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Herrera, maestra de lo sutil, y el inconfundible estilo Hilfiger toman Nueva York

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La fidelidad a sí mismos de dos grandes nombres de la moda, Carolina Herrera y Tommy Hilfiger, dieron como resultado bazas ganadoras, especialmente la de la venezolana, inspirada por el arte de su país natal y quien ofreció uno de los mejores desfiles de esta Semana de la Moda de Nueva York.
Tomando como base el trabajo artístico de Carlos Cruz-Díez y Jesús Rafael Soto y sus juegos de cinética, con líneas que engañan al ojo y parecen bailar entre sí, Herrera sigue, después de décadas en lo más alto de la moda internacional, sorprendiendo por su elegancia discreta, su innovación sutil.
Su colección de primavera-verano 2014 no jugó con grandes volúmenes ni patronajes especialmente llamativos, sino con la ilusión óptica de una tela moviéndose sobre la anterior, de una viscosa dinámica que alumbraba una mujer de sensualidad estilizada y una pedrería que provoca una suerte de espectáculo de sombras chinescas sobre los cuerpos de las modelos.
Rasos, gasas, organzas de seda y algodones. Pamelas y bikinis, pero también vestidos de noche como salidos de una mansión gótica. La fluidez de su colección estableció exquisitos puentes de transición entre tendencias a priori yuxtapuestas.
Un verano flexible en las prendas pero con un pelo estrictamente recogido. Como el de la propia Herrera, que salió a saludar con su insobornable "look". Con una sencilla falda negra y una no menos clásica camisa blanca.
Sus tonos para la próxima temporada rezuman sofisticación y alta sociedad, y en el desfile no faltaron celebridades como Dita Von Teese o Christina Ricci. Tonos suaves de té verde y porcelana, mientras los estampados sobresalen en carmesí, y la escala de marrones va desde el ocre al siena.
Con la modelo Karlie Kross abriendo el desfile, Carolina Herrera lanza su mensaje de lo que considera su responsabilidad: "Hacer sentir a la mujer de hoy segura de sí misma, moderna y, por encima de todo, hermosa".
La seguridad se la da el ser ya una leyenda viviente, que ha vestido a Jacqueline Kennedy, Angelina Jolie o a Anna Wintour. La modernidad fue incuestionable en el desfile de hoy, uno de los más hermosos vistos hasta el momento. Y la belleza da sentido al conjunto desde su naturaleza intangible, de la que la diseñadora parece conocer todos sus secretos.
Tradicionalmente menos ambicioso y con un mensaje menos "chic"que Carolina Herrera, el estadounidense Tommy Hilfiger volvió a dar en la diana de su público objetivo con la colección "Westcoaster"(de la costa Oeste), en la que se saltó la primavera para llegar directamente a lo que a él le interesa: el verano, la playa, el surf y las vacaciones de las estudiantes de las mejores universidades del país.
Una espectacular pasarela con dunas de arena y tablas de madera fue tomada por las modelos, que bajaron el cuello del polo al inicio de sus caderas, pues las cremalleras de sus shorts acababan como si fuera el cuello de la prenda favorita de una juventud ejemplar que aprueba todas las asignaturas en junio y puede subirse a las olas en julio, agosto y septiembre.
Los tejidos son polivalentes en una colección anfibia, que juega con la sensación de que sirve para fuera y dentro del agua. Chaquetas barracuda, jerseys deportivos, camisas "bowling", vaqueros.
Colores naranjas, como los vigilantes de la playa de Santa Mónica, o azules esmeralda, como las aguas de Malibú. Y la sensación del neopreno incorporándose a la moda de la calle, desde las camisas hasta los vestidos, que se convierte en el elemento más sorprendentes de esta colección.
Hilfiger, acompañado de la música de Red Hot Chilli Peppers (cuyo vocalista, Anthony Kiedis, estuvo en el desfile) o de los Pet Shop Boys, demostró una vez más su carácter incombustible, manteniendo la frescura efervescente y su creencia en el "sueño americano", que defiende desde que abrió en 1969 su tienda en Nueva York.