Arte, Cultura y Espectáculos

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Es un artista que copia, con plena exactitud, textos e imágenes de libros medievales que se conservan, entre las estanterías de las bibliotecas nacionales alrededor del mundo.

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Es un artista que copia, con plena exactitud, textos e imágenes de libros medievales que se conservan, entre las estanterías de las bibliotecas nacionales alrededor del mundo.

La oveja Dolly fue el primer mamífero clonado a partir de una célula en 1996. Por entonces, en España ya teníamos nuestro clonador, Manuel Moleiro. Pero él no es un científico como los padres de Dolly, sino un artista que copia, con plena exactitud, textos e imágenes de libros medievales que se conservan, algunos malamente, entre las estanterías de las bibliotecas nacionales alrededor del mundo. Ahora Moleiro organiza la exposición «Tesoros ocultos. Los manuscritos iluminados más valiosos de Europa», que permanecerá en el Círculo de Bellas Artes de Madrid hasta el 25 de octubre.

–¿Qué hay en su formación para que termine realizando este tipo de trabajos?

–Estas cosas me gustaron desde siempre y es lo que me ha motivado. Cuando iba al colegio guardaba las libretas y en la universidad, donde estudié Periodismo y Cinematografía, empecé a interesarme por sacar auténticas joyas de las bibliotecas nacionales y de los grandes museos. Mi objetivo con era democratizarlas porque siempre estuvieron en manos de reyes y emperadores, quienes podían pagarlas. En definitva, que, por ejemplo el «Brevario de Isabel la Católica» esté en universidades de todo el mundo.

–¿Cuán exacto es su trabajo?

–El nombre de clonación se lo puso el diario «Le Monde» para explicar que no hacía un facsímil, podría tratarse como un copia exacta sin ningún género de dudas.

–Las obras que clona son parte de nuestro patrimonio, ¿no debería ser tarea de las instituciones públicas?

–Deberían hacerlo los gobiernos de todo el planeta. Yo he editado libros franceses, ingleses, portugueses, alemanes... de un montón de países diferentes. Son obras que han cambiado de lugar por las circunstancias de la historia, y que se deben conservar porque de ellas sólo existe un único ejemplar y si éste se pierde ya no hay remedio de recuperarlo. Mi trabajo lo realizo solo, a riesgo personal, absoluto y total. Lo que hago es una conservación del patrimonio de todos, que podría ser una buena forma de que no se produzca un saqueo constante del erario público.

–España es un país que ha sufrido bastantes robos de su patrimonio durante su historia.

–La Biblioteca Nacional de Francia está repleta de obras españolas, entre ellos, el «Libro del caballero Zifar», que fue el primero escrito en prosa en castellano. Pero es que esa institución gala posee una base importante de libros que Napoleón expolió de toda Europa. Él fue quien se llevó el «Brevario de Isabel la Católica», pero el Brittish Museum lo compró pagando 3.000 libras en 1851 y por eso está en Inglaterra. Allí lo tienen guardado como una reliquia, como el tesoro más grande que tienen de la europa continental.

–¿Qué valor puede tener su trabajo en el mercado?

–Desde los 2.000 euros hasta los 20.000. Depende del momento. A medida que se van acabando los ejemplares los precios se disparan y se puede pagar hasta 10 veces más del inicial. Lo mejor de todo es que hoy en cualquier universidad del mundo, gracias a clonar estos tesoros, además de conservarlos, se pueden estudiar. Y que, así, alguien pueda tener una opinión diferente viendo las cosas que hacían los beatos en España en la época que empezaba la Reconquista, a partir del 800. Deberíamos darnos cuenta con estos manuscritos, que son testimonios de nuestro pasado, de lo importante que fuimos y la inmensa aportación a la cultura mundial que realizamos. Verlo debería provocar que sentamos más cariño de nosotros mismos como españoles.

–Dicen que una imagen vale más que mil palabras...

–Sin ninguna duda. Esto es una fotografía de la realidad pintada y escrita en aquel momento. Transmite lo que ellos sentían sin preocuparse del futuro, no como nosotros ahora, que intentamos adivinar lo que pensaban o vivían.

–¿Cuál es la parte más complicada de todo lo que hace?

–Lo más difícil de clonar son los colores porque las miniaturas eran muy artesanales. Se acababa un bote y hacían el siguiente, hasta el siglo XV no empezó la industrialización o producción en serie de las ilustraciones. Esto provocaba que hubieran muchos matices. Puedes estar trabajando en una página y sus colores son bastante diferentes a los de la siguiente.

¿Está más valorado en otros países que en España?

–Me han dado un tratamiento exquisito. Los medios españoles en algún u otro momento han hablado de mí. Estoy agradecido porque siempre es interesante que comenten lo que uno realiza. El «Times» habla de Moleiro como el arte de la perfección. Que se refieran a mí fuera de España tiene un valor adicional. En el Metropolitan de Nueva York está expuesto el «Beato de San Pedro de Cardeña», que es uno de mis clones. El año pasado hubo una gran muestra organizada por el gobierno para conmemorar los 800 años del nacimiento de San Luis, había 30 piezas, todos primitivos menos una, la «Biblia de San Luis» porque los directores consideraron que llevar la original no añadía ningún valor ni diferencia al clon.

¿Realiza una labor periodística tanto gráfica como histórica?

–Hay una valor de difusión, sí. El libro o Códice se acompaña de un estudio que publicamos siempre en inglés, en francés, en castellano y a veces en portugués y tienen una difusión mundial. Están encargados a los mayores especialistas del mundo en cada una de las obras. Todo eso es importante.

–¿Qué valor puede tener el «Codex Calixtinux» en el mercado?

–Esta obra está en la Catedral de Santiago de Compostela, es muy importante por los textos, no tanto por las miniaturas, que apenas tiene. Es el primer libro de viaje y no tiene precio hoy. El Estado no puede vender una joya de este tipo. Ahora se compró en Londres por 14 millones de euros un libro que había sido de los Rothschild. Los precios que se pagan por obras así son siempre disparatados. El «Codex» puede valer decenas de millones.

–¿Cómo repercute en su economía personal su trabajo?

–La realización de algunos ejemplares me ha llegado a costar 3 millones de euros, como la «Biblia de San Luis». Si las personas no invirtieran en adquirir estas obras no podríamos seguir con las clonaciones. Además, estas cosas, como es tan complicado elaborarlas, no es algo que abunde.