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Martirio: «Martirio ha sido gloria para mi salud mental»

larazon

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Cumple 30 años de carrera con la edición de un disco especial con DVD que repasa sus mejores canciones y colaboraciones especiales
Es una artista autodefinible, un género en sí misma, un universo completo y poliédrico en el que cabe desde la copla al punk y, desde luego, la copla-punk. Martirio cumple 30 años como creación y creadora y los celebra con la edición de un disco especial que recopila sus mejores temas, algunas colaboraciones dispersas y otras nuevas. Treinta años en 30 canciones que además se editan en cajita junto a un documental sobre su figura «hecho con mucho cariño», como dice Maribel. Ahí no se queda la cosa, porque el 28 de enero convoca en el Circo Price a una presentación especial con invitados como Kiko Veneno, Javier Ruibal, Miguel Poveda y Silvia Pérez Cruz.
–Treinta años. ¿Vértigos?
–No, felicidad total. ¿Sabes lo difícil que ha sido hacer este sueño? Por eso me encanta haber publicado este mapa sonoro, que era algo que tenía ganas de hacer. Es una ilusión muy grande la que me hace.
–En estos años, ¿más satisfacciones que pesares?
–Desde luego. Nunca pensé que podría crecer de la mano de Martirio y visitar lugares y culturas distintas. Para mí, ha sido un aprendizaje total de la vida a través de un personaje que creé. Lo más importante es que sigo siendo libre y ésa es mi prioridad. Después de todos los arroyos y saltos de agua que he tenido que atravesar, sigo siendo libre y eso me da alegría. Sigo investigando con grandísima ilusión a pesar de haber elegido caminos en particular que no me han dado mucho dinero.
–¿Escribe usted el guión de su personaje?
–Por supuesto. Siempre he tenido claro lo que quería ser. Me he guiado por el corazón y la música. Nunca me ha interesado ser una estrella ni ganar lo más grande a costa de perder lo mejor, lo que siento y lo que creo que tengo que hacer. Yo he trazado mi papel, mi guión y tengo muy claro lo que me gusta y lo que me enciende y me transforma, lo que me da las ganas de seguir. Y también esas cosas que sabes que están bien pero que no son para ti.
–A veces el criterio tiene un precio.
–Sobre todo eso, económico. En mi carrera nunca ha primado el dinero, pero le doy gracias a Dios de poder vivir de lo que hago. Nunca me ha interesado el grandísimo triunfo ni las casas ni el dinero. Prefiero estar contenta con mis amigos y mi gente alrededor. Siguen los mismos que hace 30 años, como Javier Ruibal. Siguen conmigo por la pura dedicación y respeto.
–¿Como surge ese personaje? ¿Tenerlo ha sido un alivio para la salud mental o un martirio?
–No, no, ha sido una gloria para mi salud mental. Soy muy atrevida y arriesgada pero muy tímida. Ese personaje me ha permido seguir siendo persona y tener los pies en el suelo cuando me quito la peineta. Cuando me subo al escenario, trato de ser lo más fantástica que puedo, pero, al bajar, consigo ser anónima. Alguien que mira sin que la miren. El fracaso es muy malo, pero en el triunfo hace falta la misma claridad de ideas. La soberbia, la adulación... todo eso es peligroso. Este oficio lo amo pero soy consciente de que entraña peligros. Y siempre hay que seguir el camino del corazón. Eso es básico.
–¿Corrió el riesgo de endiosarse?
–Bueno, la primera parte me llegó todo muy de sopetón. No había marketing ni nada. El personaje surgió del juego y el disfrute. Sin ningún pensamiento industrial. Hubo un momento en que la cabeza no me daba para más. Pero eso se me pasó con una crisis estupenda que me cogí. Las crisis son buenas para parar y pensar, y eso fue lo que hice. Todo se detuvo. Ya no sabía si lo que hacía podía tener sentido. Pero es que dentro tengo unas ganas que no paran de hacer cosas. Y ahí he aumentado mi lenguaje y todo ha sido siempre regenerativo y fructuoso.
–¿La jubilación le preocupa?
–Bueno, me debería preocupar un poco más, porque soy autónoma y no me puedo poner mala. Pero es que no logro pensar en lo crematístico a la hora de crear. Ni ponerle menos horas. No existen los horarios ni el dinero en lo que hago. Me vuelco por completo.
–Tiene la ilusión intacta.
–Yo es que no tengo peana, así que no me puedo caer de ella. Me gusta viajar con poco equipaje. Quiero que la gente sienta cuando canto pero no me interesa que digan lo bien que canto.
–¿Cuál es la razón para seguir?
–Que descubro cosas. Pero sobre todo porque aspiro a ser un buen espejo que ayude a la gente a conectarse consigo misma.
–Se dice que Martitio es un género en sí misma.
–Una deja que el cuerpo reaccione y escucha al cuerpo. Para lo que te gusta y lo que te desagrada. De eso el cuerpo sabe mucho.
–¿Más que la razón?
–Vale más la emoción.
–¿Qué es lo más importante para salir a cantar aunque sea una chirigota?
–Tener fe en lo que haces, amarlo. Y como decía Emilio Lledó cuando recogió el Premio Príncipe de Asturias: decencia. Qué palabra más olvidada. Pero así es como podríamos mejorar. Haciendo las cosas mejor o peor, cada uno como pueda, pero siempre con decencia.
–¿Y es usted de las que tiene decidido lo que va a hacer en diciembre con su voto?
–Bueno, estoy barajando. Hay opciones y pienso que al final va a haber muchos pactos y eso no es malo. Estamos condenados a entendernos. En absoluto es malo.
–¿Cuando sacará su colección de peinetas?
–Cuando encuentre un «sponsor» (risas). Lo estoy empezando a pensar porque la verdad es que tengo una colección enorme de trabajos de artesanía hermosísimos. Pero necesito que me ayuden y eso no ha llegado. Espero que la política cultural cambie porque se ha devaluado mucho la cultura y es absolutamente necesaria para ser un país mejor.

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