Mi gemela solidaria
Durante años hubo un secreto entre Lina Morgan y yo que los dos hemos guardado con celo, ella quizá por justa coquetería, y yo por cariñoso respeto. Un secreto que ahora me permito desvelar: Lina Morgan y yo éramos gemelos. Gemelos de verdad, ambos nacimos el mismo día del mismo año y casi a la misma hora; aunque ella lo hiciera en el corazón de Madrid y yo en un valle de Asturias.
En el gran éxito teatral de Lina «¡Vaya par de Gemelas!» la vida volvía a unir a dos hermanas separadas. En nuestro caso fue la solidaridad, y el gran corazón de Lina, lo que nos hizo encontrarnos y nos unió para siempre: Tardamos años en enterarnos de nuestro nacimiento simultáneo, pero para entonces ya éramos uña y carne.
Hace poco al Papa Francisco le preguntaron cómo quería ser recordado, él dijo que como un gran tipo. A partir de hoy España recordará a Lina Morgan como una gran actriz; nosotros como una gran persona, como una gran amiga.
Un día hace casi 20 años, Lina apareció en mi despacho de Mensajeros de la Paz; su teatro de La Latina está casi a la vuelta de la esquina de nuestra sede. Ella había oído hablar de nuestro trabajo, se ofreció a colaborar, y se quedó siendo parte de nuestras vidas y en nuestros corazones y en los de tantas personas a las que dio apoyo y cariño a través de nuestros proyectos. Tan pronto se pasaba la tarde atendiendo anónimamente las llamadas de los ancianos al Teléfono Dorado, como daba un pregón ante más de 6.000 mayores en Valencia para celebrar con ellos el Día de los Abuelos. Y todo eso lo hacía siempre sonriendo, contagiando fuerza y entusiasmo, regalando vida. Esa vida que hoy se le ha ido arrancándonos un trocito de alma.
Ahora Lina Morgan tiene el gran escenario del Cielo para hacer reír a los santos, porque digo yo que también ellos necesitan reír. A partir de hoy, Lina no será ya la gran cómica de España, pasará a ser la cómica de Dios. Y desde allí seguirá ayudándonos. Bendita sea.