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Miguel Ríos cumple 75 años: el rock no se jubila

larazon
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Su figura es la del hombre de las cavernas del rock. Que nadie se lo tome a mal, nos referimos al origen de la escena en España, de ese eslabón perdido que transformó una manifestación cultural anglosajona en algo que pudiera echar raíces españolas. Y vaya si las ha echado. Miguel Ríos es ese Atapuerca del rock, y, oigan, que no estamos exagerando: sacó un disco antes que los Beatles. Eso ya debería querer decir algo. Pues en ese «little bang» del rock en nuestro país en los años sesenta estaba Miguel «Mike» Ríos, que hoy cumple nada menos que 75 y, como recordaba ayer Efe, unos cuantos en una «jubilación teórica». La suya fue una aparición inesperada, milagrosa. Su padre le puso a trabajar con 14 años en unos almacenes y la casualidad quiso que al lado abrieran una tienda de discos. Miguel descubrió esas placas de Elvis Presley y se apuntó a una orquesta. Un concurso radiofónico y un cazatalentos hicieron el resto. Nacía Mike Ríos y ya entonces tuvo que escuchar que el rock se moría: le bautizaron como «el rey del twist», y lo suyo era llevar un nombre extranjero como Johnny Hallyday. Él protestó. «¿Cómo que Mike? En Granada se dice mucho «mique tío más tonto». Efectivamente, me hacían bromas todo el rato cada vez que iba a casa. ’'Mique pollas’' me decían», recordaba Ríos en TVE. Tal era la guasa que se gastaba en su pueblo. Con aquella desafortunada decisión de nombre artístico fue la primera y última vez que no fue coherente como artista. Cuando se quitó el Mike, pisó nada más que la realidad. Abandonó las versiones y comenzó la titánica tarea de hacer camino en el rock cantado en castellano, para lo que fue acomodando los oídos con el histórico «Himno a la alegría» (1969), que celebra medio siglo como canto universal: no en vano, fue elegido hasta sintonía de la Unión Europea. Ríos nunca se ha atribuido la paternidad de unas notas que son de Beethoven, pero se compró una casa con los derechos. Viajó por todo el mundo. Y empezó una trayectoria de rock en español: «Mira hacia ti» (1969), «Despierta» (1970) y «Unidos» (1971) fueron tejiendo el abecedario y erigiendo el tótem que se coló en las casas de niños que después hicieron sus grupos. Era el primer gran «frontman» del rock en España, escribió la historia y luchó por la dignidad de un género menospreciado o denostado directamente. El fue una escuela en sí mismo y «Rock & Ríos» es más que el lema de un disco y una gira de 1982, aunque no eran los mejores tiempos para el género. Miguel Ríos se arriesgó siempre y no todo le salió bien. Probó en televisión, recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, y con el mismo espíritu consecuente de hacer las cosas que se deben hacer a ciertas edades, se fue de gira con sus amigos. Y también hizo historia con «El gusto es nuestro», en compañía de Ana Belén, Víctor Manuel y Serrat. Después, cuando le ha llegado la hora de liderar proyectos sinfónicos, dignos de nuevas fases de la vida, también se ha enfrentado a ellos con la coherencia debida. Y en el momento de la retirada, elegido Doctor Honoris Causa en su tierra, dijo: «A mí el rock no me debe nada. Se lo debo yo todo». Felicidades.