendoza», queda inscrita dentro del género de intriga y suspense con excursos hacia la novela de detectives tradicional: una joven le encarga a un profesor de literatura, especialista en la obra der Hugo Mendoza, una réplica local de Roberto Bolaño, que investigue la desaparición de su marido, y para armar el rompecabezas urdido por Camps ha de echar mano de una galería de personajes que se mueve entre un submundo friqui propio del sainete valenciano y personajes con cierto espesor psicológico y entidad dramática que son los que confieren al relato cierta seriedad melodramática para lograr el aura de desesperado amor «fou» que respira la novela. Dejando el estilo y volviendo al genero, Camps trata de compaginar una intriga densa a lo largo de ochocientas páginas con montones de reflexiones sobre la vida, la literatura, las relaciones humanas, el amor, la traición, el desamor y la infidelidad, dentro de un relato singular que podría catalogarse de intriga literaria. Es un thriller atípico con sus cuotas de acción, espionaje, mafia rusa, gordas malhabladas y monjas que juegan al poker online. Este conjunto de relatos paralelos crea un batiburrillo que llega a resultar eficaz en esta novela río repleta de excentricidades y una intriga que mantiene el suspense en los momentos precisos con bastante ortodoxia.
Gran parte de la novela, con pretensiones filosóficas y abusiva ambición poética, ha encontrado en la intriga la mejor baza para armar el relato y mantener el interés del lector. Quizá complica en exceso la acción, hasta el punto de crear un tiovivo enloquecido. Otras veces logra remansos de paz en donde inocular revelaciones sorprendentes y giros imprevistos. Otra singularidad es su geografía urbana. El deseo del autor de hacer de Valencia el centro de la acción, incluyendo a Jávea, Denia y algunas escenas en Madrid. Un esfuerzo singular y meritorio. ¿El resultado? ¡Una intriga de suspense alucinante!