Arte, Cultura y Espectáculos

Muere Takis, el artista que admiraban Duchamp y Lennon

Pionero del arte cinético, la Tate Modern acoge hasta octubre una exposición de su obra que viajará después a Barcelona

"Radar", pieza de 1960 de Takis, que ahora se expone en la Tate Modern
"Radar", pieza de 1960 de Takis, que ahora se expone en la Tate Modernlarazon

Pionero del arte cinético la Tate Modern acoge hasta octubre una exposición de su obra que viajará después a Barcelona

Tenía un nombre largo y dificultoso de recordar. Sin embargo, para no olvidarse de él estaban sus obras. Sus piezas cinéticas con las que lograba, merced a los imanes, equilibrios imposibles. Un pionero del arte cinético. Así le bautizó el mundo del arte.

Panayoitis Vassilakis, conocido como Takis, ha fallecido a los 94 años. Nació en Grecia y estuvo marcado por la Segunda Guerra Mundial y el propio conflicto bélico de su país. Apenas tenía recuerdos económicos para estudiar y mantenerse y fue un hombre hecho a sí mismo. Pronto se fijó en los maestros que entonces despuntaban. Y miró de frente a Giacometti, sus figuras alargadas le cautivaron al griego, a quien se le había quedado pequeño su país y decidió coger lo imprescindible y poner rumbo a París, donde en aquellos años, a mediados de los cincuenta, se cocía todo artísticamente hablando. Allí se topa con Klein y Jean Tinguely y comienza a experimentar con los imanes porque, decía, buscaba un material “con el que poder canalizar la energía, el cosmos y las fuerzas de la naturaleza a través del arte”.

La Tate Modern, que actualmente acoge una importante exposición del artista que viajará tras su clausura al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, informó de su muerte, “la de un poeta y un artista único” e invitó al público a ver la muestra, que estará abierta hasta finales de octubre en Londres.

Los campos magnéticos, los polos que se atraen, los que se repelen. Electricidad capaz de generar movimiento... Todo tenía cabida en la obra de este griego. En los noventa recuerdo una exposición de su obra en Madrid. En la sala de exposiciones de la Caixa en la calle Serrano de Madrid. Era un hombre alto y corpulento y su imagen imponía. No hablaba inglés, pero mantuve con él en francés, lengua que yo no entendía, unas de las conversaciones sobre arte más apasionantes que recuerdo. Lo que no entendía yo me lo dibujaba él en un papel que acabó garabateado.

Su talento y su proximidad, además de su arte, fueron capaces de prender en otro grande, un tótem como Marcel Duchamp o un artista en el polo opuesto de su mundo como John Lennon. Ambos fueron admiradores de su trabajo.

Tras pasar una temporada en Estados Unidos a mediados de los sesenta regresó a París ya en la década siguiente y se estableció finalmente en su tierra de nacimiento a mediados de los años 80, donde creó el Centro para la Investigación de las Artes y las Ciencias.