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Los otros modos del saber

Ilia Galán indaga en la relación entre filosofía y literatura y como ambos mundos confluyen

Hildegarda de Bingen, en "Liber divinorum operum"
Hildegarda de Bingen, en "Liber divinorum operum"La Razón

La reflexión sobre novelas o poemas, unida a los diarios de viaje, como modo de vida literaria, ha emergido en nuestras librerías con peculiar y original mirada sobre nuestro presente.

Si grandes filósofos hubo lejos del entorno académico, como Montaigne, Pascal, Spinoza, Leibniz, Rousseau, Voltaire, Diderot, Bakunin o Marx..., Ilia Galán, desde las aulas, no renuncia a ninguna opción para desarrollar una mirada más amplia. Profesor invitado en las universidades de Oxford, Harvard, la Sorbona, New York..., actualmente ejerce en la Universidad Carlos III de Madrid enseñando Estética y Teoría de las Artes con trabajos de investigación como estas "Filosofías desde la literatura" (Dykinson), así como con novelas, poesía, obras teatrales o diarios.

Rebelde ante el sistema, Galán declara: «Muchas maneras hay de pensar y de hacer filosofía. Se suele olvidar que esta es ‘amor a la sabiduría’ mucho más que un modo académico de analizar pensamientos, o de disputas eruditas, pretendidamente lógicas y razonables. No es la razón la clave; lo que realmente importa es un saber profundo; necesitamos la intuición». Solo así se llegaría verdaderamente al sentido último de la existencia.

Como la filosofía se transmite con palabras es posible considerarla parte de la literatura. Ambas se pueden mezclar y confundir. Filosofar sería así construir ficciones conceptuales pretendiendo atrapar y digerir la realidad. De hecho, no son pocos los especialistas que incluyen en las historias de la filosofía española "Don Quijote de la Mancha", de Cervantes; "La vida es sueño", de Calderón de la Barca; obras de San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús...

Diálogos

Muchos son los filósofos que escribieron mediante diálogos desde Platón: Séneca, San Agustín, Pedro Abelardo, Nicolás de Cusa, Giordano Bruno, Galileo, Luis Vives, Leibniz, Berkeley, Hume, Schelling, etc. Dramaturgos son Séneca, Voltaire, Diderot o Lessing. Aforismos y proverbios encontramos en Epicteto, Boecio, Pascal, Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard, Wittgenstein... El artículo periodístico como forma filosófica que ya hallamos en Joseph Addison, más tarde se extiende entre casi todos los grandes filósofos a partir del siglo XX: Ortega y Gasset, Habermas, Derrida, Lyotard, Popper, G. Steiner, Baudrillard, Vattimo, Fukuyama, Agapito Maestre, Javier Sádaba, etc.

Leemos memorias de San Agustín de Hipona, Rousseau, Kierkegaard o de Eugenio Trías. La novela como expresión filosófica se halla en Diderot, Goethe, Unamuno, Santayana, Sartre, Camus, Ionesco, Umberto Eco, Gabriel Albiac, Fernando Savater, o Félix de Azúa, que también escribe poesía, «reina de las formas literarias», practicada por diversos filósofos desde Empédocles, Heráclito, Boecio, Santo Tomás de Aquino, Avicena, Llull hasta Hegel o Heidegger, Rafael Argullol, José Jiménez, etc. Hay incluso pensadores que parecen practicar todas las formas literarias y hasta las artes plásticas, como Ignacio Gómez de Liaño. Por tanto, no extraña que filósofos como Bergson, Sartre o Russell pudieran recibir el premio Nobel de Literatura.

Los textos de Ilia Galán tejen aquí el pensamiento a partir de las sugerencias literarias, examinando a menudo entre líneas. Desde la célebre poeta, mística y compositora medieval, Hildegarda von Bingen, a la ilustrada dramaturga María de Rosa Gálvez. Un análisis de El Corán comparte espacio con textos de San Juan de la Cruz, del Marqués de Santillana, Cervantes, Lazarillo de Tormes, el Buscón de Quevedo, Baroja o Alfanhuí del recientemente fallecido Sánchez Ferlosio; el Romanticismo desde el fragmentario Novalis o la poesía de Tomas Tranströmer... «Filosofías», dice el autor, por retratar una pluralidad de modos de interpretar la realidad desde la fantasía y frente a la opresión unificadora de modelos burocráticos y administrativos hegemónicos hoy en nuestras universidades.

Pero Ilia Galán no solo trabaja la teoría, sino que hace literatura incluso de su propia vida, como se ve en otro libro, también recién aparecido: Tensión en el castillo de Tatti (Sapere Aude), redactado junto al profesor universitario Nicanor Gómez Villegas, historiador y autor de varios volúmenes. Se trata de unos diarios cruzados, autobiografías contrastadas a partir de un viaje a Toscana, en un ambiente de artistas que viven de modo actual el Grand Tour de los románticos. Con diversos estilos, poéticos, irónicos, se relata el viaje bebiendo de las fuentes de la historia, filosofía, sociología, antropología y poesía por medio de un vivir mítico, casi entre mitófagos. Así, confiesa Ilia Galán: «Mi vida parece una aventura, llena de momentos estelares, a veces brillantes; otras, ridículos, surrealistas, tristes o trágicos... Cuadro sublime al final, sin embargo, donde leo pinceladas de gran belleza».

Visiones complementarias, tensiones donde se enlazan vivencias deliciosas o tragicómicas. Escritura que, como dice Galán, pretende crecer entre futuros relatos: «construyéndome y narrando la historia de mi existencia, con o sin letras, de modo que el Grand Tour, el gran viaje continúe mientras viva».

Y es que la filosofía vivida literariamente consiste también en una forma poética de vivir y habitar en nuestra cotidiana existencia.